
“Te matan lentamente”: los relatos de los ucranianos que fueron prisioneros de guerra en la cárcel IK-10 de Rusia
Exreclusos que estuvieron en la prisión ubicada en la región de Mordovia contaron a la BBC cómo son las deplorables condiciones que se enfrentan en el lugar. Sus relatos concuerdan con los reportados por organizaciones de derechos humanos, funcionarios ucranianos y desertores rusos.

A más de tres años desde que Rusia inició su invasión a gran escala en Ucrania el pasado 24 de febrero de 2022, las autoridades ucranianas aseguran que al menos 8.000 prisioneros de guerra y civiles que han sido detenidos sin ser juzgados siguen en cárceles rusas y territorios ocupados.
De acuerdo a un informe de Naciones Unidas publicado en octubre de 2024, los prisioneros usualmente se ven sometidos a torturas por parte de los militares y guardias de los centros de reclusión, lo que se da de manera “generalizada y sistemática”.
Tanto organizaciones que velan por los derechos humanos como funcionarios ucranianos, exprisioneros de guerra y desertores rusos han denunciado episodios de esta características.
La jefa de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania, Danielle Bell, declaró en agosto del año pasado que un 95% de los soldados ucranianos capturados por las tropas rusas había sufrido tortura.
Los relatos compartidos por organizaciones y medios de comunicación abordan los casos de soldados que han regresado a sus hogares con problemas de salud física y/o mental, a raíz de las agresiones a las que han sido sometidos en los centros penitenciarios.
Una de las cárceles de Rusia que ha sido cuestionada por su trato a los prisioneros es la IK-10, una colonia penal en la región de Mordovia, ubicada a unos 500 kilómetros al sureste de Moscú.
Se trata de una prisión de “régimen especial”, es decir, de la categoría más estricta del país presidido por Vladimir Putin, a la cual generalmente son enviados hombres que cumplen cadena perpetua.
El lugar es conocido desde hace años por las duras condiciones a las que se somete a los reclusos.
Recientemente, la BBC conversó con seis exprisioneros de la IK-10, quienes fueron liberados en distintos intercambios, así como con la hermana de un soldado ucraniano que murió en dicho recinto penitenciario.
Sus relatos coinciden con los reportados previamente por otras organizaciones y medios de comunicación: actos de tortura, golpizas, tratos inhumanos, insultos y, en algunos casos, agresiones sexuales para que hagan confesiones, extorsionarlos o como represalia.
Según informaciones reunidas por la BBC, muchos prisioneros de guerra ucranianos y civiles capturados fueron enviados a la IK-10 durante el invierno de 2023, mientras que varios de los reclusos rusos que antes estaban en el lugar fueron trasladados a otros centros penitenciarios.
A los que se quedaron, los separaron de los detenidos ucranianos.
Hasta el momento no se tiene claridad sobre el número exacto de ucranianos que han sido recluidos en la IK-10. Sin embargo, uno de los exprisioneros declaró que en enero de 2025 escuchó a uno de los guardias rusos comentar que la cifra era de más de 600.
Cabe precisar que los relatos que encontrarás a continuación incluyen partes de violencia explícita.

