Combarbalá, el pueblo de las mujeres empoderadas

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Hace cinco años fue llamada "la ciudad de los padres fantasmas" en una crónica de este suplemento: Combarbalá tenía el más alto porcentaje de mujeres jefas de hogar de Chile. Una de cada tres familias era dirigida por una mujer. Hoy las cifras han variado un poco, pero en esta ciudad siguen siendo ellas quienes administran tiendas, hacen negocios o son líderes sociales. No se sienten víctimas. Usan sus historias para ayudarse unas con otras y generar un cambio en los hombres que están criando.


Mónica Baeza (58) cuenta que Italia es maravillosa, mientras sonríe con la boca y la mirada, en una villa de Combarbalá, 350 kilómetros al norte de Santiago. Acaba de volver de Turín, donde preparó charquicán de llamo y sopaipillas con pebre de cochayuyo, invitada por la organización internacional Slow Food. La cocina y las recetas ancestrales han llenado su vida tanto como su rol de madre-padre de Karla, su hija de 28 años.

Hace más de dos décadas que cría sola, pero dice que es "lo mejor que le ha pasado". No es un caso aislado. Hace cinco años, Combarbalá tuvo una fama particular al ubicarse, según la Casen 2012, en el primer lugar en el listado nacional de los hogares monoparentales dirigidos por mujeres: representaban un 35% de los hogares de la ciudad. Se habló de falta de hombres y de padres fantasmas. Pero para Mónica las cosas son diferentes: "Antes la mujer tenía muy pocas posibilidades de trabajo; éramos sumisas. Ahora no. Somos diferentes, con otra personalidad. No cualquiera te va a poner el pie encima".

Según las cifras del Censo del año pasado, son 608 las mujeres de Combarbalá que son jefas de un hogar monoparental. En comparación, los hogares monoparentales dirigidos sólo por hombres alcanzan a 91. Considerando en total de hogares de la comuna, los que están a cargo de mujeres solas representan el 12,3%, lo que ubica a Combarbalá en el puesto 38 dentro de los lugares con mayor porcentaje de este tipo de hogares.

Como sea, en esta ciudad siguen siendo las mujeres las que administran las tiendas, hacen negocios o son líderes sociales. Las mujeres aquí se hacen sentir. Aunque les toque estar solas. "A mí nunca me ha afectado eso. En el Día del Padre y de la Madre mi hija me celebra a mí, pues me siente así", cuenta Mónica.

Sin arrepentimiento

Rocío (nombre ficticio) tiene 54 años. Decidió tener a sus hijos sin la necesidad de un padre presente. Algo que nadie entendió en un principio.

Hace tres décadas decidir ser mamá soltera no era bien recibido ni por su familia ni por la sociedad de Combarbalá: "Mi opción fue estar sola, tener mis hijos, seguir soltera y jugármela. No sentí la falta de un hombre, no me arrepiento. La meta que mis hijos estudiaran, la cumplí. El tener mi casa, también. Las mujeres no tenemos por qué sentirnos limitadas por el rol que la sociedad impone. Me considero preparada, valoro de sobremanera mi independencia y no hemos requerido una figura paterna.", sentencia mientras la sirena de bomberos anuncia el mediodía.

Rocío, que trabaja en dependencias municipales, tiene una historia de sacrificio y empuje. Huérfana de padre cuando tenía 10 años, su madre quedó a cargo de la crianza de siete hermanos y también de la mantención de la casa: fue vendedora ambulante de pasteles hasta el fin de sus días.

Pero Rocío no siempre estuvo sola. Un hombre la aceptó y fue el padre de sus hijos, pero tras cinco años de convivencia falleció producto de un accidente automovilístico: "Él ha sido mi única pareja. El dolor se lleva siempre, pero me tuve que armar de valor y seguir adelante".

Este año se convirtió en abuela por primera vez y acaba de terminar de estudiar Trabajo Social por internet: "Me saqué las mejores notas, así que alguna distinción habrá", dice. Y sonríe.

