Rafael Caviedes, expresidente de la Asociación de Isapres: "No he querido sentirme víctima"

RAFAEL CAVIEDES
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Después de la polvareda que generaron sus declaraciones, el expresidente de la Asociación de Isapres vuelve a escena. Dice que lo caricaturizaron, pero que no tiene resentimiento. A su juicio, en el trasfondo de la discusión sobre la salud en Chile existe un debate político que no está resuelto.


No ha pasado un mes desde que renunció a la presidencia de la Asociación Nacional de Isapres, pero su declaración respecto a que "el sistema no puede darse el lujo de recibir gente enferma" sigue retumbando en la discusión sobre el estado de la salud en Chile. Para muchos mostró con crudeza el trasfondo que mueve al sistema de isapres. Para él, sus palabras fueron caricaturizadas.

Rafael Caviedes (67 años) no siente que haya cometido un error. Asume, eso sí, que pudo haberlo dicho mejor. Y parece estar claro que el movimiento que provocó hizo insostenible su permanencia a la cabeza del gremio de las isapres.

Caviedes recibió entonces un rechazo transversal, pero también es cierto que llegaron casi 200 personas al reciente lanzamiento de su libro Cómo entender el sistema de salud chileno: más allá de lo público y lo privado, en el Instituto Libertad. Él lo leyó como un apoyo cariñoso. El mismo respaldo cariñoso que recibe mientras hacemos la entrevista en el exclusivo Club 50 del barrio El Golf.

¿Cómo ha vivido usted ese proceso? ¿Se arrepintió de lo que dijo?

Sin duda que las palabras podrían haber sido mejores. No obstante, si uno analiza el discurso completo de lo que dije, mi argumento es correcto. El riesgo que corren los seguros en general es que se incorporen personas que ya han tenido un siniestro. Cuando se trata de un seguro, lo que se hace es asegurar una eventualidad, pero no puede hacerse cargo de un siniestro que ya sucedió. Y lo que hice yo no fue nada más que entregar los principios de la teoría de seguros.

¿Y se sintió un poco víctima por la manera que salió?

No, yo no he querido sentirme víctima ni mucho menos. No tengo ningún tipo de resentimiento tampoco. Más bien me siento tremendamente orgulloso de la labor que he hecho en el sector salud. Entre tantas opiniones que uno ha tenido que emitir en su vida, que haya utilizado una figura inadecuada es perfectamente posible.

En este caso, ¿lo inadecuado fue ocupar la palabra "lujo" para hablar de los enfermos?

Fue el contexto en el que se dio. Yo creo que se abusó, se hizo una caricatura de mis argumentos, que eran correctos. Las isapres quisieran aceptar enfermos, pero para eso tiene que haber las herramientas financieras adecuadas. No es textual, pero de alguna forma terminé la frase así.

¿Y por qué renunció entonces?

Bueno, porque yo preferí dejar en libertad de acción al gremio para efectos de continuar con la discusión parlamentaria.

¿Y su presencia podía ser un problema?

Bueno, lo dijo el senador Guido Girardi, la senadora Carolina Goic… Ellos consideraron que no era conveniente mi presencia en las discusiones de la Comisión de Salud. Evidentemente, eso dificultaría la exposición de argumentos por parte de la Asociación de Isapres. Y yo, siendo una persona que ha defendido toda la vida la colaboración público-privada en salud, no quise que por mi causa se hubiese entorpecido esa discusión.

¿Se podría decir que no renunció porque sus palabras fueran imprudentes, sino porque se instaló un tironeo político?

El tironeo político existe de siempre.

¿No asume que, tal vez, su declaración mostró con demasiada franqueza cómo funciona el sistema de la salud privada y que eso generó rechazo?

Es que ahí hay un error enorme. Yo dije que lo deseable es que exista un proceso de integración entre la salud pública y privada, pero para eso tiene que haber herramientas técnicas, mecanismos de compensación de riesgos que permitan la movilidad de un sector a otro. De lo contrario, lo que se produce es un comportamiento oportunista, que puede tener graves efectos en la viabilidad y estabilidad financiera del sector.

¿A qué le llama "comportamiento oportunista"?

