Mundo de gatos

4. Éfeso
Uno de los tantos gatos que deambulan por Éfeso. Crédito: Bruno Rodríguez

Un recorrido por tres lugares histórico-turísticos que están "tomados" por los felinos. Forman parte del paisaje, de la historia, de mitos y leyendas. Imposible inmortalizar estas ciudades sin que aparezca alguno en la foto.


Hydra, Grecia

Es gordo, algo anaranjado y disfruta sentado al sol. A su alrededor circulan, duermen, comen y se dejan acariciar muchos otros gatos, de distintos colores y carácter, en una verdadera reunión felina, imagen que se repite por cada rincón de este lugar. Es la pequeña isla de Hydra, situada en pleno mar Egeo, al sur de Atenas y con apenas 50 km2. Lugar escogido por poetas, artistas y escritores, debido a su buena calidad de vida y tranquilidad, se caracteriza por su estilo medieval, de calles estrechas y donde solo se puede transitar en burro, para cuidar el medioambiente y no contaminar.

El único vehículo a motor que se permite es el camión recolector de basura y no deja de sorprender ver a los burros subir por empinadas calles llevando las compras del supermercado, el correo o a las personas de edad más avanzada. Es fácil recorrer la isla a pie o en bicicleta respirando paz, visitando tiendas de arte y encontrándose con más felinos a cada paso.

Los colores pasteles de las casas se funden con el cielo y el mar. Su clima es templado y en sus callecitas se puede comer un buen pulpo a la parrilla con sal de mar y aceite de oliva, acompañado de aceitunas negras, tan típicas de Grecia.

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Gatos

En Hydra, en el mar Egeo, los gatos son los amos de las calles. Crédito: Bruno Rodríguez[/caption]

Para llegar a esta preciosa isla se puede tomar un barco o un ferry desde el puerto de Pireo, en Atenas, donde se encontrará con un gran recibimiento proporcionado por gatos, quienes son los verdaderos "dioses" del lugar. Cuenta la leyenda que los gatos fueron traídos a Grecia desde Egipto de contrabando, hace unos 2.500 años, vendiéndose a precios muy elevados, pues era la forma de mantener las cosechas a salvo de los ratones. Así, estos se propagaron por toda la costa mediterránea.

Éfeso, Turquía

Inscrito en 1995 como Patrimonio de la Humanidad, llegar al sitio arqueológico grecorromano de Éfeso, en Turquía, es como un viaje al pasado. Columnas inmensas, la Puerta de Heracles, la Biblioteca de Celso, el Camino de Mármol, el Templo de Artemisa, ágoras, odeones, teatros, murallas, letrinas, burdeles, monumentos y tumbas se encuentran resguardados y habitados por pequeños seres que aparecen y desaparecen por todo el lugar.

Allí vigilan y dormitan muchos, muchísimos gatos, quienes prácticamente se "tomaron" la ciudad. Aparentemente no se inmutan por la visita de los turistas, pero ante el menor ruido, mueven hacia atrás sus orejas y apenas abren los ojos. Hay algunos ariscos, pero la mayoría son cariñosos y posan para las fotos.

Éfeso está situada al oeste de Turquía y en su época de esplendor llegó a albergar a 250.000 personas. Se puede acceder desde Kusadasi (18 km) o desde Izmir (80 km). Esta visita debe realizarse con tiempo, pues es un lugar enorme y los gatos son elementos distractores en la ruta. Llevar agua y calzado cómodo es imprescindible. Si entre las ruinas se cruza un gato negro, no hay que preocuparse pues en este lugar es una señal de buena fortuna.

Marruecos

No son de nadie y son de todos. Los gatos en Marruecos -país musulmán del norte de África- están en las calles, en los zocos, en las tiendas, en las mezquitas, en las fábricas de alfombras, sobre los toldos… En todas partes. En Fez, en Marraquech, en Rabat, en Tánger. Entre gritos de los vendedores ofertando sus productos, los colores cálidos de los puestos de frutas y los olores a especias que lo inundan todo, allí aparecen estos felinos que son alimentados y cuidados por todos, en una suerte de pacto común.

Se cree que esta tradición se remonta a muchos siglos y tiene su base en el Islam, ya que el profeta Mahoma tenía una gata llamada Muezza, que estaba dormida en su regazo cuando alguien llamó a su puerta y él prefirió cortar su túnica para no despertar a la gata, que era blanca, pero con un ojo azul y otro ámbar.

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Gatos

La presencia felina es notoria en Marruecos. Crédito: Bruno Rodríguez[/caption]

Los musulmanes prefieren a los gatos por su limpieza, ya que estos pasan gran parte del día acicalándose y lo relacionan con las abluciones, o lavados de ciertas partes del cuerpo que resultan claves para algunas religiones. Además -señalan convencidos- de que los maullidos de los gatos atraen a los ángeles y facilitan la entrada al paraíso, no así los perros, que con sus ladridos los ahuyentan.

Presencia felina

- A partir del año 2016, el autodenominado Estado Islámico prohibió la tenencia de gatos en Mosul (Irak), porque atenta contra sus creencias e ideologías. Los yihadistas, incluso, inspeccionaron las viviendas en busca de estos felinos.

- En Marruecos, la historia cuenta que si uno tiene un deseo muy profundo, debe decírselo al oído a su gato y luego darle comida. Si acepta el alimento, el deseo se cumplirá.

- Los gatos con ojos de diferente color son muy preciados, pues se cree que son "regalos de Alá".

- El líder turco Ataturk amaba tanto a los gatos que, según relata la leyenda, en algún momento se verá reencarnado en un felino con ojos de diverso color.

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