Por qué un mechón de pelo de Beethoven entrega indicios de su causa de muerte y un secreto familiar

Por qué un mechón de pelo de Beethoven entrega indicios de su causa de muerte y un secreto familiar. Foto: Beethoven-Haus Bonn.

Un grupo de científicos analizó ocho trozos de melena que supuestamente pertenecían a Beethoven. Después de determinar que cinco de ellos coincidían en su ADN, pudieron hallar importantes descubrimientos en torno a los problemas de salud que aquejaban al compositor alemán.


Cuando Ludwig van Beethoven estaba en sus últimos días de vida, aquejado por dolores de distinto tipo y una sordera que lo había acompañado desde hace años, sus cercanos querían recordarlo con algo si es que su muerte se concretaba. Por eso, preguntaron si es que podían sacarle una muestra de cabello.

La muerte lo terminó visitando el 26 de marzo de 1827 en Viena, a sus 56 años. En los días posteriores que vinieron, no quedó ningún rastro de cabello visible en Beethoven.

Curiosamente, serían esos mechones de pelo lo que permitirían casi 200 años después tener datos más verídicos sobre las enfermedades y causa de muerte que culminó con la vida del compositor alemán, además de revelar un importante secreto familiar.

Investigadores analizan una muestra de cabello en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Foto: Anthi Tiliakou/AP.

Publicado en la revista Current Biology, un estudio dirigido por científicos de la Universidad de Cambridge examinó ocho mechones de cabello que permanecieron guardados todos estos años en distintas partes del mundo.

De ese total de mechones se identificó que no todos correspondían a Beethoven, sino que solo cinco. De los otros tres, hubo uno que tuvo bastante protagonismo público en cierto momento pero que nunca perteneció al compositor, sino que fue de una mujer judía.

Una de las teorías pasadas que existía en torno a la figura del pianista es que habría fallecido intoxicado por plomo, pero esa ha ido quedando un tanto desechada con esta investigación. Al mismo tiempo, se descartó que fuera un hombre negro y que fuera pariente de una familia de apellido Beethoven que residía en Bélgica.

Los mechones de Beethoven

Corría el año 1994 y la casa de subastas Sotheby’s estaba rematando un trozo de cabello que, según se afirmaba, había sido del reconocido compositor.

En esa ocasión, integrantes de la Sociedad Estadounidense de Beethoven lo adquirieron por una gran suma y decidieron mostrarlo en una exhibición de la Universidad Estatal de San José (Estados Unidos).

¿Y de dónde provenía ese preciado mechón? Se decía que aquel preciado pelo había sido de propiedad de Ferdinand Hiller, un adolescente que acudió a ver a Beethoven cuando estaba en su lecho de muerte. Apenas el músico falleció, el joven determinó llevarse un recuerdo de él y le cortó un fragmento de su melena.

Ya en su adultez, Hiller le entregó el simbólico regalo dentro de un medallón a su hijo. La llamativa historia de aquel objeto fue relatada en un libro, Beethoven’s Hair, y posteriormente un documental del mismo nombre.

El supuesto cabello de Beethoven en un medallón. Foto: William Meredith/Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies, Universidad Estatal de San José.

A ese mismo pedazo de melena se le realizó un análisis científico que determinó que presentaba niveles de plomo muy elevados. Debido a lo anterior y otros factores, un artículo publicado en 2007 en The Beethoven Journal planteaba la posibilidad de que Beethoven podría haber fallecido por envenenamiento.

Sin embargo, no todos estaban tan alineados con aceptar esa hipótesis. Era el año 2014 y uno de los autores de la reciente investigación, Tristan Begg, estaba estudiando su maestría en arqueología en la Universidad de Tübingen (Alemania). Se dijo a sí mismo que los avances científicos podrían ayudar en analizar minuciosamente los trozos de la melena del pianista, por lo que decidió ponerse en esa misión.

“Parecía que valía la pena intentarlo”, recordó Begg.

