Columna de Francisco Soto: La iniciativa popular y cómo opera la participación en el proceso constituyente

Se debe interpretar positivamente el nivel de conocimiento de los mecanismos participativos, ya que con este nivel de conocimiento se han gatillado procesos inéditos como el de la iniciativa popular de norma. Por lo pronto, ya con los números que se registran a la fecha nos encontramos con el proceso más participativo de la historia, los encuentros locales autoconvocados de Bachelet que superaron las doscientas mil personas.



Hace una semana La Tercera publicó los resultados de la última encuesta Zoom de ReConstitución, referida al conocimiento de la ciudadanía respecto a los mecanismos de participación ciudadana desarrollados por la Convención Constitucional. El encabezado de la noticia titulaba: “El flanco de la participación”, interpretando como algo negativo, que sólo 38% de la población declarara conocer los referidos mecanismos, frente a 48% que derechamente los desconoce.

Desde mi punto de vista, los resultados de la encuesta son altamente positivos y para interpretarlos adecuadamente, debe considerarse una suerte de “efecto expansivo“, que provoca que más de un tercio de la población se manifieste en conocimiento de las alternativas participativas del proceso constituyente en curso.

El ejemplo más claro y reciente de cómo la participación se está gestando y cómo debe ser interpretada es: la Iniciativa popular de norma que es sólo uno de los diversos mecanismos de participación, que contempla el reglamento de participación y que termina su fase de implementación el primero de febrero.

Para presentar una iniciativa popular se debía sortear varias etapas. Primero registrarse en el sitio https://iniciativas.chileconvencion.cl/ para lo cual se requiere clave única y llenar una serie de campos que terminan con la formulación de un articulado de la norma constitucional que se desea impulsar. Cerca de diez mil personas iniciaron su registro en la plataforma pero sólo la mitad concluyó con una propuesta de iniciativa popular. De esos cinco mil, cerca de dos mil lograron sortear la fase de admisibilidad para que su iniciativa sea publicada. Y a la fecha 18 de las iniciativas han logrado superar las quince mil firmas que se requieren para convertirse en iniciativa popular y llegar a ser tramitadas por la convención.

Pese a que las cifras no parecieran ser muy alentadoras, el “efecto expansivo” que tiene en la población que no conocía o derechamente no se animó a presentar una iniciativa popular es sorprendente. Cerca de medio millón de personas han participado dando su patrocinio a alguna de esas iniciativas, restando varios días para cerrar el proceso. A este medio millón de personas se debe sumar a los miles que ya han participado usando otros instrumentos tales como las audiencias públicas y en los cabildos presenciales y virtuales.

Con todo, la experiencia comparada establece que la participación tiende a ser incremental. La eventual aprobación de los primeros borradores de articulados por las comisiones, activará aún más el interés ciudadano por participar. Si la pandemia nos da tregua, es esperable que la participación se incremente aún más con los otros mecanismos que quedan por implementar.

En definitiva, creo que se debe interpretar positivamente el nivel de conocimiento de los mecanismos participativos, ya que con este nivel de conocimiento se han gatillado procesos inéditos como el de la iniciativa popular de norma. Por lo pronto, ya con los números que se registran a la fecha nos encontramos con el proceso más participativo de la historia: los encuentros locales autoconvocados de Bachelet superaron las doscientas mil personas.

Todas las señales nos indican que la participación no será un flanco, sino más bien el sello de este proceso constituyente.

*El autor de esta columna es académico de la Facultad de Derecho U. de Chile.

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