Historia entre los dedos: Cómo lo digital ha penetrado en cada espacio de nuestras vidas

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Siete décadas después de su creación, La Tercera apuesta por una mirada: somos más que un diario, para acompañar a una nueva sociedad y a un usuario que hoy es mucho más que un lector.


Podemos hacer el siguiente ejercicio: ¿Cómo conoció a su actual pareja? Cuando la pregunta se hace mediante una encuesta, la respuesta no deja de sorprender: en un sondeo hecho en 2017 en Estados Unidos por la empresa GFK, el 39% de las parejas estadounidenses dijo haberse conocido a través de internet. Una herramienta que hace tres décadas casi no existía y que ha redefinido todo, incluso el espacio más personal de la vida humana.

Facebook, Google, Twitter, WhatsApp, chats y memes. Son palabras masivas, conceptos que entendemos, plataformas que no solo ocupamos, sino que también definen nuestros comportamientos. Todo ha pasado de golpe, quizás demasiado rápido: hace 15 años, las redes sociales que hoy dominan ni siquiera existían, internet recién dejaba de ser un lujo y a la revolución de los smartphones todavía le faltaba un par de años para llegar.

El boom digital ha entregado en las manos de las personas -literalmente, en el caso de los teléfonos inteligentes- el poder de controlar una serie de actividades muy disímiles. Nada muy lejos de lo que predecía a fines de 1983 el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov. "Un producto secundario esencial, el objeto computarizado móvil, o robot, ya está entrando en la industria, y en el transcurso de la próxima generación penetrará en el hogar", anunciaba en una columna en el Toronto Star. Y, la verdad, se quedó corto.

En la historia de la humanidad, llena de descubrimientos y objetos, cuesta encontrar una herramienta que se haya metido tan profundamente en el día a día. Los smartphones no solo penetraron en el hogar -como decía Asimov-. También en nuestras mentes y nuestras emociones, haciendo casi inseparables a los seres humanos y a esa rectangular extensión que suele ser sostenida entre los dedos.

Quizás esos aparatos son los que mejor simbolizan el cambio de era, con su caballito de batalla, las apps, como emblema. ¿Quiere ver una película? Es cosa de buscar y podrá ubicar el cine más cercano y comprar entradas. ¿Saber cómo estará el tiempo? Basta una búsqueda, o una pregunta, si el teléfono tiene asistente de voz. ¿Leer un libro? Se puede descargar el que uno quiera. ¿Buscar un trabajo? A un clic hay miles de oportunidades.

Este escenario ha creado nuevos desafíos. En 1950, cuando La Tercera vio la luz, los periódicos impresos eran una herramienta clave no solo para informarse de las noticias, sino también una agenda para actos cotidianos y un repositorio de información de servicio que no estaba disponible en otra parte. Con internet y los buscadores, la redefinición que ha alcanzado a prácticamente todas las áreas de la sociedad llegó acá, a los medios. Y, con ello, la tarea de repensarnos.

El diario impreso sigue ahí, como bastión y símbolo, pero como un formato dentro de los muchos que hoy dan vida a La Tercera. Solo este año han visto la luz creaciones como Crónica Estéreo, el primer podcast diario de actualidad, que convierte a nuestras historias a audio; o nuevos newsletters, que se comunican de forma directa con los lectores para darles una curaduría de contenidos.

El cambio también se nota hoy en nuestros procesos. Nuestro sitio web, creado hace más de dos décadas, ha pasado a ser la plataforma primordial y el foco para el cual trabajan nuestros periodistas. Los temas de La Tercera hoy se pueden leer, escuchar y ver. Y su edición diaria está disponible para los suscriptores cada noche, a las 22 horas, a través de la app Early Access. Un cambio completo simbolizado en el lanzamiento, en mayo pasado, de nuestra Suscripción Digital.

También entendemos que hoy un medio sigue siendo mucho más que noticias. Por eso, apostamos por el compromiso con nuestras comunidades. Productos como Mouse, Culto, Paula y Qué Pasa buscan identificarse con audiencias nacientes, con nuevas demandas, intereses y lenguajes. Por sobre todo, sabemos que esta transformación, este mundo digital, es una ruta que comienza, pero no termina.

A veces vale la pena detenerse un poco para mirar hacia atrás y ver cómo ha cambiado todo. Con el tiempo, nos daremos cuenta de que a la base hay mucho más que fierro y tecnología fría. Ha cambiado nuestro lenguaje. Nuestra forma de relacionarnos. De articularnos como sociedad. Cómo comemos. Cómo nos transportamos. Y esferas tan íntimas como el sexo y el amor. Son tiempos desafiantes y vertiginosos que requieren estar a la altura. Siete décadas después de su creación, La Tercera apuesta por una mirada: somos más que un diario, para acompañar a una nueva sociedad y a un usuario que hoy es mucho más que un lector.

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