El plebiscito y sus protagonistas

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Falta apenas un mes para que se conmemoren los 30 años del plebiscito del "Sí" y el "No", una de las fiestas democráticas más relevantes del siglo XX, que permitió derrotar a la dictadura con las reglas impuestas por la Constitución del 80, y con la fuerza de millones de ciudadanos y un conjunto de líderes que fueron capaces de vencer el miedo y el terror de una represión brutal, que se extendió por 17 años. En este cuadro, parece absurda la disputa de los últimos días sobre con quiénes se conmemora y con quiénes no, o quiénes en definitiva son los protagonistas de esta gesta.

Es evidente que frente a la disyuntiva de concurrir al plebiscito de 1988 hubo, desde los actores políticos, distintas posiciones y estrategias diferentes. No obstante, se nos tiende a olvidar que el objetivo comúnmente compartido siempre fue derrotar a Pinochet, y en eso la contribución fue de muchos. Por esta razón tiene poco sentido que algunos de los partidos y actores de la otrora Concertación de Partidos por el No entren en una disputa por el protagonismo de dicho acontecimiento, en vez de rescatar la épica de un hecho político que selló la recuperación de nuestra democracia.

En efecto, resulta paradójico que hoy transversalmente el mundo político en Chile reconozca en ese plebiscito un hecho significativo, incluso aquellos que fueron derrotados y que fueron los "cómplices pasivos", categoría que acuñara el actual Mandatario en la conmemoración de los 40 años del golpe. En la lógica de sentidos comunes que se imponen, hoy son pocos los que se atreverían a hacer una apología a la posibilidad de haber continuado con un régimen que tanto dolor le causó a este país, así como pocos se atreverían a defender la violación a los derechos humanos por razones de "contexto".

Poner el énfasis sobre quiénes tienen más o menos credenciales para conmemorar el plebiscito, solo facilita la división, que a estas alturas, y después de haber sufrido una derrota estrepitosa en la última elección presidencial, muestra la necesidad de volver a recuperar el sentido de lo importante y la conexión con los ciudadanos. Porque los protagonistas reales del plebiscito de 1988 son los propios ciudadanos de este país que, pese a la amenaza de la represión decidieron, primero manifestarse en las calles, luego de inscribirse en los registros electorales y posteriormente participar masivamente en el plebiscito, venciendo el miedo. Los protagonistas de esta historia son los millones de ciudadanos que, con todo en contra, confiaron en que era posible derrotar a la dictadura.

Por cierto, este hito fue posible también gracias al liderazgo y la valentía de un conjunto de hombres y mujeres que entendieron que era posible ganar el plebiscito articulando una gran fuerza política y social. Los héroes de esta historia son muchos, millones probablemente, que permanecen en el anonimato.

Sobre lo que vino después, sin duda hay evaluaciones distintas, entre ellas el conflicto nunca resuelto de los así llamados autoflagelantes y autocomplacientes, que con posterioridad han encontrado una nueva versión asociada a las críticas del Frente Amplio a la Concertación y, en menor medida, a la Nueva Mayoría (nada muy distinto a la crítica que el Podemos desliza sobre el PSOE, a propósito de la reciente visita de Pedro Sánchez).

Respecto al punto anterior, hay quienes acusan que los pactos de la transición generaron concesiones sobre el sistema político y económico que fueron más allá de lo que era necesario. Seguramente ese sí es un debate por el que vale la pena gastar energías, porque abordarlo permite también enfrentar la discusión clave respecto a lo obrado, las razones de la derrota y la identidad de un proyecto político de centroizquierda para el futuro.

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