Alimentación sustentable: el desafío de la trazabilidad de los alimentos que consumimos

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En Chile se produce la paradoja de que aunque existe una fuerte certificación y trazabilidad en los productos y la fruta que se exporta a mercados europeos y a países de todo el mundo, en el mercado local esto no sucede.


¿Es consciente usted de cuántos agroquímicos se utilizaron para cultivar esa frutilla o tomate perfecto que desayunó esta mañana o almorzó al mediodía?

Al contrario de lo que sucede en Suecia y en Europa, donde los consumidores han desarrollado una mayor consciencia sobre el origen y la forma de producción de los alimentos que consumen, en Chile este es un tema del que apenas se habla.

En Chile se produce la paradoja de que aunque existe una fuerte certificación y trazabilidad en los productos y la fruta que se exporta a mercados europeos y a países de todo el mundo, en el mercado local "es muy poco lo que sabemos sobre la cantidad de pesticidas u otros agroquímicos que esa frutas u hortalizas reciben. Desconocemos su origen y manejo y ahí existe una incógnita respecto a los protocolos locales de certificación con que se comercializan en el país", señala Osvaldo Salazar, profesor de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile e integrante de la mesa de trabajo "Tierra, agua y energía" del II Foro Chile Suecia 2018.

Esta es la razón por la que áreas como la agroecología o agricultura orgánica –que también plantea fuertes problemas en la sustentabilidad de su producción- ganan cada vez más adeptos, incluso cuando continúan siendo un mercado aún de nicho.

"En Chile nos falta mucho respecto a la trazabilidad de los alimentos que consumimos, más allá de las etiquetas que uno puede ver, sobre todo en alimentos procesados", señala el académico de la Universidad de Chile.

"No hay que desconocer que el uso de agroquímicos, de fertilizantes y otro tipo de compuestos químicos han ayudado también a aumentar los rendimientos. Es difícil pensar que solo con agricultura orgánica se va a poder sostener toda la demanda de alimentos a nivel global. Sin embargo, muchas veces los agroquímicos se utilizan en exceso y ahí se empiezan a generar la mayoría de los problemas", agrega Salazar.

El académico apunta a que, como consumidores, deberíamos preguntarnos cada vez que compramos una fruta u hortaliza que parece perfecta qué cantidad de pesticidas, hervicidas u otros agroquímicos se tuvieron que utilizar para lograrlo.

"Muchas veces la gente realmente no se pregunta o simplemente compra sin saber o sin querer saber la forma en que se cultivó esa fruta, simplemente busca la lechuga más verde, el tomate más perfecto, pero alcanzar ese nivel de perfección en la producción está asociado a un uso bastante alto de agroquímicos", explica.

La mayor conciencia del consumidor en estos temas, como ocurre en Europa, y la colaboración de los productores es fundamental para resolver esa ecuación.

"El agricultor tiene que estar convencido de que esa forma de agricultura convencional con altos agroquímicos es algo que no se sostiene en el largo tiempo. Y de eso los agricultores europeos se dieron cuenta hace tiempo, por ambos lados, tanto por las legislaciones que les empezaron a presionar, como por el autoconvencimiento de que tenían que hacer las cosas de una forma distinta".

Este fue uno de los temas discutidos durante la II Foro Chile Suecia 2018 organizado por las universidades de Lund, Uppsala, Chile y Católica que reunió hace unos días en Santiago a más de 200 académicos de ambos países.

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