Olimpia y su lucha contra el acoso digital: “Para mí la venganza no es la ley ni la pena que impone, es empezar a ser feliz”




Cuando la mexicana Olimpia Coral (30) tenía 18 años, se grabó practicando sexo con su novio. Mientras lo hizo no vio el peligro ni menos imaginó lo que vendría después. Su desnudo se hizo viral en manos de su, ahora ex novio traidor, que expuso su intimidad en las redes. Lo que vino después fue la sensación de no querer existir, de desaparecer, que se materializó en tres intentos de suicidio. “Mi madre me salvó, porque en vez de enojarse, me dio su apoyo. Aunque sufrió y lloró tanto como yo, se mantuvo firme. Un día me levantó la barbilla y me dijo que le daría vergüenza tener una hija ladrona o asesina, pero que un cuerpo desnudo no da vergüenza”. Cuenta que después señaló una por una a las primas que estaban en la pieza donde se encontraban: “Ella coge, ella también coge, yo también, el presidente también, eso no es un delito. No has hecho nada malo y no tienes la culpa”, le dijo.

La lección de su madre –que describe como “un acto feminista”– no solo la ayudó a salir del camino de autodestrucción al que había entrado, sino que la impulsó a redactar –cursando segundo de Derecho–, una reforma que entró en vigencia en la Ciudad de México el 22 de enero de 2020 y que penaliza a quienes graban y difunden sin consentimiento imágenes sexuales. Luego de eso su cara, que por un tiempo quiso esconder por vergüenza, salió entre las 100 más influentes del mundo, en la revista Time.

Hoy reconoce que el feminismo le salvó la vida. “Si yo hubiese sabido todo lo que ahora sé tal vez no habría intentado suicidarme. No hubiese pasado el dolor que pase. Ni el rechazo a mí misma. Ni el asco de mi cara y de mi piel”, dice. Y por eso, además de redactar la ley que lleva su nombre, se transformó en activista e imparte conferencias y talleres. “El feminismo no te lo enseñan en la escuela, no te enseñan a ser libre, a luchar, solo a callar y cerrar las piernas; no te rías así, no te comportes así… no debes provocar a los hombres. Y me importa que las niñas lo sepan porque fue lo que a mí me salvó”, confiesa.

En México Olimpia consiguió que las mujeres contaran con un amparo legal, pero en nuestro país son muchas las mujeres que a lo largo de sus vidas han sido víctimas de la difusión de imágenes íntimas sin su consentimiento y no cuentan con una ley que las proteja. En un estudio realizado en el 2019 por el Observatorio Contra el Acoso Callejero, se develó que de las 1.300 personas encuestadas, un 77,2% de las mujeres entre los 18 y 26 años reconocía haber sido víctima de algún tipo de violencia sexual cibernética, sea ésta una amenaza por redes, la publicación de fotos íntimas, o la grabación sin consentimiento. A su vez, en el 2018, la Fundación Datos Protegidos reveló que un 13,5% de las mujeres había sufrido la difusión de imágenes íntimas sin su consentimiento. Y es que ésta en particular es una práctica comúnmente conocida como “porno venganza” o “pornografía no consentida”, y es cada día más común.

De abril a junio del 2020, la fundación Amaranta, que busca acompañar y educar a mujeres en seguridad digital, también realizó una encuesta en la que dio cuenta que de 530 mujeres encuestadas, 17 había vivido la difusión de sus imágenes íntimas sin consentimiento; 225 de ellas había vivido violencia verbal; y 200 algún tipo de acoso u hostigamiento. De los atacantes, se reveló que un 41,9% se trataba de perfiles anónimos y un 18,1% eran parejas o ex parejas.

En junio del 2020, las diputadas Maite Orsini (RD) y Maya Fernández (PS) presentaron un proyecto de ley denominado Ley Pack que pretendía regular y sancionar la difusión de material pornográfico sin el consentimiento de las víctimas, una legislación que se planteó como una medida urgente para proteger a las mujeres en el entorno digital en un contexto de pandemia. Hasta la fecha, e incluso después de haber pasado por modificaciones en diciembre de ese año –fueron las organizaciones sociales las que identificaron que no bastaba simplemente con sancionar, ya que se trata de una violencia de género como cualquier otra y por ende había que trabajar igualmente en la prevención–, la ley se encuentra en tramitación en el Congreso y en este momento no existe amparo legal para aquellas personas que habiendo entregado imágenes o autorizado el registro, sean víctimas de la difusión de tales.

Olimpia cree que contar con un respaldo legal es importante, pero mucho más lo es el que una mujer que viva una experincia como ésta, logre volver a caminar feliz. “Para mí la venganza no es la ley ni la pena que impone, es empezar a ser feliz. Esa es la verdadera venganza. Ser feliz en un mundo que nos limita, con sus estereotipos de belleza, con las mujeres expuestas en la vitrina pública para que te vean y te juzguen. Yo salía de casa escondida como si fuera una delincuente. Ahora les digo a todas: no les crean, no es cierto que tu vida se arruina, no es cierto que tuviste la culpa, no es cierto que tu cuerpo es un crimen”.

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