Columna de Josefina Montenegro: “ASG, ¿transformarse o estrellarse?”

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Josefina Montenegro

"Parte de su tarea es llevar estos asuntos al corazón de las estrategias de negocios de sus respectivas organizaciones y de abordarlas con una mirada integral. En este sentido, su capacidad de liderar e impulsar los espacios de colaboración, de alineamiento y de cambio cultural necesarios resulta fundamental para que la nueva normativa se traduzca en información confiable, veraz, transparente y real".


¿Por qué se espera tanto de las empresas hoy en día? Es claro que las empresas hoy enfrentan una realidad cada vez más desafiante. Retos como las exigentes expectativas ciudadanas de contar con una gestión transparente y de aportar de manera concreta a la sociedad, ponen en relieve la necesidad de transitar hacia una nueva forma de hacer empresa.

La creciente adopción a nivel internacional y en Chile de los llamados estándares ambientales, sociales y de gobernanza (ASG), con metas y objetivos definidos, representan un avance relevante. Se trata de un paso necesario para que las empresas caminen hacia el desarrollo sostenible, a una gestión responsable y a la creación de valor para todos sus stakeholders.

¿Basta el compromiso voluntario de cada empresa con los estándares ASG?

Al parecer no. Este año se concretó la primera etapa de implementación de la nueva normativa 461 de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), en virtud de la cual las sociedades anónimas abiertas - con activos totales consolidados con valor superior a 20 millones de UF - debieron incorporar en sus memorias anuales el reporte de sus políticas, prácticas y metas adoptadas en materias ambientales, sociales y de gobernanza, en línea con los estándares que les exige esta regulación.

La aplicación de esta norma supone una serie de desafíos para las empresas y especialmente para sus directores y equipos ejecutivos. Implica una verdadera transformación cultural en la lógica de hacer empresa en Chile, esto es, un cambio que establezca mecanismos eficaces para alinear y comprometer a todos los miembros de una organización en pos de una gestión responsable, que por cierto va mucho más allá de lo que tradicionalmente entendemos por sostenibilidad.

El reto es mayor porque también incluye avanzar a culturas internas más diversas e inclusivas, entender de manera más amplia la inserción y el rol que cumplen las empresas en la sociedad.

Reportar la gestión en temas ASG conlleva un esfuerzo adicional. Junto con informar lo que una empresa hace, también implica dar cuenta de una responsabilidad extendida, al considerar a los proveedores de la empresa, y por ende a su cadena de valor.

Entonces, ¿cuál es el rol y la relevancia que cumplen los miembros de los directorios en esta transición? Sin duda, su papel es clave, ya que la nueva normativa les impone el reto de superar la visión de compartimentos estancos que tradicionalmente primaba a la hora de reportar los avances y brechas en materia de ASG.

Ahora, en cambio, parte de su tarea es llevar estos asuntos al corazón de las estrategias de negocios de sus respectivas organizaciones y de abordarlas con una mirada integral. En este sentido, su capacidad de liderar e impulsar los espacios de colaboración, de alineamiento y de cambio cultural necesarios resulta fundamental para que la nueva normativa se traduzca en información confiable, veraz, transparente y real.

A ello se suma el desafío que tendrán las directoras y directores de ejercer un rol eficaz de supervisión y control sobre la confiabilidad de la información entregada por terceros pertenecientes a las cadenas de valor de las empresas. Ello implicará establecer mecanismos sobre las cuales hoy no existe mucha experiencia en el país.

La investigación internacional muestra que el papel del directorio en materias ASG está evolucionando y que es necesario reforzar su rol. Según un estudio de EY de 2022, realizado a líderes de empresas europeas, el principal desafío al que se enfrentan las organizaciones en este ámbito es la falta de compromiso del directorio para tomar decisiones que integren plenamente los factores ASG y creen valor a largo plazo.

En conclusión, la norma 461 de la CMF es sólo un primer paso, y en mi opinión, muy necesario. Corresponde entonces recopilar información sobre la experiencia que tuvieron los directorios de las empresas al reportar los estándares ASG este año; sus avances, dificultades y brechas. Así los directorios tendremos la oportunidad de aprender y generar las mejoras que sean pertinentes para que las empresas sean un aporte real al medioambiente, a la sociedad y su gobernanza.

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