La inacción climática

Chimenea

Ha sido un largo proceso por el cual los científicos, con diversas herramientas metodológicas, han medido el aumento sostenido de la temperatura del planeta y determinado que las actividades humanas representan un aporte significativo sobre este actual proceso de calentamiento. En el presente, negar la evidencia que demuestra el rol de las sociedades humanas sobre el cambio climático ya no es sostenible.

Debido a este consenso es que en Chile y otros países se han desarrollados planes para la adaptación a sus impactos y compromisos de mitigación para ir reduciendo las emisiones de carbono. Sin embargo, en la última década, las emisiones han aumentado en casi un 11%, y los efectos de la pandemia en 2020, muestran claramente que las economías no exhiben un desacople de su dependencia en el combustible fósil.

Así, es claro que las acciones en favor del clima del planeta no están ocurriendo con la urgencia que nos gustaría. En su reciente libro La nueva guerra del clima (2021, PublicAffairs), Michael Mann, uno de los principales científicos que han demostrado el aumento de temperatura global, muestra que el hecho que se acepte la evidencia científica sobre las causas antropogénicas de este aumento, no necesariamente resuelve dicho problema ya que los negacionistas han mudado su estrategia, por ejemplo, aceptando que los humanos aportamos a este calentamiento, pero sosteniendo que no es necesario ser “alarmista”.

Desde ese simple cambio llevan a la “inactividad” bloqueando acciones más ambiciosas en beneficio del clima. La inacción incluye también cambiar el foco desde las responsabilidades y compromisos de las corporaciones y gobiernos hacia el comportamiento individual, ya que aunque todos estamos de acuerdo en promover y adherir a comportamientos que reduzcan las emisiones y nuestro impacto en el ambiente, eso no es suficiente porque se requieren cambios sistémicos para lograr la descarbonización de las economías, de otra forma, las expectativas de reducción de emisiones seguirán en la conveniente inacción de los ex negacionistas.

La noción de un riesgo de catastrofismo global (doomism), también nos lleva a la inactividad al sugerir que la lucha contra el cambio climático es una batalla perdida. Otra arma en el arsenal de la desviación del problema de fondo consiste en promover “soluciones” que no lo son. Aquí el Dr. Mann enfatiza que “soluciones” como la geoingeniería, la modificación deliberada y de gran escala del ambiente global para remover los efectos climáticos del carbono antropogénico, enfrentan el problema fundamental del “riesgo moral” donde la industria del combustible fósil aparece promoviendo una alternativa “barata” que podría ser preferible a fuertes restricciones en emisiones que impacten las economías.

Sin embargo, los cambios del clima representan, por lejos, una mayor amenaza para las economías que la instauración de políticas fuertes en descarbonización. Además, la geoingeniería difícilmente podría considerarse una alternativa económica, y esto sin considerar los potenciales costos que debiese ser pagados por todos nosotros frente a resultados inesperados de estas intervenciones.

Ante estas armas de desviaciones de atención el Dr. Mann nos sugiere mantener un optimismo cauteloso, ya que eventos extremos recientes y la pandemia nos han evidenciado la vulnerabilidad de las sociedades humanas frente a problemas de escala global, en este escenario también rescata el rol de los jóvenes quienes con una claridad moral se han encargado de mostrar que enfrentar el cambio climático es el gran desafío para nuestro tiempo.

Para avanzar en este desafío, Mann nos recuerda que debemos educar, educar y educar, poniendo nuestros esfuerzos en entregar argumentos hacia esas personas que han sido víctimas de la desinformación por negacionistas e inactivistas del cambio climático. Hoy el desafío debe estar orientado hacia cambios sistémicos en la forma en que nos relacionamos con la naturaleza y sostenemos nuestro sistema de vida. En los años venideros nos daremos cuenta si hacer frente a este desafío global fue lo suficientemente efectivo.

* Director Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CIICC) – Universidad Santo Tomás (UST)

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