La política de “hacerse el leso”

SEÑOR DIRECTOR:
Mientras en el Congreso se enumeraban logros, allá afuera, el país emanaba escepticismo y, al parecer, la retórica institucional ya no consigue disolver la bruma de desconfianza que se ha convertido en un paisaje permanente. Es que cuando los tres poderes del Estado se turnan en el descrédito, el problema ya no es coyuntural, sino sistémico.
El arte de “hacerse el leso” ya perdió toda sutileza y, sin embargo, se mantiene en cartelera. Esta práctica, que se ejercita con disciplina olímpica, no distingue colores ni banderas: es un vicio transversal que se perfecciona en el poder, o en la carrera por alcanzarlo.
Aquí ya no se esperan actos heroicos, sino un mínimo ético, entendiendo que el antónimo de la corrupción no es la perfección, sino la decencia. Ahora bien, tal vez no estemos tan mal como creemos, pero es cosa de esperar: si algo nos ha enseñado la política, es que siempre hay margen para seguir decepcionando.
Lorenzo Bortolaso
Periodista
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