Por ejemplo, si una persona está esperando un trasplante o cualquier patología GES, o está en listas de espera y no tiene una resolución, va a ir a la isapre, se opera, gasta 30 o 50 millones de pesos, y luego regresa a Fonasa al mes siguiente. Eso es lo que se llama un comportamiento oportunista y eso es lo que hay que tratar de evitar. Es un riesgo.

¿Por qué?

Porque el tamaño del sector público es muy grande en relación al tamaño de quienes soportan el sector privado, que son los propios cotizantes, y éstos no tienen capacidad financiera para hacerse cargo de la salud de 14 millones de chilenos. Ese es un riesgo que enfrentan las personas. No son las isapres. Reconozco que ahí hubo en error en mi comunicación. Pero mi planteamiento de fondo es que debe haber una integración del sistema público y privado que permita que las personas puedan moverse con libertad.

Un mal clima

¿Hay un clima adverso para las isapres?

Sin duda. Lo vi hace muchos años, no es de ahora solamente.

¿Cree que ese clima adverso podría terminar con las isapres fuera del sistema?

No creo, y hay varias razones. Una de ellas es que la propia Constitución establece el derecho de las personas de elegir el sistema público o privado, según sus preferencias. Segundo, porque creo que hay una cultura del seguro en Chile y son muchas las personas que se sienten satisfechas. Eso uno lo ve en las encuestas.

También en las encuestas se ve un amplio rechazo.

Hay que tener cuidado con las encuestas. Apenas el 20 por ciento de la población está en isapre, pero opina el cien por ciento. Entonces, ya partimos afectados por la imagen que se proyecta del sistema. Sin embargo, cuando nosotros hacemos encuestas respecto a lo que perciben las personas que están haciendo uso del sistema de isapre, la percepción es bastante buena. Es tan buena que Marta Lagos -que nos hacía los estudios- siempre quedaba sorprendida por el resultado. Es una percepción distinta a la situación de las AFP, porque las AFP cubren a todos los trabajadores de Chile. Para evaluar a las isapres hay que tener en cuenta lo que piensan sus usuarios.

¿Y por qué cree usted que se instaló esa mala imagen? Hoy en Chile hablar de AFP o de isapres tiene una carga negativa.

Bueno, por lo pronto hay una politización del concepto de isapre y AFP. Hace pocos días escuché en un foro a un representante del Frente Amplio. Él decía que estas instituciones no son válidas porque fueron creadas en dictadura. Entonces, la isapres ya parten con una carga política negativa muy importante.

¿En el fondo el problema es más bien político?

Sin duda. En Chile hay una discusión que es muy profunda. Hay un sector que no es menor, del cual forma parte Beatriz Sánchez y otros políticos como Guido Girardi, que creen que en hay que implementar un sistema estatal único de salud. Eso significa que aquellas personas que están cotizando en las isapres tendrían que enviar su cotización a Fonasa y después, si tienen plata o condiciones de salud, pueden tomar un seguro adicional privado. Esa es la propuesta de Beatriz Sánchez: eliminar a las isapres, aunque ella dice, en forma más elegante, que hay que dejarlas como un seguro complementario. Pero finalmente eso se traduce en borrarlas del mapa. Esa es una posición ideológica. En el fondo, hay una discusión política que no está resuelta: ¿cuál es el modelo que requiere Chile?

¿Su modelo, según se lee en su libro, es que sea un mix público-privado?

Yo desearía para Chile que los sistemas de salud estén integrados y las personas puedan elegir y moverse libremente de un sistema a otro, independientemente de su nivel de ingreso y de su estado de salud. Vale decir, que los individuos estén suficientemente empoderados y cuenten con los recursos -ya sean propios o proporcionados por el Estado a través de un mecanismo de subsidio- que les permitan moverse.

La sociedad cruza un momento de desconfianza general con sus instituciones. ¿Cómo observa ese malestar ante el mundo privado?

Es un problema que todos los sectores han tenido que enfrentar. Creo que este ánimo de desconfianza le hace un grave daño al desarrollo del país y es un problema del cual todos somos responsables. Tanto el sector privado como el sector público y el político.

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