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Auristela Gallardo, 78 años: "Si me he levantado de todos los golpes, digna me voy a morir".[/caption]

Ave fénix

Auristela Gallardo (78), la "Telita" como la conocen en Combarbalá, fue una de las deportistas más destacadas de la comuna. Basquetbolista y seleccionada regional, a los 17 años vio truncadas sus posibilidades cuando su padre le negó jugar por Colo-Colo en Santiago. Era 1957: "Caí al alcohol porque no me dejaron hacer lo que quería. Empecé a tomar cada noche de pura rabia", recuerda.

La bebida la azotó. Cuenta que en una madrugada de juerga fue violada por cuatro hombres. La suerte fue aciaga: quedó embarazada de otro que también la violó y con el que tuvo que casarse obligatoriamente.

Duraron un año, en que el alcoholismo y los golpes se mezclaban, hasta que la abandonó por otra mujer. Su hija fue criada por su madre. Fue profesora rural de día y bebedora al caer el sol. Terminó despedida, echada de la casa y durmiendo en la calle en 1977.

Rescatada por manos amigas, fue tratada contra el alcoholismo por doctores y renació en la década de los 80. No bebió más, volvió a la casa familiar, trabajó para mantener a su hija convirtiéndose, de paso, en el sostén económico de su madre, hermanos y sobrinos. Hacía cualquier trabajo para conseguir comida, hasta que fue aceptada como auxiliar de biblioteca en una nueva escuela rural.

Hoy, al igual que otras 400 ancianas en Combarbalá según revela el Censo, vive en completa soledad: "Se sufre mucho, no se tiene con quién conversar. Pero yo pongo esos pendrive y tarareo, me pongo a recitar poesías. También bailo sola unas cumbias y me doy vueltas, porque hace bien para la salud y para el cuerpo", dice. Mientras, prepara las hierbas del monte para las infusiones que da a quienes la visitan.

La Telita podría odiar al mundo, pero sabe de resiliencia: "Tengo que aguantar hasta el último. Y digna me voy a morir. Si me he levantado de todos los golpes que me he dado, por qué no me voy a levantar ahora cuando queda poco para irme".

Criando al hombre nuevo

A una cuadra de la Plaza de Armas de Combarbalá se encuentra la pastelería Maribel. Adentro, dos mujeres parecen hermanas, pero son madre e hija. Maribel López (53) y Evelyn Contreras (35) son socias, amigas y jefas de hogar. No tienen maridos.

"Me casé a los 16 años y me separé a los 30. Había problemas de alcoholismo y violencia extrema. Me casé porque ya estaba embarazada. Yo venía ya de una familia que tenía violencia intrafamiliar, mi mamá enviudó hace 28 años", rememora Maribel. Si las cosas no fueron fáciles para ella, menos lo fueron para sus tres hijas.

Evelyn se fue en contra de los abusos de su padre desde lo siete años. Fue golpeada al igual que su madre hasta la separación. Evelyn, que actualmente tiene dos niños, fue abusada por su pareja de manera sicológica, hasta que dijo no más: "Criar sola es difícil, pesado. He pasado las de Quico y Caco, pero en el fondo una no tiene la necesidad de preguntarle al otro lo que tiene que hacer; uno lo hace. Elegí al papá de mis hijos con una idea un poco distorsionada de lo que era el cariño, porque no había tenido la imagen de un padre así. Aguanté mucho y cuando reaccioné le dije que se fuera, que yo podía sola. Él me decía: ¿qué vas a poder? Pero pude y estoy pudiendo".

Maribel encontró una pareja con la que tuvo otro hijo, pero este hombre -el amor de su vida- falleció de cáncer al séptimo año de estar juntos. Actualmente, madre e hija crían a tres niños de menos de 15 años: les han enseñado desde afeitarse hasta a respetar a las mujeres. Educan a los nuevos hombres para que terminen con un espiral de violencia heredado durante tres generaciones.

"Mi madre es una guerrera, la admiro con toda el alma", dice Evelyn. Desde la pastelería se escucha la música que emiten los parlantes de la Plaza de Armas. Tocan a Jorge González. Como en una feliz premonición, el ex Prisionero canta: "Sabes que vuelvo a tener fe y empiezo a sanar".

Para ver el pdf del artículo original pinche aquí; y para leerlo, acá.

Lea más del especial en este link.

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