El especialista en Beethoven, William Meredith, también hizo lo suyo. Tras indagar dónde estaban los trozos de la melena del compositor, adquirió algunos y el resto simplemente los solicitó prestados a museos. Al final, terminó con ocho.

Teniendo esas evidencias, el primer paso de los científicos fue analizar el trozo que había estado por tantos años en el medallón de Ferdinand Hiller. Se concluyó que ese mechón de cabello había provenido de una mujer con genes de poblaciones judías, por lo que no podría corresponder de ninguna forma a Beethoven.

El mechón Moscheles llevaba una dedicatoria de su propietario, Ignaz Moscheles. Foto: Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies, Universidad Estatal de San José.

Cinco mechones presentaron el mismo ADN, uno correspondía a otros genes y el último no arrojó resultados concretos. Cabe destacar que los cinco mechones con el mismo ADN habían estado en diferentes lugares durante todo este tiempo.

Según relató a The New York Times el especialista en ADN, Ed Green, los hallazgos de los investigadores son completamente creíbles: “El hecho de que tengan tantos mechones de cabello independientes, con diferentes historias, que coincidan entre sí, es una evidencia convincente de que se trata de ADN genuino de Beethoven”.

Además de confirmar que esos cinco mechones pertenecían al músico, los científicos también pudieron explorar qué es lo que provocó su enfermedad hepática, que fue lo que terminó con su vida.

Para Begg, en la cirrosis hepática que sufrió Beethoven podrían haber influido dos factores: los riesgos genéticos heredados y el consumo de alcohol.

“Aunque la mayoría de sus contemporáneos afirman que su consumo era moderado según los estándares vieneses de principios del siglo XIX, posiblemente equivalía a cantidades de alcohol que hoy se sabe que son dañinas para el hígado”, comentó el investigador.

Un científico analiza el mechón Moscheles en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Foto: Susanna Sabin.

“Si su consumo de alcohol fue lo suficientemente grande durante un período de tiempo suficientemente largo, la interacción con sus factores de riesgo genéticos presenta una posible explicación para su cirrosis”, explicó.

Los mechones del cabello de Beethoven evidenciaron restos de ADN que indicaban predisposiciones a la enfermedad hepática, pero además de eso, indicios de infección de hepatitis B.

Aquella enfermedad se puede transmitir por medio de relaciones sexuales, agujas infectadas y, al mismo tiempo, en los partos. Según destaca Meredith, Beethoven no habría usado drogas inyectables, además de que su vida amorosa y sexual sigue siendo un completo misterio.

Debido a lo anterior, Arthur Kocher, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y uno de los autores del estudio, sugiere que la hepatitis B de Beethoven podría haberse originado al momento del parto.

Y es que los lactantes que se infectan por esa vía pueden desarrollar a largo plazo una enfermedad crónica, como cirrosis. “En última instancia, podría llevar a alguien a morir de insuficiencia hepática”, afirmó Kocher.

Por último, este estudio pone en evidencia que el pianista no compartía genes con los integrantes de una familia de apellido van Beethoven, que hoy residen en Bélgica.

Litografía de Beethoven cuando ya había fallecido. Foto: Getty Images.

Si bien supuestamente compartían un antiguo antepasado según el arbol genealógico, el ADN no coincide, por lo que es una pista de que podría haber existido una relación extramatrimonial en la línea paterna directa de Beethoven.

¿Qué ocurrió entonces? Los autores creen que sería el padre de Beethoven quien nació de un vínculo fuera del matrimonio. Es conocido, por ejemplo, que la abuela de Beethoven era alcohólica, y que el padre y el abuelo del compositor tenían una compleja relación familiar. Esas señales permiten tantear la posibilidad de que el abuelo de Beethoven y el músico no compartían genes.

“Esperamos que al hacer que el genoma de Beethoven esté disponible públicamente para los investigadores, y quizás al agregar más mechones autenticados a la serie cronológica inicial, algún día se puedan responder las preguntas restantes sobre su salud y genealogía”, concluyó Begg.

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