Responsabilidad en propuestas tributarias

reforma tributaria


Desde la oposición no cesa la presión por avanzar hacia una nueva reforma tributaria, adicional a la que ya se ha acordado con el gobierno para su aplicación en el corto plazo. Se trata de poder profundizar políticas sociales específicas -objetivo compartido por todos los sectores- pero, también, de recorrer un camino ideológico hacia mayores impuestos a "los ricos", mejores mediciones de desigualdad y un aumento sustancial del peso del gobierno en la economía que algunos ya han situado en 5% del PIB.

Dado que la reforma tributaria afectaría el crecimiento, y porque no es posible descartar que la protesta desde fines de 2019 esté reflejando precisamente una dificultad para asumir lo que se percibe como la nueva normalidad de exiguo crecimiento de nuestra economía, establecer un sustancial aumento en la carga tributaria representaría un alto riesgo de agravar la inestabilidad política.

La experiencia chilena muestra con claridad la vinculación entre economía y política. Así, por ejemplo, cuando la economía chilena experimentó su primera caída en la producción anual desde el retorno a la democracia, con motivo de la crisis asiática, la Concertación tuvo su primer traspié severo y la candidatura oficialista estuvo muy cerca de ser derrotada. Más tarde, en 2009, con la crisis subprime, la economía tuvo un nuevo crecimiento negativo y la centroizquierda fue desplazada del poder por la centroderecha.

Desde 2009 hasta ahora no han vuelto a existir caídas en la producción anual. Pero lo que sí ocurrió, a partir de 2014, fueron cuatro años consecutivos de crecimiento menguado -en promedio bajo 2%- durante el gobierno de la Nueva Mayoría, cuya consecuencia fue la llegada de Chile Vamos al poder. A continuación, en el gobierno actual, tras un 2018 con 4% de crecimiento, la economía evolucionó claramente hacia algún valor bajo 2% en 2019, y parece haberse consolidado la expectativa de que ya no repetiría sus logros históricos. Ciertamente, el efecto económico de pasar desde un crecimiento en torno al 4,5% por año a otro de 2,5% por año, es más grave que una caída transitoria en el nivel de producción anual. Y es razonable pensar que la frustración de la expectativa de crecimiento renovado que llevó a Chile Vamos al gobierno -que tomó cuerpo durante 2019- sea parte importante de la explicación al estallido de protesta ciudadana.

La expectativa de salarios crecientes, mercados en expansión y oportunidades laborales amplias para la totalidad de la población afectan el apego a una gestión o una institucionalidad política. Como demostró 2009, cuando a pesar de una explosión de gasto fiscal para apoyar a sectores vulnerables la Concertación fue sacada del poder, los paliativos fiscales no logran llegar a todos quienes sufren las consecuencias de una economía falta de pujanza. Recuperar la estabilidad política del país supone entonces priorizar desde ahora el crecimiento, lo que es contradictorio con la laxitud fiscal o la promoción directa de nuevas reformas tributarias.

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