Criar a una niña en estos tiempos: “A los adultos no nos queda más que ponernos a su altura”
“Tengo una hija de 11 años que no para de sorprenderme. Fui mamá a los 22 años, bastante joven y creo que eso me ha servido para ser más cercana y tocar diferentes temas con ella. Es una niña que siempre ha irradiado paz y amor, es muy amada porque tiene gran carisma.
Hace unos días, en una de nuestras típicas conversaciones de madre e hija, le pregunté si había algún niño que le gustara. Si pienso bien, no sé por qué le pregunté eso, es algo que quizás me preguntaron siempre a mí desde muy niña y entonces estaba repitiendo un patrón. Ella me miró sorprendida. Me dijo textual: “Mamá, cómo me va a gustar alguien, he estado durante un año encerrada y en clases online”. Me pareció una respuesta sensata. Aun así, insistí: “Pero siempre hay algo que a uno le hace sentir un poquito de amor”, le dije.
Su respuesta, no solo me dejó boquiabierta, sino que me hizo reflexionar profundamente sobre estas preguntas, que parecen simples y cotidianas, pero que en el fondo, pueden generar un daño tremendo en nuestras niñas. Ella me dijo: “Mamá, yo no creo que a una le guste alguien solo por cómo se ve. Cómo podría saber, sin conocerlo, cómo me va a tratar. Eso es mucho más importante, porque el amor a primera vista no existe”.
Me sorprende, y a la vez me encanta, que a su corta edad, sea capaz de hacer esa reflexión. Porque cuando yo era niña jamás le habría puesto tanta atención al trato. A nosotras nos criaron hablando de un príncipe azul, del amor a primera vista, y justamente por eso es que las mujeres hasta ahora hemos aguantado tanto. También me gusta saber que no tienen prejuicios ni temores en el momento de enfrentar su propia sexualidad. Ese día me dijo que por ahora no sentía atracción por nadie, ni por un hombre ni por una mujer. Incluso en otra conversación anterior nos preguntó, a su papá y a mí, qué pasaría si le gustaran las niñas. Nosotros le dijimos en esa oportunidad que daría lo mismo, que sería su opción y que la amaríamos igual.
Recuerdo que ese día también le dijimos que quizás era muy pequeña para definir algo así. Y su respuesta fue: “Y entonces si soy tan pequeña para definir eso, por qué me preguntan siempre si me gusta algún niño ¿Para eso si soy grande?”. Y tiene toda la razón. Hoy las niñas son fuertes, no tienen el miedo que teníamos nosotras de niñas; son una generación que nació en un contexto diferente y me genera esperanza pensar que gracias a eso, vivirán y crecerán más libres y felices.
Criar a una niña en los tiempos de hoy es una gran tarea y también un acto de sororidad, porque implica pensar en las relaciones de mujeres en el futuro, y entonces a nosotros, los adultos, no nos queda más que ponernos a su altura. Dejar atrás esas preguntas que parecen inofensivas, pero que perpetúan estereotipos. Dejar de normalizar esa idea de asociarlas desde pequeñas a un “amor romántico”; a una idea de pareja o pololos de tan chicas. Hay que dejarlas vivir su infancia, fomentarles todo lo que les pueda gustar, no solo lo que siempre se ha asociado a las niñas como las muñecas, las tacitas, los maquillajes y los príncipes. Fue mi propia hija de 11 años, la que con sus respuestas me hizo ver esto y sus enseñanzas me confirman que hoy tengo una super poderosa.
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