Opinión

Sobre la literalidad

Sobre la literalidad Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

Jeannette Jara sostuvo esta semana que sus adversarios están siendo “demasiado literales” a la hora de evaluar sus palabras; y que ello explicaría las críticas que ha recibido por sus errores e inconsistencias. Para entender que una candidata comunista pueda ser a la vez socialdemócrata, estar en contra de la nacionalización del cobre e incluirla en su programa y, ahora, oponerse al tercer retiro de fondos previsionales y también respaldarlo, se requiere el esfuerzo de no ser demasiado “literal”. El problema entonces es nuestro, de los oyentes, que no alcanzamos a captar los matices o la complejidad que encierran este tipo de definiciones. Somos demasiado básicos y lineales.

Con José Antonio Kast pasó más o menos lo mismo: sus expresiones señalando que para cierto tipo de problemas “el Parlamento no es tan relevante”, porque las leyes están aprobadas y basta la voluntad de aplicarlas, encendió la pradera. Sus adversarios quisieron ver en ellas una intención de pasar por encima de la Constitución y las leyes, en caso de llegar a La Moneda. Otros confirmaron la vocación autoritaria del republicano, su deseo de gobernar por decreto o la manifestación de un inconsciente iliberal. A diferencia de la candidata oficialista, el error de Kast fue confiar en las palabras y, sobre todo, en la buena fe de las interpretaciones, algo que en estos tiempos es una completa ingenuidad.

Los candidatos debieran tenerlo claro: sus errores, falsedades o imprecisiones son hoy munición electoral, que será usada sin miramientos. Si ellos no son capaces de cuidar sus palabras, de ser fiel a su relato y a su propia trayectoria, nadie lo hará. Jara quiere convencernos de que su identidad política no es la que todos presuponemos, que puede ser comunista y de centroizquierda a la vez. Kast, por su parte, necesita que la demolición de su legitimidad para gobernar en democracia no se inicie antes incluso de haber ganado la elección, porque es obvio que, si eso llega a ocurrir, dicha estrategia se pondrá en acción desde el primer día. En rigor, el inconsciente de sus detractores también ha sido en estos días develado.

Se hace muy difícil tener una campaña presidencial razonable en dichas condiciones. Porque esta lógica lo que busca no es el respaldo a las ideas propias, sino alimentar el miedo y la desconfianza al contrincante; que la gente vote en contra de algo o de alguien, no a favor. Menos todavía que exista la posibilidad de explicitar convergencias, diagnósticos y propuestas comunes entre sí. No sabemos con certeza quién ganará la próxima elección presidencial, pero sí podemos anticipar que en el actual contexto el proceso de polarización seguirá su curso, haciendo cada día más difícil abordar el ciclo de deterioro de todo lo demás.

Nos hemos quedado ya incluso sin palabras. No importa lo que se diga sino sus interpretaciones. Y ellas siempre serán las peores, las más mal intencionadas. La literalidad es el último muro de contención que ha caído en estos días.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

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