Aquel verano del 83

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Llámame por tu nombre es una historia de amor en el verano, en las vacaciones, aquel período en que los jóvenes pueden estirar los músculos del deseo tras un año de estudios.


Norte de Italia, año 1983, pleno verano. El señor Perlman (Michael Stuhlbarg), profesor de arqueología con domicilios en Estados Unidos y Europa dependiendo de su agenda de trabajo, invita a uno de sus estudiantes para que le ayude con unos recientes descubrimientos de la época pre-romana. El muchacho, bien parecido y de personalidad segura y abierta, se llama Oliver (Armie Hammer). Las chicas del pueblo ponen sus ojos en él, la familia Perlman lo acoge como si fuera un hijo y, súbitamente, Oliver se ha transformado en la flor de la mesa, en la luz de una noche estrellada.

En este orden de cosas sólo hay un personaje al que Oliver no le resulta ni tan bello, ni tan inteligente, ni tan fosforescente como lo pintan. Quizás porque es su opuesto (brilla menos, habla menos, titubea más), el hijo de los Perlman lo ve con cierto recelo. El es Elio (Timothée Chalamet), un chico que bordea los 17 y que mata las horas del estío leyendo a la poeta italiana suicida Antonia Pozzi o transcribiendo letra y música de sus canciones preferidas. Aún no lo sabe, pero el desasosiego que le causa Oliver es el prólogo de algo más importante. Pronto se transformará en otra cosa.

Llámame por tu nombre es una historia de amor en el verano, en las vacaciones, aquel período en que los jóvenes pueden estirar los músculos del deseo tras un año de estudios. Elio y Oliver vienen saliendo y entrando a diferentes épocas de su vida y, por lo tanto, están en un período de transición, con las defensas bajas, proclives a tomar un tren con boleto a un país peligroso. Elio sale del colegio y busca respuestas en sus libros. Oliver sale de la universidad y quiere disfrutar el descanso antes de entrar en la máquina laboral de la adultez. De lejos, con comprensiva sabiduría, el señor Perlman intuye que ambos saldrán a la larga mejor parados de esta relación de amistad y de amor. Aunque les duela.

Esta es la primera película del realizador italiano Luca Guadagnino que se estrena en Chile y es emocionalmente demoledora. Con 46 años y una carrera en cinco largometrajes de ficción, cinco documentales y 10 cortos, el cineasta siciliano demuestra una destreza y empatía únicas para conectar con las historias de crecimiento. Su retrato del clima emocional adolescente, época en que todo a veces parece definitivo, es antológico.

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