“Me encanta su energía”: el productor de Coldplay revela las historias tras su éxito

Ken Nelson trabajó como productor musical en los primeros tres discos de la banda que acaba de reinaugurar los megaconciertos en el Estadio Nacional. En charla con Culto revela algunos de los secretos de A rush of blood to the head (2002) el álbum que hace veinte años catapultó la fama de la banda a punta de sencillos que hasta hoy son ineludibles en sus conciertos como The Scientist y Clocks.


El verano boreal de 1999, fue un momento crucial para Coldplay. Por entonces eran una banda emergente que había publicado dos epés (Safety y The Blue Room), junto al productor Chris Allison con moderado éxito. Y aunque en principio era el nombre considerado para trabajar en el primer álbum del grupo, finalmente las poco productivas sesiones de trabajo y la necesidad de lograr un sonido más pulido, convencieron de la necesidad de un cambio a los ejecutivos de la división A&R de Parlophone, la subsidiaria de EMI que los había fichado.

Fue entonces que entró en escena el productor Ken Nelson (1959). Oriundo de Liverpool, hasta entonces acumulaba experiencia trabajando con bandas alternativas como Gomez lo que le daba suficientes credenciales indie para el grupo, ávido de marcar una identidad. Como se acostumbra, primero los fue a ver en vivo antes de reunirse en persona con ellos.

Ken Nelson, productor musical inglés que trabajó con Coldplay en sus primeros tres discos.

“Conocí a Coldplay por primera vez en el verano de 1999 en su sala de ensayo. La reunión fue organizada por Dan Keeling, su hombre de A&R. Fui uno de los productores que conoció a la banda”, recuerda Nelson vía e-mail con Culto. “Por suerte para mí, conseguí el trabajo. Me encantó su energía y, por supuesto, me encantaron las canciones y sabía que podíamos hacer un gran álbum”.

Junto a Nelson, la banda trabajó casi todos los temas de su primer álbum, Parachutes (2000), con el que lograron posicionar el hit Yellow, y otras canciones como Trouble, Don’t Panic y Sparks, que hasta hoy son incorporados a los sets de la gira Music of the Spheres; de hecho las últimas dos fueron interpretadas en el primero de los cuatro shows de la banda en su regreso a Chile esta temporada.

A rush of blood to the head

Una vez lanzados como una banda promesa, con un cantante carismático y un sencillo que se coló en los listados, era momento de dar el salto. El paso del segundo disco, titulado A rush of blood to the head (2002), debía apuntalar de forma definitiva a Coldplay. Con oficio, Nelson notó que podía aprovechar el creciente ritmo de giras del grupo para potenciar su sonido.

“Cuando empezamos a trabajar en A rush of blood to the head, habían estado bastante tiempo de gira y creo que habían mejorado como músicos y tenían mucha más confianza”, recuerda. Incluso, el rodaje de la carretera les había permitido definir con claridad lo que buscaban; un sonido más rotundo respecto a su primer álbum. “La banda quería lograr un sonido más duro y agresivo en el segundo álbum y creo que con sonidos de guitarra más fuertes y completos lo logramos”, detalla Nelson.

El grupo comenzó a trabajar en el disco una semana después de los atentados del 11-S a las Torres Gemelas y el Pentágono. De hecho, a partir de esos sucesos, Martin escribió Politik, la canción de apertura con su marcado stacatto y una reflexión sobre la humanidad que marcará temas posteriores y que se ha incluido en algunos de los shows de la gira Music of the Spheres. “Escribí la canción el 11 de septiembre y la grabamos el 13 de septiembre. Estábamos todos, como todo el mundo, supongo, un poco confundido y asustado. Salgo de la gira y descansé durante uno o dos días. Pero luego vuelvo a ponerme inquieto. Quiero escribir canciones y hacer cosas, porque nunca se sabe lo que puede pasar”, contó él mismo en una entrevista de la época.

Aunque no les tocaba directamente, parte del estado de ánimo melancólico se coló en el disco. Más al cambiar la metodología de trabajo para conseguir lo que buscaban. “El segundo álbum fue una experiencia muy diferente a Parachutes -acota Ken Nelson-. En Parachutes era más o menos una banda grabando en vivo, Mientras que A rush of blood to the head comenzó con Chris tocando una pista guía, a veces con la guitarra y la voz y otras veces con el piano y la voz. El resto de la banda agregaría sus partes por encima, a menudo escribiendo las partes mientras grababan”.

La portada de A rush of blood to the head, diseñada por el fotógrafo Sølve Sundsbø.

Por esos días, Chris Martin pulía las canciones junto al guitarrista Jonny Buckland y el resto del grupo tras componer al piano o la guitarra. Según Nelson, en esos días el músico logró definir un sonido propio que marcó de manera definitiva el estilo de Coldplay. Cuando se le pregunta lo mejor de las composiciones de Martin por entonces, no duda. “Lo que me encanta de la composición de Chris es la belleza de las progresiones de acordes y sus melodías son impresionantes”.

