Claudia Cortés Moncada: Nuestras mujeres con VIH

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En medio del ambiente de empoderamiento femenino, la abogada Paula Vial puso la idea en Twitter: que algún medio dedicara toda su edición sólo a columnas de mujeres. En Tendencias lo hicimos y 43 mujeres escribieron para esta edición especial.


Cuando me toca atender por primera vez a una mujer con VIH, siempre se me aprieta la guata. La historia es casi siempre igual. Mujeres jóvenes o maduras que se han contagiado en su propia cama con su pareja. Muchas se enteran cuando él está gravemente enfermo o fallece, y entonces allí se contacta a la pareja y es ella quien se queda sola y con una enfermedad a la que nunca pensó que estaba expuesta. Otras veces, ellas se enteran en sus primeros controles de embarazo, mujeres jóvenes, a veces muy jóvenes, que la mayoría de las veces siguen adelante su gestación solas. Con este nuevo diagnóstico viene la incertidumbre y el miedo de no contagiar al hijo que está por llegar. Todas son mujeres a quienes hay que acoger y acompañar, prácticamente ninguna esperaba este resultado cuando se hizo el examen. Muchas tienen vergüenza, muchas tienen miedo, casi ninguna entiende por qué les pasó.

Conozco decenas de mujeres así, dueñas de casa, profesoras, secretarias, estudiantes, periodistas, ingenieras, comerciantes, trabajadoras de casa particular. Solteras, viudas; las menos con pareja, las más, con miedo de no poder volver a tener una relación de pareja duradera.

Los números oficiales de ONUSIDA dicen que hay 16.000 mujeres con VIH en Chile, que al comienzo de la epidemia, en los 90, había doce hombres por cada mujer, hoy son seis hombres por cada mujer. La mayoría tiene entre 20 y 39 años, plena edad reproductiva. Nuestras mujeres con VIH tienen un menor grado de educación que los hombres y llegan en forma tardía al diagnóstico, con una enfermedad por VIH ya avanzada, incluso en etapa sida, en un 39% de los casos.

Mis pacientes, como mujeres luchadoras que son, aprenden rápido que ellas tienen el poder, que si ellas quieren ganar esta pelea, deben ser ordenadas y venir a los controles médicos y, por sobre todo, deben tomar los medicamentos, ya que con ellos pueden tener una vida normal, trabajar en lo que quieran, correr una maratón si está en sus planes. Incluso planificar un embarazo si así lo desean y tener un muy mínimo riesgo de tener un hijo con VIH. Pueden retomar sus vidas y desarrollar todos sus potenciales.

Desafortunadamente, no todas logran empoderarse lo suficiente y sabemos que las mujeres tienen mayores tasas de abandono del tratamiento que los hombres, sabemos que son muchas las que sólo toman sus remedios mientras están embarazadas, para luego del parto abandonar sus controles y medicamentos. Son a estas mujeres a las que debemos enfocar nuestro esfuerzo.

Mostrarles que el VIH hoy es una enfermedad crónica, que diagnosticada a tiempo y tratada en forma temprana y con medicamentos adecuados permite tener una vida normal. Son a estas mujeres, y a todas las mujeres, a quienes debemos enseñarles que juntas es posible combatir el estigma y la discriminación. Estas son las mujeres que merecen todo mi esfuerzo.

*Infectóloga Universidad de Chile, Fundación Arriarán y vicepresidenta Sociedad de Infectología

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