Educación justa, de calidad y para todos: los desafíos para el futuro gobierno



Por Macarena Yancovic, directora Pedagogía en Educación Básica, Universidad Finis Terrae

A menos de dos meses de las elecciones presidenciales en nuestro país, se hace necesario abordar temáticas que tienen relación directa con ámbitos fundamentales como lo es la educación. Históricamente ha sido una política constantemente debatida, sin embargo, son escasos los progresos que se pueden evidenciar en el ámbito de la educación.

Frente a esto, es importante destacar dos grandes desafíos que están pendientes y que son necesarios de abordar.

Educación justa y de calidad: ¿Es la educación de nuestro país justa? Esta es una pregunta que se debate desde hace años. Previo a la pandemia, los resultados de pruebas estandarizadas nacionales e internacionales evidencian escaso avance, manteniéndose las brechas de aprendizaje históricas entre las distintas dependencias, brechas que con la pandemia SARS-CoV-2 han aumentado de manera exponencial, encontrándonos en la actualidad con grandes problemas de aprendizaje, como por ejemplo, en la lectura y escritura inicial. La justicia escolar busca, como fin último, entregar a los y las estudiantes las herramientas necesarias para que una vez finalicen el período escolar, cuenten con competencias sólidas y óptimas que les permitan acceder a la educación superior, sin importar dependencia escolar o nivel socioeconómico. Si bien se ha avanzado en aspectos que facilitan el acceso, como por ejemplo la gratuidad, aún se mantiene la deuda de la calidad, en donde ésta se ve truncada por las bajas competencias que se desarrollaron en el período escolar, lo que dificulta el alcance de un estándar que no es común para todos y, por ende, obstaculiza el ingreso a la educación superior.

Educación para todos: ligado a lo anterior y reforzando la premisa de la educación de calidad para todos, nuestro país debe buscar formas que permitan su acceso global. Un desafío que hay que abordar se relaciona con los niños inmigrantes, en donde encontramos diversas barreras que dificultan el proceso de aprendizaje, como el idioma, la cultura y los conocimientos curriculares. Esto último se agudiza debido a que llegan con ámbitos desarrollados de acuerdo a lo exigido por el currículo oficial de su país natal, los que muchas veces difieren de lo establecido en el nuestro. Lo anterior obstaculiza la adquisición de nuevos conocimientos y competencias que han requerido de desarrollo previo para su óptimo logro. El no abordar estos puntos puede agudizar problemáticas tales como enfrentarnos a altas tasas de reprobación, deserción escolar o depresión infantil.

Otra temática refiere al acceso tecnológico, falencia que se evidenció fuertemente durante la crisis sanitaria que estamos atravesando. La brecha digital se amplió y complejizó, incluyendo brechas de conectividad y equipamiento. Ejemplos de esto se evidencian en la educación rural, en donde los y las estudiantes de esas zonas se vieron imposibilitados de conectarse a clases debido a problemas de conectividad. En las ciudades en cambio, si bien los estudiantes tienen mayor facilidad para conectarse, existe el problema de contar con los equipos necesarios para que la totalidad de los integrantes de la familia puedan acceder a clases.

Los desafíos enunciados anteriormente deberían ser atendidos por el gobierno venidero, integrando en su agenda espacios que lo trabajen y desarrollen, promoviendo de esta manera hacer un drástico cambio que entregue reales oportunidades a las futuras generaciones.

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