
Las dos almas de la primaria
La primaria del 29 de junio será uno de los episodios más gravitantes para la izquierda en su historia reciente. Su resultado puede marcar el derrotero del sector, quizá sin punto de retorno, pues lo que está en juego es mucho más que la selección de un candidato para la papeleta de noviembre; es el control por la hegemonía de la izquierda, entre dos sectores que hoy forman parte de un mismo gobierno, pero que operan con estilos, visiones y trayectorias distintas.
Sería ingenuo suponer que ambas almas —una formada por los partidos del Socialismo Democrático, y la otra formada por el Frente Amplio y el PC, lo que alguna vez se conoció como Apruebo Dignidad— llegan a esta primaria con el mejor de los affecto societatis. Los primeros miran con aversión el idealismo, los errores y volteretas del FA y el PC en temas como el TPP-11, los indultos o el manejo de casos como los convenios o la venta de la casa de Allende. Y en sentido inverso, los ex Apruebo Dignidad acusan a sus socios de tibios, y de que el peor escándalo del actual gobierno (el caso Monsalve) no tiene su firma, sino del PS.
Por todo ello, ambos bloques llegan a la primaria con la necesidad imperiosa de ganar. Perder esta primaria no sólo significa quedarse fuera de la papeleta. Significa perder la batalla.
Para la socialdemocracia ganar es un mecanismo de supervivencia. Si pierden, se verán obligados a apoyar a alguien que proviene de un mundo —como dijo Landerretche, en un arranque de honestidad brutal— en el que desconfían. En este sentido, la candidatura de Tohá tiene un gran punto a favor: sólo ella representa al mundo del socialismo democrático (con el perdón de Mulet) y no debe dividir sus votos. Qué distinto sería el análisis, a esta misma altura, si Paulina Vodanovic se hubiera mantenido en competencia.
Pero la izquierda más dura también necesita el triunfo: no sólo para confirmar que no han perdido la base de apoyo a Boric en 2021, sino sobre todo porque para muchos de ellos el triunfo del socialismo democrático sería un franco retroceso, y una renuncia sin realismo.
El problema es que esta segunda alma llega dividida a la contienda, con Jara y Winter como competidores. Ambos se disputan un electorado al menos similar y, de hecho, se corre el riesgo de que —sumados— Winter y Jara saquen más votos que Tohá, pero queden en segundo y tercer lugar.
Con todo, esta teleserie no terminará el día de la primaria. Los afiches que advierten que “Las caras del pasado no resolverán los problemas que dejaron”, por un lado, y las figuras del socialismo desmarcándose del FA y el PC, por otro, auguran un malestar que difícilmente se arreglará con un simple espaldarazo al ganador o ganadora después de la primaria. La gran incógnita, por tanto, es si ese resentimiento irá apagándose entre julio y noviembre, o si por el contrario, estas dos almas, que hoy habitan un solo cuerpo, terminarán por desmembrarse del todo.
Por Roberto Munita Morgan, director de Administración Pública de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.
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