Opinión

Un hombre irrepetible

Muere Marchionne, exconsejero delegado de FCA que sacó de la crisis a Fiat

Esta semana, la Fiat estuvo en el centro de la noticia, por la sorpresiva e increíble muerte de Sergio Machionne, su principal directivo, algo que hizo temblar los mercados. Terminaba la era de un hombre que muchos consideraban el salvador de la compañía, el único que en estos años fue capaz de suplir, al menos en una parte, el vacío de liderazgo que dejó Gianni Agnelli, el padre de la empresa más simbólica de Italia.

Por eso no es raro que la noticia hizo volcar los recuerdos a la mítica figura de este último, l'Avvocato, como lo llamaban todos. Un hombre superior no sólo en Italia; también en el mundo. Porque Agnelli es la Fiat y mucho más. Fue el que negoció y convenció a los aliados, después de la Segunda Guerra, para que la empresa siguiera siendo italiana. El que, en 1969, compra Ferrari para que no pase a manos de la Ford. El que evita que la compañía colapse en los años setenta, cuando Italia cae en manos de la violencia de las Brigadas Rojas.

Pero "el abogado" era mucho más que eso, como queda de manifiesto el documental recientemente estrenado por HBO, Agnelli. En él se advierte la importancia histórica de un hombre que gobernó la Fiat como si estuviera gobernando Italia. Y no estaba tan equivocado. Como dice el propio Henry Kissinger, su amigo, quien lo califica como el mejor embajador y el hombre más influyente que tenía el país.

Pero su poder no sólo radicaba en su posición y fortuna.

Agnelli era también un hombre muy culto, gran coleccionista de arte y amante de la buena vida. Para esto, tenía las tres cosas que los italianos más aman: mujeres, autos y fútbol.

Sus apariciones en la pista de la escudería Ferrari para conversar -y dirigir- a Michael Shumacher serán siempre recordadas. Lo mismo cuando llegaba de improviso al estadio de la Juventus, a ver a su amigo y empleado, Allessandro del Piero. Ahí el entrenamiento se detenía; todos querían escuchar al gran Agnelli.

Como es un clásico en estos personajes, todos lo admiraban y también temían. Pero infundía un respeto único. Por eso, si hubiera estado vivo, ningún trabajador de la Fiat hubiera amenazado con ir a la huelga, como lo hicieron, por el reciente fichaje de Cristiano Ronaldo a la Juve, protestando por su alto sueldo. Para él hubiera sido inaceptable: ¿qué puede ser más importante que lograr otro scudetto?, hubiera dicho.

De a poco se fue convirtiendo en leyenda. Considerado el hombre más elegante y mejor vestido de su época, Agnelli logró una ecuación única: que todas las mujeres quisieran estar con él y que todos los hombres quisieran ser como él.

En ese plano, famoso es el incidente con Jackie Kennedy, quien visitó a la familia Agnelli junto a su hija, y Gianni no se despegó de su lado. Al cabo de unos días, Jackie recibió un telegrama firmado por John, su marido presidente, que era muy claro: "Menos Agnelli, más Caroline".

El documental lo presenta como un gran vividor. El que podía subirse al helicóptero para esquiar en Cerdeña en la mañana, almorzar en París y volver en la tarde a su oficina en Turín. Amante de la velocidad, quienes alguna vez se subieron a un auto con él juraron nunca más hacerlo. Pero nadie, nadie, parecía escapar a sus encantos.

Así la mezcla de un hombre que supo convertirse en el gran forjador de la empresa más importante de Italia y el mejor representante de su país en el extranjero, unido a una persona que supo disfrutar cada minuto de su vida, sin duda lo vuelven un hombre irrepetible.

¿Su defecto? La vanidad. Como dicen sus amigos, Gianni Agnelli se adoraba. En suma: no se cambiaba por nadie.

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