La señal de debilidad del mercado laboral se venía dando mes a mes con una menor creación de empleo. Si hace un año se creaban más de 300 mil puestos de trabajo, y en el trimestre enero-marzo 80 mil, ahora en el trimestre febrero-abril se generaron solo 20 mil nuevos puestos de trabajo, siendo la cifra más baja desde febrero-abril del 2021, en plena pandemia.

Una de las explicaciones de esta menor creación de empleo es que los trabajos informales se siguen destruyendo. En este trimestre terminado en abril hubo una baja de 216.807 puestos de trabajo completando seis meses de caídas en la informalidad.

Así, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de ocupación informal se ubicó en un 25,8%, decreciendo 2,4 pp. en doce meses. En el mismo período, las personas ocupadas informales disminuyeron un 8,2 %, incididas tanto por los hombres (-8,0 %) como por las mujeres (-8,5 %).

En cuanto a la evolución de la tasa de desempleo, tampoco hubo buenas noticias, ya que subió en 0,3 puntos porcentuales en un año situándose en 8,8% y anotando la primera alza en 14 meses (desde febrero de 2024).

Por su parte, las personas desocupadas aumentaron 4,3%, incididas por quienes se encontraban cesantes (4,1%) y aquellas que buscan trabajo por primera vez (5,9%). De esta manera, la población desocupada llegó a las 907.718, un 4,3% más alto que hace un año y en número es el mayor desde febrero-abril del 2021 cuando hubo 924.974.

Respecto al mismo período del año anterior, la tasa de participación y de ocupación se situaron en 62,2 % y 56,7 %, decreciendo 0,3 pp. y 0,4 pp., en cada caso.

En las mujeres, la tasa de desocupación se situó en un 9,7 %, aumentando 0,2 pp. en el período, la mayor tasa desde el trimestre de abril a junio del 2021, cuando tocó el mismo nivel. El INE lo explicó a un “ascenso del 0,8 % de la fuerza de trabajo, mayor al de 0,5 % registrado por las mujeres ocupadas”.

Las mujeres ocupadas llegaron a 4.008.732, lo que, a doce meses, significó una creación de 21.162. Por su parte, las mujeres desocupadas crecieron un 3,4 %; mientras que la tasa de participación no registró variación en doce meses y se mantuvo en un 52,8 %.

En los hombres, la tasa de desocupación fue un 8,2 %, creciendo 0,4 pp. en un año, a raíz del alza del 0,4 % de la fuerza de trabajo, y la nula variación presentada por los hombres ocupados en el período.

En el gobierno, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, sostuvo que “son cifras más débiles de lo que uno esperaría”. No obstante, aseveró que “normalmente el mercado del trabajo funciona con cierto rezago de la actividad económica”.

Pese a la mala cifra de empleo, el secretario de Estado apuntó a una recuperación para los próximos meses en línea con las mejores cifras de crecimiento. “Creo que en la medida que se mantenga el ritmo de crecimiento que estamos viendo en los primeros meses de este año, y en la medida que eso se vaya consolidando un ritmo de crecimiento mayor, probablemente también vamos a ver una aceleración del empleo”, aseguró.

Las alarmas de los economistas

Las cifras fueron analizadas con cautela por los economistas quienes coinciden en que las cifra muestran una marcada debilidad del mercado laboral que debe mirarse de cerca.

Juan Bravo, director del OCEC-UDP, sostiene que “las cifra recientes revelan un mercado laboral con aspectos altamente preocupantes y que muestran un importante grado de debilidad”.

Para el economista, el hecho de que la tasa de desempleo registrara su primer aumento interanual después de 14 meses sin subir es lo que hace tener una mayor precaución en cuanto a los próximos meses. “Esta alza se traduce en un aumento de 37.479 desempleados respecto a lo observado un año atrás, de los cuales 35.894 están en desempleo de larga duración, es decir, llevan buscando trabajo activamente durante 1 año o más sin encontrarlo. Es decir, el 95,8% del aumento anual de desempleados está en situación de desempleo de larga duración”, comenta el experto.

Para Carmen Cifuentes, economista de Clapes-UC, “el panorama es preocupante”. Y en su argumentación sostiene que “el mercado laboral muestra signos claros de deterioro. Son cifras que, excluyendo el periodo de la pandemia, están entre las peores desde 2010. Esto refleja un mercado laboral que no logra absorber adecuadamente a la fuerza de trabajo disponible, ni generar empleos de calidad de forma sostenida”.

Cifuentes añade que hay múltiples factores que explican el estancamiento del empleo formal. Por una parte, dice que el bajo crecimiento económico limita la capacidad de expansión de las empresas y, con ello, la generación de nuevos puestos de trabajo. Por otra, plantea que se han implementado diversas medidas que han encarecido la contratación formal en el sector privado, y aún se discuten nuevas políticas en esa misma línea. “Esta combinación ha incrementado la incertidumbre regulatoria, desincentivando aún más la contratación formal. Las más afectadas son, sin duda, las pequeñas y medianas empresas, que son justamente las principales generadoras de empleo en el país”, asevera.

Ingrid Jones, economista de Libertad y Desarrollo (LyD) suma en el análisis el hecho de que “la economía crece poco y con perspectivas aun menores para años siguientes: la economía no es capaz de generar nuevos empleos y absorber el crecimiento de la fuerza de trabajo, las personas buscan trabajo y no lo encuentran”.

En Scotiabank indican que las cifras no le hacen cambiar su “evaluación de fragilidad del mercado laboral, aunque las perspectivas son positivas para los próximos meses, especialmente a partir del segundo semestre del año".

En ese contexto, mencionan que “si bien esta cifra revela un deterioro bastante generalizado en el mercado laboral, viene precedido por buenas cifras en meses previos, tanto de esta encuesta como de registros administrativos”. Por esta razón, para el resto del año, proyectan que “el peak de demanda de empleo podría observarse en el tercer trimestre y sería impulsado por los sectores de minería e industria”.