Qué relataron los ucranianos que fueron prisioneros en la cárcel IK-10 de Rusia
Un soldado ucraniano de 23 años apodado como “El Arquitecto” —debido a que antes de entrar al ejército como voluntario era estudiante de arquitectura— pasó un total de 992 días recluido en distintas cárceles rusas.
El joven, quien se unió a las fuerzas de su país en noviembre de 2021, tres meses antes de que Rusia iniciara la invasión a gran escala en Ucrania, fue capturado en la ciudad sudoriental de Mariúpol en 2022.
Relató que fue cambiado de centro penitenciario en múltiples ocasiones, para luego ser enviado a la IK-10, en donde pasó casi 11 meses, desde febrero hasta diciembre de 2024.
Afirmó que “todo fue duro”, pero que “lo peor fue Mordovia”.
Otros ucranianos que fueron prisioneros en dicho centro describieron la prisión como “un infierno” y “un lugar donde te matan lentamente”.
En la entrevista con la BBC, “El Arquitecto” contó que sus compañeros en la cárcel apenas podían caminar y que a veces terminaban arrastrándose por el piso, después de ser agredidos por los guardias en las instalaciones.
Declaró que estos últimos los obligaban a permanecer quietos en sus celdas por 16 horas diarias y los forzaban a cantar repetidamente el himno nacional ruso.
Detalló que los guardias los veían a través de las cámaras de vigilancia y que, si se movían o no cumplían con las órdenes, iban y los sacaban para seguir agrediéndolos.
“En el pasillo, nos interrogaban mientras nos golpeaban, preguntándonos: ‘¿Quién se agachó? ¿Quién habló? ¿Quién se movió?’. Teníamos que quedarnos completamente inmóviles”.
Las informaciones reunidas por el citado medio afirman que tales actos llevaron a que muchos de los prisioneros terminaran con las piernas hinchadas y desarrollaran abscesos.
El cirujano traumatólogo y voluntario del servicio médico militar de Ucrania, Stanislav Lobach, enfatizó a la BBC que se trata de “una forma maliciosa de tortura, utilizada en Japón (durante la Segunda Guerra Mundial), la Alemania nazi y en el Gulag soviético”.
“Perjudica tanto la salud física como mental de la persona”, comentó, para luego añadir que en algunos casos las consecuencias pueden terminar en amputaciones a los afectados.

Los seis exprisioneros que hablaron con el citado medio dijeron que los guardias de la IK-10 usaban pistolas eléctricas contra ellos, mientras que dos acusaron que fueron torturados con descargas en los genitales.
Junto con ello, solían negarles comida y ponerles perros encima, lo que a algunos de ellos les dejó cicatrices, debido a las mordeduras.
Un exprisionero llamado Denis Cheremisov, quien fue liberado en un intercambio en mayo de este año, contó que durante las inspecciones matutinas eran obligados a “abrir las piernas lo máximo posible”.
“Si alguien tenía las piernas demasiado juntas, lo golpeaban para que las abriera más. Le llamaban la ‘postura de la golondrina’. Y en ese momento, simplemente nos soltaban un perro”.
Aunque los funcionarios del centro penitenciario tomaban medidas para no ser identificados —como cubrirse el rostro con pasamontañas y no utilizar sus nombres— , los exprisioneros dijeron que lograron reconocer a un presunto torturador, quien era apodado como “El Doctor Malvado”.
Afirmaron que la atención médica solo era brindada excepcionalmente en casos graves y que aquel sujeto era conocido por utilizar una pistola eléctrica cuando los reclusos pedían ayuda, a raíz de sus deplorables condiciones de salud.
“El Arquitecto” relató que “abría la ranura de la comida en la puerta de la celda y te preguntaba: ‘¿Qué te pasa?’”.
“Si decías que tenías fiebre alta, por ejemplo, te pedía que sacaras la mano. Cuando lo hacías, el médico te la golpeaba con una pistola eléctrica y decía: ‘¿Te ayuda esto?’”.
Reporteros del proyecto de investigación de Radio Free Europe/Radio Liberty financiado por el Congreso de Estados Unidos, Schemes, reportaron que pudieron identificar al “Doctor Malvado” como Illya Sorokin, de 35 años.
Cuando fue consultado sobre estas informaciones, negó trabajar para el centro penitenciario. Después de que se publicara el informe, eliminó su perfil en las redes sociales.
Previamente, había hecho una publicación en la que mostraba una foto de un certificado que acreditaba que trabajaba en la cárcel.
Un gerente de recursos humanos confirmó esa información a los reporteros de Schemes.
De la misma manera, una fuente que estuvo seis años recluida en esta prisión dijo a la BBC que Sorokin fue despedido en 2023, pero que luego volvió durante la invasión a gran escala.
Según la Fiscalía General de Ucrania, organizaciones que velan por los derechos humanos y testimonios de exreclusos, al menos 206 soldados ucranianos murieron recluidos en Rusia durante los primeros tres años de guerra, hasta mayo de 2025.
Cuando el Servicio Penitenciario Federal ruso fue consultado por el citado medio sobre los relatos de los exprisioneros de la IK-10, el organismo no respondió a la solicitud de comentarios.
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