Inés del Alma Mía: una teleserie de época

Chilevisión estrenó anoche la miniserie de ocho capítulos basada en la novela de Isabel Allende. Una trama protagonizada por una mujer fuerte y libretos ligeros, de personajes unidimensionales y poco riesgo, pero que es sencilla y que logra entretener.


Una chica se enamora de alguien recién llegado al pueblo que tiene fama de mujeriego. Ella es fuerte, independiente, diferente a las mujeres de su época, terminará conquistando al afuerino y huirá con él, ante la furia de su abuelo. Pero las cosas no serán como ella lo pensó: su marido sale de expedición y no regresará más. Años después, se enterará que ha muerto. Pero ella volverá a enamorarse.

Ese es el resumen del primer capítulo de Inés del Alma mía, una producción que tardó cinco años en concretarse desde que la escritora Isabel Allende firmara el acuerdo con el entonces director ejecutivo de Chilevisión, Jaime de Aguirre, para llevar a la televisión su exitosa novela. La apuesta obtuvo fondos del CNTV, pero en su camino enfrentó cambios -salieron De Aguirre y Vicente Sabatini de la producción ejecutiva, además de la productora Fábula- y se concretó como una coproducción de CHV junto a RTVE y Boomerang TV.

Inés Suárez (sin el “de”, como erróneamente se ha conocido) está interpretada estupendamente por Elena Rivera (Cuéntame cómo pasó), quien posee suficiente carisma y ángel para provocar simpatía por su personaje, conectado a los tiempos de mujeres fuertes llevadas a la ficción. Bien puede ser lo mejor de esta miniserie de ocho capítulos que se parece mucho a una teleserie de época, por libretos ligeros y una estructura donde hay un triángulo amoroso, héroes, heroínas y villanos, así como también una protagonista que sufre, que busca el amor y que finalmente descubre el sentido de su vida. Es parte de lo que cuenta el libro, pero también ha sido una decisión de producción aligerar la trama y puesta en escena, diferenciándose de otras miniseries de época con factura española (como Isabel), donde hay más pretensión y peso, pero también un exceso de ropas, maquillajes y reconstrucción que terminan ahuyentando a muchos televidentes.

Inés del Alma mía no se excede en la reconstrucción y, sin rodeos, es simple y en busca de la masividad. No se esfuerza por explicar cómo una chica cruza el Atlántico hacia el Nuevo Mundo, en busca de su marido, sin ser violada o asesinada en el camino. Ella llega no más. Tampoco la trama pierde el tiempo en darse vueltas y apenas se entera que Juan de Málaga ha muerto en combate, la miniserie hace que sea en los brazos de su próximo amor: Pedro de Valdivia (Eduardo Noriega, algo sobreactuado). Eso sí, tarda un capítulo entero en resumir todo esto y la verdadera historia comienza desde el segundo episodio, cuando ella y Pedro de Valdivia se embarcan a la conquista y enfrentan a los mapuches.

Rodada en Chile, Perú y España, codirigida por Alejandro Bazzano y el chileno Nicolás Acuña (El reemplazante, Los archivos del Cardenal), es cuando entra en escena Pedro de Valdivia y el pueblo mapuche que la miniserie romántica toma el cariz de acción, con varias escenas de batallas -no del todo logradas, algo pobres visualmente- y numerosos personajes secundarios, donde destaca Gastón Salgado como Michimalonco. También aparece Roberto Farías como un español machista y temible -con un acento que no convence- y Benjamín Vicuña personificando a Rodrigo de Quiroga, que se ve como él mismo interpretando a alguien y no el actor difuminándose en su personaje. Quizás ha sido el poco tiempo que se le dan a la mayoría de los personajes para que sean de carne y hueso y no solo unidimensionales.

En ese sentido, el retrato de los españoles en Inés del Alma mía, a grandes rasgos, es como asesinos, violadores y déspotas, mientas los mapuches como quienes buscan defender las tierras y cultura que les pertenecen. En España, donde esta miniserie debutó el año pasado, esa mirada causó cierta polémica, especialmente en foros de internet, con españoles quejándose por cómo quedan delineados sus antepasados. Inés, eso sí, sale incólume como heroína dentro de la serie. A ella no la tocan.

Para quienes busquen la historia de Chile y España, con letras mayúsculas, acá no la van a encontrar y seguramente pasarán rabias. Deberían abstenerse o, en caso contrario, comprender que se trata de una obra de ficción basada en un libro de ficción. Hay una inspiración de lo que está escrito en los libros de historia, pero esto no es un documental y tampoco pretende serlo. Es cierto que no logra alcanzar el vuelo completo, que faltó más inspiración o, mejor aún, algo más de riesgo (cómo olvidar lo que hizo Luis Barrales y Manuela Infante en la magnífica obra Xuárez), pero al menos no defrauda en su declaración de principios de sus primeros minutos: esto realmente es una teleserie sobre una mujer, que podría ser perfectamente de estos tiempos, que se independiza y enamora, pero que en el trance de todo ello termina encontrando su propio camino. Eso la hace una historia universal, sencilla, amable y que consigue entretener sin más.

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