Y por cierto, como acostumbran las bandas, de cuando en cuando se echaba mano a algún disco para buscar alguna idea. Y no eran solo de Radiohead, como se le achacaba al grupo en esos días. “De vez en cuando escuchábamos la música de otros artistas -dice Ken Nelson-. Recuerdo escuchar a Scott Walker, Jeff Buckley y Foo Fighters entre otros”.

De In my Place a Clocks

Fue así que comenzaron a salir algunas de las canciones. La primera que se grabó para el álbum fue In my place, una canción que pese a su tono optimista gira en torno a uno de los tópicos clásicos del pop; el desamor. Se trata de un chico que ama a una chica que no le corresponde, él está dispuesto a esperarla, pero sabe que no puede quedarse en el mismo lugar. “Se trata de dónde te colocan en el mundo, y cómo te dan tu posición, y la forma en que te ves, y cómo tienes que seguir adelante”, explicó Chris Martin a la revista Billboard.

La canción, lanzada como primer sencillo del disco, fue escrita durante los días de Parachutes y el grupo la fue trabajando con diferentes arreglos durante las giras, incluso la tocaron en algunas oportunidades. Ya en el estudio, y tras muchas dudas, se le terminó de dar la forma definitiva In my place fue trabajada por la banda cuando estaban de gira -recuerda Ken Nelson-. Creo que lo arreglaron durante las pruebas de sonido. Eventualmente se convirtió en parte del set antes de que empezáramos a grabar”.

En el estudio se acabó The Scientist, el segundo single del álbum. Otro tema sobre amores incompletos; esta vez, sobre un científico que se ve absorbido por su trabajo y por ello descuida la relación. De allí las ganas de volver atrás. “Nobody said it was easy, oh, it’s such a shame for us to part”, canta Martin, quien en 2005 le explicó a Rolling Stone la historia de la canción.

“Estaba en una habitación realmente oscura en Liverpool, y había un piano muy viejo y desafinado. Realmente quería sacar la canción de George Harrison, Isn’t It a Pity, pero no pude. Entonces esta canción salió de inmediato”. Desde esos días, no ha salido de los sets de directo del grupo e incluso marca un momento emotivo, tal como ya ocurrió durante los shows de la banda en el Estadio Nacional.

Para Ken Nelson se trata de una sus canciones favoritas del álbum. “Para mí lo mejor de A rush of blood to the head es la energía que grabamos. Mis canciones favoritas son Politik, The Scientist y Amsterdam”. Con ocasión del aniversario del disco, el grupo lanzó una versión 4k del video de la canción dirigido por Jamie Thraves (quien dirigió el de Just para Radiohead), el que cuenta una historia desde el final.

El tercer sencillo fue Clocks, otra de las canciones clásicas de Coldplay que sonó fuerte en los shows del grupo en su vuelta al coloso de Ñuñoa. Al igual que otros temas del álbum, es una canción de amor sostenida sobre una pegadiza frase de piano que Martin creó una tarde en el estudio de Liverpool donde trabajaron el álbum. Como estaban en las sesiones finales, se pensó en archivar. Pero fue la insistencia del mánager del grupo la que hizo que finalmente se incluyera en el disco; de hecho, eso los obligó a retrasar el final de las grabaciones.

“Recuerdo que a Chris se le ocurrió una idea básica de Clocks y quería que la canción fuera una para el próximo álbum, pero Phil Harvey [mánager del grupo] insistió en que la grabáramos para A rush of blood to the head -cuenta Ken Nelson-. Fue la última canción que grabamos para el disco. Me alegro de haberlo hecho, me encanta y, por supuesto, ¡ganó el Grammy por Grabación del año en 2003!”.

Una vez que salió a las tiendas, en agosto de 2002, el álbum acabó por darle a Coldplay el empujón final para volverse un fenómeno pop, con buen desempeño comercial y éxito de críticas. De hecho, debutó en el primer lugar en el listado UK Albums Charts, mientras que en EE.UU logró colarse en el Top 5 del Billboard Hot 200, lo que aún así, ya era mejor que el rendimiento de Parachutes que se quedó en el lugar 51.

“Coldplay suena como una banda con mucha confianza. Tan seguros, de hecho, que sus defectos parecen casi fuera de lugar”, señaló Alexis Petridis, el crítico de The Guardian. Por su lado, Rob Sheffield, el señero crítico de Rolling Stone también dedicó una reseña elogiosa al disco. “A Rush of Blood to the Head es un álbum más nervioso, más afilado y completamente sorprendente. Las guitarras todavía están llenas de Pink Floyd, pero la banda ha descubierto cómo soltarse y rockear, algo que Floyd nunca aprendió”.

Ken Nelson trabajó con la banda hasta su siguiente disco, X&Y, el que tuvo críticas mixtas. Pero la experiencia acumulada, asegura, marcó el resto de su carrera. “Trabajar en Parachutes y el éxito de los discos significaba que podía elegir con quién trabajar y he sido muy afortunado en ese sentido. He recibido muchos comentarios de personas dentro y fuera de la industria que mencionan la energía y el sentimiento de Parachutes y A rush of blood to the head”.

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