Por Ana Luisa Muñoz, académica, investigadora, feminista; Andrea Lira, académica, profesora general básica, investigadora; y Adriana Bastías, presidenta de la Asociación Red de Investigadoras

“No hay planeta B” es el cartel que una de las autoras ve al salir todos los días en la casa de sus vecinos. Ha sido también el slogan usado por adultos, niñas, niños y niñes alrededor del mundo que se unieron el 2019 en la huelga global por el cambio climático. En esta iniciativa liderada por Greta Thunberg y sus “Viernes por el futuro” las infancias han levantado la alerta sobre la crisis climática y la urgencia de acciones de parte de los gobiernos para dejar atrás el negacionismo, escuchar a la comunidad científica y responder con soluciones sustentadas en evidencia.

Siendo la crisis climática uno de los temas urgentes y fundamentales de abordar con seriedad ahora y durante las siguientes décadas, consideramos relevante situar desde la Convención Constitucional liderazgos que avancen y continúen la conversación sostenida de conocimientos que nos permitan situar y expandir la responsabilidad que como personas tenemos este planeta y con la construcción de una nueva relación con la naturaleza. En esta conversación consideramos tres aspectos fundamentales que se articulan en esta discusión: ciencias, feminismo decolonial (o indígena) y justicia social, entendiendo que el impacto del cambio climático es desigual, y afecta a los territorios de manera diferenciada, pero también a las personas dependiendo de su clase social, raza, etnia, edad y discapacidad.

La escritura de una nueva Constitución es una oportunidad única para consolidar en el texto más importante de nuestro país el tipo de relación que queremos tener con nuestro planeta. Para ello, necesitamos liderazgos que pongan en el centro tres formas entretejidas de construir esta relación: ciencias, feminismos indígenas, y justicia social. Este tejido se construye considerando los conocimientos indígenas, que tienen siglos de desarrollo, sobre formas de relacionarse con lo vivo y no vivo desde el reconocimiento de una interdependencia virtuosa. La relación naturaleza - persona ha sido desarrollada hace siglos por las epistemologías indígenas que han insistido en la necesidad de desarrollar una visión holística de la tierra, desplazando las dicotomías establecidas por la modernidad. Los ejemplos alrededor del mundo son innumerables para comprender las formas en que comunidades indígenas han desarrollado una gestión para resguardar y proteger la biodiversidad. Otra parte de este entretejido requiere el reconocimiento de la forma en que los efectos del cambio climático nos impactan de forma desigual. A pesar de que sabemos que los efectos del desastre ambiental serán globales, igualmente es necesario tener una mirada descentralizada de los impactos del cambio climático en los territorios, pero, además, con perspectiva de clase. Un ejemplo de ello en Chile es la escasez de agua y las zonas de sacrificio. Finalmente, el entretejido se completa con los conocimientos que la comunidad científica ha avanzado respecto de lo que sabemos del cambio climático y el desastre ambiental que existe y lo que se viene. Cientos de comunidades científicas alrededor del mundo han planteado un consenso fundamentado en investigación científica rigurosa que las personas hemos causado este calentamiento global y se deben tomar acciones urgentes con politicas de gobiernos sostenidas en la investigación.

La siguiente presidencia de la Convención Constitucional requiere liderazgos que potencien estos tres hilos. Reconocemos, que el proceso de cambio constitucional ha avanzado aspectos clave como la creación de una Comisión sobre conocimientos, el posicionamiento de miradas feministas y la comprensión de los aportes desde perspectivas indígenas para comprender problemas globales y nacionales. Por lo tanto, consideramos relevante avanzar en liderazgos que apoyen esta visión en nuestra sociedad y los avances desarrollados por la actual presidenta Elisa Loncón. Un liderazgo transversal y social que le permita el diálogo con los distintos sectores políticos representados en la Convención Constitucional, pero, además, reconociendo las desigualdades entretejidas en las problemáticas que vivimos, y considerando seriamente los aportes que las ciencias y los conocimientos pueden aportar a eliminar las desigualdades e injusticias. No tenemos planeta B, por lo tanto, abordar la crisis climática es urgente y es ahora. Urgencia que requiere considerar diálogos entre ciencias, feminismos e indigenismo.

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