Por Cristóbal FuentesJackson y su autocrítica tras la derrota: menciona Temucuicui, indultos y su gestión en la Segpres como errores
Aunque el exministro reafirma que el gobierno de Boric tuvo logros importantes, reconoce que algunos episodios de la administración -así como también de la Convención y el avance global de la derecha- terminaron por impactar el resultado del domingo. También postula el cierre de un ciclo que se abrió con la movilización pingüina y que el triunfo de Kast quedó sujeto a interpretación, pues él ocultó su agenda valórica en campaña.
A tres días de la mayor derrota de la izquierda en una elección presidencial desde el retorno a la democracia, Giorgio Jackson decidió compartir sus reflexiones ante el resultado que llevó a José Antonio Kast a La Moneda, a través de una extensa columna titulada “El fin de un ciclo, ¿qué esperar ahora?“, que ha comenzado a circular hoy entre la militancia del Frente Amplio (FA).
El exministro y militante del FA plantea en ella que, tal como dijo Jeannette Jara, ”hay una necesaria autocrítica que hacer”. Consultado respecto al texto, el exdiputado confirmó que él lo ha difundido para alimentar la reflexión y la autocrítica tras las elecciones.
En el documento, Jackson plantea algunos puntos que, a su juicio, ayudan a explicar el resultado del domingo. Esto en la antesala del comité central de su colectividad, la máxima instancia de decisión partidaria, que sesionará este jueves.
Uno de ellos, sugiere, es el estallido social. “Se presenta como la cúspide de ese proceso de movilización y abrió una disputa interpretativa que aún marca la política chilena”, sostiene.
Otro es el proceso constitucional. Tanto el de la Convención como el del Consejo. Jackson explica el doble fracaso a través de tres “planos generales”. En primer lugar, el diseño institucional y la composición del órgano, que se caracterizó por la inclusión de independientes y su división en 17 colectivos, con una derecha disminuida que tempranamente se decidió por el Rechazo.
En segundo lugar, propone que “la Convención funcionó como una continuidad del estallido social: expresiones identitarias, performances públicas, ímpetu de revancha y tensiones entre lo constituido y lo por constituir".
Por último, sugiere que afectó “la brecha con la ciudadanía”. En ese sentido, explica que “la opinión pública se movió con rapidez” en base a episodios como “la interrupción del himno al comienzo, el escándalo de Rodrigo Rojas Vade (...), los disfraces en el salón del Congreso, convencionales votando desde la ducha o una performance de campaña del apruebo que incluía, sí, sacarse una bandera chilena del ano”.
Pero, además, menciona “una campaña del rechazo que desde un texto con falencias armó clivajes simples —y en varias ocasiones falsos— (...)“.

Uno de los puntos centrales del análisis de Jackson, y en el que hace la autocrítica, tiene que ver con el gobierno del Presidente Gabriel Boric, del que él fue parte hasta agosto de 2023.
Menciona que “hubo hitos que —con mayor o menor difusión— considero errores evitables que perjudicaron la gestión e imagen del gobierno”. Dentro de ellos, incluye “las erráticas señales iniciales en la conformación de la coalición y los equilibrios (...)”, “la ausencia de un rol más activo en el proceso constitucional una vez finalizada la segunda vuelta”, su rol a la cabeza de la Secretaría General de la Presidencia “como barrera para la consolidación de confianzas en la coalición, agravados por las torpes declaraciones sobre la ‘escala de valores y principios’”.

Además, el exministro considera que otros episodios que pesaron fueron la incursión en Temucuicui, “el desprolijo proceso de indultos”, “el error de cálculo en el rechazo de la reforma tributaria”, la fallida compraventa de la casa de Salvador Allende y “la aplicación de una metodología errada” que ampliaba el alza de precios de la luz.
“Seguro esta lista de errores no forzados podría continuar, desde nombramientos hasta actuaciones (...) que comenzaron a crear una sensación de frivolidad en torno al uso de los cargos, además del permanente cuestionamiento a los sueldos (...), materia en la que (...) se pudo avanzar más de lo establecido en los instructivos (...)”, agrega.
También identifica como hitos las gestiones que “alguien podría argumentar que permitieron construir una imagen de contradicción o abandono con el mandato recibido”. En esta categoría menciona el acuerdo Codelco-SQM, el de pensiones que no terminó con las AFP. “No queda claro cuánto de esto pudo traducirse en pérdida de votantes, pero sí alimentó una idea de inconsistencia o travestismo político”, sostiene.
Además, destaca dos episodios que requieren especial atención: los casos Convenios y Monsalve. “Se trata de bombazos que pegaron directamente en la línea de flotación del gobierno”, admite.
Jackson defiende los logros de la gestión de Boric
Luego, el exdiputado enfatiza que “no todo es autocrítica”. En esa línea, propone que “el desarrollo de estos cuatro años de gobierno permite mostrar importantes logros del gobierno”. Dentro de ellos, destaca el aumento de las pensiones, del salario mínimo, la disminución de la jornada laboral, el copago cero, la ley de pago de pensiones de alimentos, el plan nacional de búsqueda, la transformación del penal Punta Peuco, entre otras reformas.
Dentro de los aspectos de gestión, remarca la reducción de la conflictividad social, la “normalización de la economía”, la campaña de vacunación de invierno y la disminución de la violencia en la macrozona sur, entre otros avances. “Quienes predijeron que este gobierno sería caótico y con pésimos resultados económicos o sociales, se ven complicados en argumentar que algo de aquello haya ocurrido”, asevera.
Ola conservadora
Jackson postula que otro elemento que habría influido en el resultado del domingo es “la ola conservadora”. Él es de la idea de que la “ultraderecha dejó de ser una rareza para convertirse en un actor que marca agenda en todo el mundo”. Junto con eso, destaca que el relato de “ni facho ni comunacho” emitido por Franco Parisi “terminó representando a casi dos millones y medio de votantes que se sintieron alejados del resto de las alternativas políticas”.

A modo de balance, como último punto de su columna, Jackson resalta que Kast “sacó un 23,92% en la primera vuelta presidencial, lo que representa la peor votación porcentual en primera vuelta de un presidente electo en Chile”. En ese sentido, sugiere que él “tuvo una victoria contundente e inapelable, pero su mandato quedó sujeto a interpretación”. Esto, explica, “no solo porque muchos votos son ‘prestados’”, sino porque durante su campaña escondió ”la agenda conservadora de su partido”.
Con la elección concluida, Jackson es de la idea de que “se abre un nuevo ciclo y empezamos a enfrentar con mayor nitidez prioridades distintas, que responden a condiciones distintas, y que serán a ratos contradictorias o al menos ambivalentes respecto al ciclo recién finalizado”. En su columna, identifica el inicio del ciclo en la revolución pingüina de 2006.
En ese contexto, él propone que “los sectores progresistas” tienen la tarea de “escuchar con humildad” y de “bajar los niveles de ansiedad”, porque “durante un buen rato no tendremos respuestas y la única forma de obtenerlas será dotando a nuestras estructuras partidarias de la voluntad y capacidad de escucha en todo el territorio nacional”.
Y agrega: “Otra tarea no menor es resistir la tentación de las pasadas de cuenta dentro de la coalición, porque podría poner en riesgo lo avanzado estos cuatro años de construcción de confianzas y generación de síntesis colectiva. Será clave encontrar nuestro rol como oposición firme, responsable y propositiva”.
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