Mérito y violencia

SEÑOR DIRECTOR:
La violencia que hoy asoma en nuestras escuelas —desde el profesor rociado con bencina hasta el docente que agrede a un alumno en medio de un debate histórico— no es solo un problema de seguridad: es la consecuencia visible de algo más profundo y menos atendido, pero altamente nocivo. Me refiero a la paulatina desaparición del mérito como principio de la vida escolar.
En los últimos años, ciertos cambios normativos que han desestimado el valor del mérito, han terminado por diluir la idea de que el comportamiento responsable merece ser reconocido. Cuando todo da lo mismo, cuando esforzarse tiene idénticas consecuencias de no hacerlo, se instala la sensación de que las reglas son irrelevantes.
La escuela, sin mérito, deja de ser una comunidad de aprendizaje y se convierte en un espacio donde la autoridad pierde legitimidad y la convivencia se erosiona. Allí donde no se reconoce el esfuerzo, la palabra del profesor vale menos y la violencia gana terreno. Recuperar el mérito —entendido como constancia académica, respeto y responsabilidad— no es un acto anacrónico, sino un requisito para preservar la escuela como promotor de la ciudadanía.
Mauricio Bravo
Vicedecano de Educación UDD
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