Era necesario



Por Eduardo Arriagada, profesor de la Fac. de Comunicaciones e integrante del Laboratorio Social Listening UC

Algunos analistas afirman que el 6 de enero fue un buen día para la democracia. Aunque afectó la imagen de Estados Unidos, funcionó el límite a un Presidente derrotado en las urnas que se rehúsa a aceptar el resultado democrático y alienta la sedición. La respuesta institucional fue la apertura del proceso de impeachment.

Hubo señales muy graves. Entre miles de fans y turistas de Instagram, se confirmó que militares en retiro usando vestimenta de guerra y policías en activo de otras ciudades llegaron al Capitolio para realizar actos de violencia. Las primeras investigaciones hablan de un centenar de personas camufladas profesionalmente, entre los que puede haber “lobos solitarios”. Expertos tienen imágenes que confirman que hubo grupos que se movilizaron coordinados como paramilitares. Resultado, cinco fallecidos.

Dos días después, las principales plataformas sociales suspendieron las cuentas de Donald Trump para impedir la repetición de llamadas a la violencia contra la siguiente ceremonia de la transición presidencial, el acto de inauguración. No solo se suspendieron las cuentas del Presidente en Facebook, Twitter, Youtube, sino que también la red alternativa Parler, espacio favorito de grupos radicales, fue desactivada de los servidores de Amazon.

Valoro que estos hechos se hayan convertido en un punto de inflexión del rol con el que las empresas deberán enfrentar en el futuro los discursos del odio, y la desinformación. Ambos explican los extremos que hemos alcanzado.

Las medidas no fueron realizadas adecuadamente. El analista Rafael Rubio cuestionó que pareció una cortina de humo para disipar las sospechas sobre la responsabilidad que tienen Jack Dorsey o Mark Zuckerberg en lo sucedido. Propuso la necesidad de acordar un procedimiento claro, transparente y recurrible que exija que las empresas deban explicar las motivaciones de la medida.

Independiente de que cada país debe contar con una legislación que consiga que estas poderosas plataformas tecnológicas asuman su responsabilidad respecto de los contenidos violentos y antidemocráticos, es necesario que ellas también cuenten con protocolos que impidan que se repitan acciones como la del ataque al Capitolio.

Estas empresas ya han implementado sistemas de moderación que buscan asegurar la seguridad del espacio. Acciones inmediatas contra intentos de suicidio o actividades de abusos de menores que son enfrentadas con sistemas que se complementan con un trabajo judicial posterior. Facebook opera con un Consejo Asesor externo, un espacio formal de apelación sobre otro tipo de decisiones de moderación de la empresa.

El creador de la red Flipboard, Mike McCue, nos recordaba esta semana que la actividad de los usuarios de estos espacios se debe asumir como una licencia de conducir y no como un derecho sin límites. Hace años que es habitual que se retiren contenidos y se suspendan cuentas. Respecto al ataque al Capitolio Twitter informó de la suspensión de más de 50 mil cuentas.

José Miguel Vivanco asegura que “el daño que ha hecho Donald Trump a la democracia americana, el incitar a la violencia y avalar grupos extremistas, ha representado un gravísimo retroceso para la causa de los derechos humanos”. Queda mucho por resolver, pero debemos valorar que las empresas, asumiendo la responsabilidad moral que tienen, hayan suspendido las cuentas por estas dos semanas. Era necesario.

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