Tomás Izquierdo: "Necesitamos una reforma tributaria mucho más ambiciosa, que eleve la recaudación respecto del PIB"

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A juicio del economista y gerente general de Gemines Consultores, la reacción del Ejecutivo ha sido tardía. En el mediano plazo, recomienda retirar la reforma tributaria en discusión y avanzar en un diseño más progresivo.


Hay un cierto despertar, de que esta es una realidad de la que hay que hacerse cargo". Ese es el diagnóstico que realiza el economista y gerente general de Gemines, Tomás Izquierdo, al evaluar el descontento social que se ha vivido en el país en los últimos días y las posibles vías de solución. Para el experto, es clave que primero se restablezca la paz social, y luego se analicen las medidas que permitan una mejora acelerada de la distribución del ingreso, sin caer en tentaciones populistas.

¿Cómo evalúa la crisis?

-Nadie fue capaz de anticipar esto. Ha habido un deterioro institucional en cámara lenta en Chile, en carabineros, militares, la Iglesia Católica y la política, con un Parlamento que tiene un nivel de aprobación bajísimo. Y, por otro lado, hay desigualdad en nuestra economía que genera resentimiento y temor en la clase media emergente, en temas de salud, educación, pensiones y estabilidad laboral.

¿Cómo evalúa el manejo de la crisis por parte del gobierno? Se han cuestionado mensajes dichos por algunas autoridades

-Hubo desaciertos. Hay daño a la imagen política del Ejecutivo y hacer un cambio de gabinete de verdad, significativo, con nuevos rostros y con nuevo estilo, podría contribuir a apaciguar esta crisis.

¿Y las medidas anunciadas?

-El gobierno fue respondiendo con tardanza frente a la velocidad del movimiento social. Si el miércoles de la semana pasada hubiese bajado la tarifa del metro, quizás hubiese contenido lo que vino después. Cuando ya lo anunció no servía para nada. Por eso la percepción frente a los anuncios del gobierno es que no son suficientes.

¿Cuáles son los riesgos de que las demandas empiecen a escalar?

-Las medidas generan una mayor exigencia a las arcas fiscales, pero no ocasionan gran daño desde el punto de vista de los equilibrios macroeconómicos. Lo que sí puede generar daño es si empiezan a escalar apresuradamente medidas populistas que terminen afectando la estabilidad macro y la inversión.

¿Cómo cuáles?

-Por ejemplo, la fijación de precios. Si hay colusión de precios en la salud y los medicamentos tenemos que ser más decididos en atacarla, pero no se puede caer en la tentación de fijar precios. O que empiece a haber movimientos para que no haya TAG. Eso es absurdo. Las soluciones improvisadas o de corte populista no ayudan a contener la crisis.

¿Ve algún daño más permanente al crecimiento?

-Todavía no se han decantado todos los elementos. Octubre va a ser un desastre, probablemente el Imacec sea negativo, pero noviembre y diciembre no necesariamente. El daño a la infraestructura de transporte de la Región Metropolitana es importante, pero creo que se va a resolver con mayor velocidad que la prevista y en el retail parte de ese consumo se sustituirá por el almacén de barrio.

¿Y en el mediano plazo?

-Si el catastro de inversiones de grandes proyectos no se ve dañada por cambios políticos, institucionales o regulatorios que la desincentiven, el próximo año va a ser mejor que este. Ahora, si se da un frenesí legislativo e irresponsable y la convulsión social se mantiene, el 3% hay que olvidarlo.

¿Y la imagen país?

-Por ahora es un deterioro transitorio: el aumento del riesgo país ha sido bien acotado.

¿Qué sería lo prudente en este momento?

-Primero, que se restablezca el orden, alinear a los partidos políticos para avanzar con mayor velocidad en temas críticos que descompriman la crisis. Lo segundo, hacerse cargo de una agenda responsable de reformas de las políticas públicas, que no hipotequen el crecimiento de mediano y largo plazo, porque de lo contrario es pan para ahora y hambre para mañana.

¿Retiraría la reforma tributaria?

-Por supuesto. ¿Para qué discutir una reforma tributaria si, de entrada, tienes que entregar la reintegración? Además, la presión social puede terminar generando una mala reforma tributaria, con muchas distorsiones. Necesitamos una reforma tributaria mucho más ambiciosa, que eleve la recaudación respecto del PIB, dado que tenemos un diagnóstico más fino de la desigualdad social del país y sin que signifique hipotecar el crecimiento de la economía.

¿Cómo se hace eso?

-Por ejemplo, terminando con las exenciones tributarias: eliminar cosas absurdas como la renta presunta, que los servicios sean exentos de IVA o con un impuesto al diésel que no es equivalente al de los otros combustibles. También bajar el impuesto de primera categoría a las empresas y subir el de las personas, ampliar la base para elevar la recaudación, pero que no atente contra la inversión y el crecimiento.

¿Y el impuesto al patrimonio?

-No es tan loco. A nivel académico esto se está discutiendo para buscar una forma en que el 1% más rico transfiera más recursos al Estado para mejorar la distribución del ingreso. El crecimiento de los ingresos del 1% más rico es mucho más acelerado que el del ingreso promedio de la población, porque tienen la oportunidad de aprovechar inversiones mucho más rentables que el promedio, pueden comprar empresas quebradas baratas y generar grandes ganancias, y participar en mercados ultrasofisticados. Si lo proyectas en el tiempo, el 1% más rico tiene un incremento del ingreso mucho más acelerado que el ingreso del promedio.

¿Cómo podría implementarse?

-Es difícil. Primero, porque hay dudas de la base a tributar. La gente rica tiene distribuida su propiedad en la familia, en sociedades de inversión, etc. Cuesta ver cuál es la base sobre la cual aplicar el impuesto. Además, si se aplica solo en algunos países, que es un tema que hoy la Ocde discute, se van a trasladar las riquezas a esos países que no la gravan o el impuesto es bajo. Ahora, lo más notable es que la gente más rica está dispuesta a que se les cobre más impuesto, porque se dan cuenta que esto no converge, que socialmente genera inestabilidad. Es un desafío ver cómo podemos avanzar en eso.

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