Rosabetty Muñoz: “Cuando la vida que conocemos está amenazada, la poesía tiene su propio correlato”

La destacada autora chilota es la flamante ganadora del Premio Municipal de Literatura de Santiago por su libro Técnicas para cegar a los peces, en categoría poesía, donde aborda temas propios de la isla, como la naturaleza y la religiosidad popular. En conversación con Culto, desmenuza su obra y habla de la contingencia.


Fue uno de los buenos lanzamientos del 2019 y acaba de obtener –en categoría poesía– el Premio Municipal de Literatura de Santiago en su versión 2020-2021, dado que el año pasado no se entregó por la pandemia. Nos referimos a Técnicas para cegar a los peces, publicado por Ediciones Universidad de Valparaíso, y su autora es la poeta oriunda de Ancud, Rosabetty Muñoz Serón. Una de las destacadas autoras del país, y quien fuera candidata del Premio Nacional de Literatura, en 2020. Consultada por Culto, manifestó su felicidad por el galardón.

“Me alegra, claro. Cuando uno escribe, está solo con las palabras intentando encontrar expresión para esa masa de sentido que nos mueve, ese es el mayor empeño. Siempre me sorprenden los caminos de la poesía que encuentra a otro, otra para completar ese puente de entendimiento. Este libro, especialmente, es importante para mí porque se acerca a una poesía que participa de los movimientos históricos, como un trabajo que se suma a otros en la reflexión sobre la cultura”, señala Muñoz.

¿Esperaba recibir el premio?

La verdad es que no. Me emociona pensar en los libros poderosos que se han ganado este premio y que han sido parte de mi formación: Poemas y Antipoemas de Nicanor Parra; La Compañera, de Efraín Barquero; El árbol de la memoria, de Jorge Teillier; Contra la muerte, de Gonzalo Rojas; La musiquilla de las pobres esferas, de Enrique Lihn, por nombrar algunos ¡cómo no me voy a emocionar!

¿Cómo fue el proceso de creación de Técnicas para cegar a los peces?

En el libro conviven varios momentos, como en casi todos los libros. Los Restauradores es una especie de apuntes que tomé en una ronda de trabajos de restauración por distintas capillas de Chiloé en 2009, fui testigo de cómo los expertos trataban con profundo respeto las huellas físicas de una fe desesperada. Marea Roja, el poema largo, fragmentario, central del libro fue escrito en su mayoría durante el llamado Mayo Chilote en 2016, cuando la varazón de habitantes marinos dejó al descubierto una crisis que se fue profundizando en los canales y mar interior por el abuso de la empresa salmonera. Arrojar toneladas de desechos al mar fue un gesto que remeció a los isleños en varios niveles.

En la primera parte del libro, Marea roja, usa mucho los elementos de la naturaleza de su natal Chiloé, y también la ciudad. ¿Considera el medio ambiente y lo ecológico como temáticas fundamentales de estos tiempos?

Creo que sí. La escritura, como yo la entiendo, es un ejercicio de decir y preguntarse, estar atento a la vida de los otros, a nuestro tiempo y en esa exploración por medio de las palabras, los temas / imágenes van apareciendo como imantadas y terminan retratando el mundo personal que es también el de los demás. Y en este presente, cuando la vida que conocemos está amenazada, la poesía tiene su propio correlato, su capacidad de exponer con ferocidad, pero también de sanar.

En las partes 2 y 3 (Los restauradores y Lengua de santas) aborda la religiosidad popular, tan propia de la isla. ¿Cómo ha visto desarrollarse esas tradiciones en tiempos de digitalización y de pandemia?

He estado viajando bastante a las islas pequeñas, haciendo talleres y participando de encuentros comunitarios. He visto cómo el despoblamiento es uno de los problemas mayores y lo que tiene más tristes a los isleños; se está hablando mucho en pasado, como si este tiempo ya no fuera el suyo. Según mi percepción, en la gente de los mares interiores hay una resistencia cultural que se muestra de varias formas, en lo religioso, hay un retorno a los ritos privados: rezos en las casas, el santo que se “presta” de una casa a otra para hacer promesas y novenarios; ritos funerarios postergados por la pandemia se retoman sin ya el cuerpo.

En un verso se refiere a la labor de los restauradores como “Ir arrastrando la imagen que amaron los antiguos”. ¿Piensa que son parte del rol de la memoria en una sociedad?

La poesía tiene esa gracia, poder decir en capas. Cuando se habla de Los Restauradores que son literalmente expertos en reparar imágenes religiosas; también se está hablando del papel de la poesía o las palabras como refugio, ese periplo por las capillas y las islas es también un recorrido por una forma de vida, una cultura que parece estar desapareciendo pero que vive en la memoria de los vivos.

Usted fue candidata a constituyente en las elecciones de mayo de este año. Posteriormente, ¿no pensó en probar en algún otro cargo (CORE, diputada)?

No. La candidatura a constituyente fue muy específica, una decisión tomada pensando en la necesidad de que, en un documento tan fundamental, la palabra poética debería tener un lugar. Chile tiene una lírica poderosa, en constante renovación, atenta a las transformaciones y sensibilidad que arde bajo las capas más superficiales de nuestra convivencia nacional; la poesía ha ido mostrando el germen del estallido, ha ido haciendo visibles las fracturas, entonces, pienso que, en el acto de establecer un nuevo pacto ciudadano, los poetas traen voces cargadas de sentido. Pero también podemos participar desde otros lugares, entonces he vuelto a mi vocación primera que está en la escritura y mi labor pedagógica que está muy unida además de acercarme a ese rol social que también me moviliza.

Ad portas de la segunda vuelta presidencial, ¿qué espera que ocurra?

Espero que tengamos de presidente a Gabriel Boric. Tal como comentaba, la poesía muestra mucho del alma nacional y él es amante de la poesía; con él veo posibilidades de cambios serios en temas que son esenciales para el país y por los cuales él ha luchado desde que era un joven líder: educación pública, cultura, medio ambiente. “La esperanza es una ética” dice mi admirada Adriana Valdés y en esa labor estoy, alimentando la esperanza con el despliegue de una campaña alegre, que llama a la unidad, que apuesta por los encuentros.

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