El amor según La favorita y La langosta

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Yorgos Lanthimos juega con la idea de la búsqueda del amor desde dos perspectivas -en apariencia- inconexas. Mientras en la cinta de 2015 el cineasta hace una crítica a la imposición de la sociedad de encontrar pareja, en el filme competidor del Oscar lo muestra como estrategia para sobrevivir.


La semana pasada fue 14 de febrero o "San Valentín", una celebración al amor de las parejas. Como muchas festividades adoptadas de la cultura estadounidense, los matinales y noticieros hablaron sobre el amor, cada comerciante lograba crear una promoción relacionada a la fiesta (algunas más extravagantes que otras) y los memes se reían de los solteros, los cornudos y los infieles. El día 14 no había que esforzarse mucho para ver a una pareja en el parque, ver globos de corazones y uno que otro repartidor con un oso de peluche innecesariamente grande. La industria construida alrededor del concepto de pareja termina creando la necesidad de estar pareja. Aunque quizás no debería culpar solo a la industria, sino también a la sociedad obsesionada con la obligación de encontrar una pareja y lo terrible que es "estar solo".

En La Langosta (2015) de Yorgos Lanthimos se muestra una sociedad construida bajo la norma de que debemos convivir en pareja (ya sean hétero u homosexual). El país ha creado un sistema para que cuando quedes soltero te llevan a un hotel, ahí puedes conocer a otros solteros y elegir una pareja. Aquellos que no consigan una pareja en 45 días, serán transformados en un animal. En su curioso sentido de humor crítico, Lanthimos muestra cómo las parejas se configuran al compartir una característica superficial como por ejemplo "ambos cantan bien" o "ambos cojean".

Durante gran parte del filme se habla poco del amor a pesar de que todos los personajes buscan una pareja. Un personaje decide provocarse sangrado de nariz (golpeándose contra un mueble o lo que tenga a mano) para conquistar a una chica que sangra de nariz espontáneamente. Cuando se necesita una pareja para sobrevivir, amar es un privilegio.

El amor vuelve a ser un tema en la última película de Lanthimos: La favorita. La cinta ha conseguido encantar a algunos y ganarse el odio de otros, además acumula 10 nominaciones a los Oscar que se celebrarán este domingo.

El conflicto de La Favorita es bastante obvio: la Reina Ana (Olivia Coleman) mantiene una relación con Sarah (Rachel Weisz) que se ve amenazada por la llegada de Abigail (Emma Stone) a la corte. Es un triángulo amoroso lésbico. No importa que el conflicto sea predecible, lo realmente interesante es que las tres personajes juegan al amor desde diferentes concepciones.

Abigail es un personaje que no ama pero entiende que su supervivencia en la corte depende de la relación que pueda tener con la Reina. Tal como el personaje de La Langosta que se causa las heridas en su nariz para conquistar, Abigail estudia con detalle a su presa y descubre los vacíos y carencias que tiene. Nuevamente se repite la idea de que la pareja está separada del amor.

La Reina construye sus relaciones desde la concepción del amor romántico. Este tipo de amor es el que está relacionado con el imaginario de San Valentín: el que justifica "las locuras de amor", el que entiende que uno "debe hacerlo todo por amor" y asume que lo más importante en la vida de una persona es amar y ser amado. Más allá de que esta concepción sea aceptable o cuestionable, es importante reconocer que es esta idea del amor la que vuelve a La Reina una persona vulnerable antes las maquinaciones de Abigail.

Por otro lado, Sarah es presentada como una mujer fuerte y decidida. Ella no entiende el amor como la entrega absoluta, tiene un respeto a su propia dignidad primero. "El amor tiene límites" dice al menos dos veces en la película, ante las exigencias de la Reina. A diferencia de las acciones de La Reina o Abigail, Sarah decide cada acción que realiza. No se humilla para conseguir el perdón de su amada, ni menos para reconquistarla.

Sería básico decir que Sarah es "buena" y que Abigail es "mala". Si bien la primera ama honestamente y la segunda sólo finge afecto, no deberíamos comparar a quienes provienen de situaciones distintas. Sarah es una Lady, casada con un general, vive en la corte de la Reina Ana y se ha logrado posicionar como una mujer influyente a nivel político, por lo que la mayoría de sus necesidades están cubiertas. Abigail, en cambio, viene de una familia rica que cayó en desgracia. Nos queda claro que ha sido violada en tantas ocasiones que responde con sarcasmo al acercamiento de los hombres y mientras trabaja como empleada del castillo es víctima de diversos maltratos. Cuando Abigail se transforma en doncella de Sarah consigue una habitación propia y una vida mucho más cómoda. Sin embargo, sabe que cualquier error la enviará a la calle. Esa incertidumbre la motiva a seducir a la Reina. Abigail no es libre para amar, es presa de sus necesidades.

Volviendo a La Langosta, vemos cómo su protagonista David termina escapando del hotel para encontrar pareja. Logra llegar a un bosque donde viven "los solitarios" un grupo de personas que viven al margen de la ley, se cuidan y colaboran pero tienen prohibido mantener vínculos sentimentales y sexuales entre ellos. Mientras David consigue disfrutar la soledad, conoce a una mujer de la cual se enamora (y ella también se enamora de él). La decisión de amarse y emparejarse la hacen de manera libre, ya que no hay una presión social ni una necesidad física. Es un amor que nace entre personas iguales. Y probablemente, eso es lo que motiva a David a tomar una medida extrema cuando dejan de ser iguales.

En La Favorita, no hay medidas extremas. Cada personaje asume su decadencia. Es imposible mantener una relación de amor verdadero y libre entre quienes entienden el amor como cosas diferentes.

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