Paula

Adulta mayor en cuarentena: "No sabemos cuánto nos queda de vida y ahora nos obligan a no salir"

A sus 84 años, Adriana Hernández vive su cuarentena sola en un departamento en La Florida. Y aunque la recomendación para adultos mayores de 80 años es no salir nunca de sus casas, confiesa que lo hace porque necesita ver otras caras y lugares. Y que a estas alturas de su vida no tiene miedo a la muerte. "Creo que lo más importante es no volverse loca", afirma.

tercera edad coronavirus

"Hace cuatro meses que me cambié de mi departamento en el centro a otro en La Florida, en el paradero 15. Justo me tocó la cuarentena aquí, totalmente sola porque no conozco a ningún vecino. Además la mudanza fue muy dura, porque días antes me caí –me quebré el tabique nasal y el brazo– y mis hijos tuvieron que hacerse cargo de todo, entonces embalaron mis cosas, me botaron otras y me compraron todo nuevo, como si fuera novia. Se me perdieron muchos recuerdos que como vieja sensible buscaba y constantemente volvía a mirar. Por eso adaptarme a este nuevo espacio, sin todas mis cosas, fue un proceso difícil.

El día en que supe que los mayores de 80 años no podíamos salir de la casa fue terrible, porque el hecho de vivir sola ya me cuesta. Soy una persona súper sociable que necesita estar en contacto con otros. Desde que murió mi marido, hace 29 años, me las arreglo para no sentir soledad. Nunca me ha dado miedo, pero sí extraño conversar. Tengo muchas plantas y he aprendido a hablarles porque me dijeron que era bueno. Las saludo, les pregunto cómo están, les digo que se ven preciosas, que les salieron hojitas nuevas. Y la tele siempre está prendida: necesito escuchar voces para no volverme loca. Además, en el consultorio me dijeron que es bueno leer en voz alta para ejercitar mi oído, sino se deteriora.

Desde que comenzó la pandemia veo más televisión, sobre todo noticias, las teleseries de la tarde y series policiales en la noche ¡Me puedo quedar hasta las tres de la mañana viéndolas! Volví a tejer –empecé a hacer unas pantuflas– y me preocupo de hacer aseo y cocinarme todos los días, porque me gusta comer variado. Mis hijos me llaman siempre en la noche y ahí me tomo mi tiempo para contar lo que hice en el día y comentar las noticias.

Tengo una vecina que a veces se ofrece para comprarme cosas, pero el que más me abastece es mi hijo menor, que a veces me trae tantas cosas que no sé dónde meterlas. Pero el pan, por ejemplo, lo compro yo. Voy al supermercado que tengo al frente, porque además necesito salir. En ese sentido, he sido media abrutada, no sé si me cuido tanto. Siento que con mi mascarilla y guantes no me va a pasar nada, porque nunca me resfrío y a pesar de que dicen que no hay que fumar lo hago igual, me fumo como diez cigarros al día.

Soy una persona creyente y pienso que cuando el de arriba diga, va a llegar mi hora. Me han pasado muchas cosas en la vida: viví de cerca el cáncer de mi hijo menor cuando tenía 18 años y al mismo se enfermó también de cáncer mi marido. He pasado por situaciones económicas difíciles, quedé viuda, me asaltaron hace poco. Y a pesar de todo, sigo firme. Soy como un junco: me puedo doblar pero igual quedo en pie.

Creo que si algo me llega a pasar, será lo que tenga que ser. Por eso no estoy de acuerdo con condenar a los adultos mayores. No sabemos cuánto tiempo de vida nos queda, tal vez sean semanas, y por eso no es justo que nos obliguen a estar solos y sin salir. Sería bueno que nos dejaran elegir un poco más para poder disfrutar. Yo actualmente me bato a puro teléfono para estar con las personas que quiero y es triste pensar que mi último tiempo sea así. Me da mucha pena no poder abrazar a mis hijos.

Preferiría salir, hacer mi vida y si me muero en un mes, todo bien. Siempre he dicho que el día en que pase quiero harta gente y hartas flores en mi velorio. Mi hijo me mete miedo: me dice que si me da coronavirus no voy a poder tener un funeral como me gustaría, porque voy a estar aislada. Pero la verdad es que no tengo miedo.

Es importante que las señoras como yo, que nos cuesta estar solas, que nos cuesta el silencio, traten de darse ánimo y vean la posibilidad de salir a caminar de vez en cuando con todas las precauciones, aunque sea una vuelta a la manzana. Que vean otras cosas, otras caras. Porque es importante no volverse loca. A pesar de que ha sido difícil este tiempo, estoy tranquila. Siento que las he vivido todas. Estoy en el presente y doy gracias por un día más, venga lo que venga.

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