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Caleb Landry Jones, el nuevo Drácula: “Luc Besson es muy extremo en muchos sentidos, aunque él no lo diga”

El director de El Quinto Elemento (1997) se enfoca en el romance y la tragedia de la clásica historia de Bram Stoker en su película más reciente, que acaba de llegar a las salas del país. Para el rol principal, confió en el actor con el que trabajó en su cinta anterior, Dogman (2023). En diálogo con Culto, el intérprete profundiza en su encarnación de un personaje clásico y su vínculo con el cineasta.

Caleb Landry Jones, el nuevo Drácula: “Luc Besson es muy extremo en muchos sentidos, aunque él no lo diga”

Recibida por la crítica como una de las mejores películas de Luc Besson en años, Dogman (2023) supuso una alegre experiencia tanto para el director francés como para el actor estadounidense Caleb Landry Jones. Mientras filmaban esa producción, la historia de un joven maltratado que forja una particular relación con los perros, el realizador empezó a evaluar otras posibles historias que le permitieran repetir su colaboración con el intérprete. Hasta que le compartió un concepto en específico: su propia versión de Drácula.

Según recuerda Jones, primero se trató de una mención “a la pasada”. Luego, cuando apareció un guión –escrito por el propio Besson–, “empezamos a hablar mucho más a fondo sobre la historia o de una forma completamente diferente. Antes de eso, hablábamos de forma muy informal”, explica a Culto.

El director de cintas como El perfecto asesino (1994) y El quinto elemento (1997) tenía definido hacer un largometraje que acentuara el tinte romántico de la novela de Bram Stoker, un enfoque que, a su juicio, había sido poco o nada abordado en otras representaciones cinematográficas del personaje. Eso sí, durante el rodaje en Francia confesó que el proyecto surgió de su “fascinación” por Jones más que de un interés en la historia del Conde que perdió a su amada.

Nacido en Texas en 1989, Caleb Landry Jones comenzó su carrera a temprana edad con pequeñas apariciones en filmes como Sin lugar para los débiles (2007) y Red social (2010). Su cosecha del año 2017, donde tuvo presencia en películas de Jordan Peele, Martin McDonagh y Sean Baker, consolidó su posición en la industria. Desde entonces ha seguido trabajando con cineastas de renombre y acaparando reconocimientos. ¿El más importante? El premio a Mejor actor del Festival de Cannes 2021 por su rol en Nitram (2021), donde encarnó al asesino serial australiano del mismo nombre.

“Cuando intentas ser actor o lo que sea que intentes ser, hay una vocecita dentro de ti que te dice que no sabes en qué vas a trabajar. Y estás arruinado, así que vas a trabajar en lo que puedas conseguir. He tenido la gran suerte de trabajar con algunos de los mejores directores vivos. Y luego cuando intento pensar en lo que viene, eso normalmente no me sirve de mucho. Porque, ¿cómo puedo trabajar con mejores y más personas que con las que ya he trabajado?”, declara.

Jones es la clase de artista que sabe que su trabajo comienza mucho antes de llegar al set y encontrarse con los departamentos de maquillaje y vestuario. En el caso de Drácula eso se activó una vez contó con el texto. “Después del guión empezamos a hablar de la voz, de esas cualidades de lagarto y dragón, y de otros aspectos de lo que íbamos a hacer”, indica.

Ahora ha recuperado su acento habitual, pero durante las filmaciones, incluso en las pausas y los fines de semana, siguió hablando como su personaje. Alcanzó ese resultado porque, antes de viajar a Francia, trabajó con un coach de dialecto cuando estaba en Austin, “mientras tocaba en algunos conciertos con una banda”.

“Y también estaba intentando perder mucho peso, porque pesaba unos 108 kilos por aquel entonces. Estaba muy gordo (se ríe). Así que la voz y la pérdida de peso empezaron al mismo tiempo”, detalla.

En su nuevo largometraje, que acaba de llegar a los cines del país, Besson resalta la tragedia de un hombre que espera 400 años por la reencarnación de su esposa, Elisabeta (Zoë Bleu), fallecida mientras batallaba por los suyos en la Transilvania del siglo XV. La película se mueve entre esa época y la Francia de fines del siglo XIX, momento en que el Conde sigue a una joven muy parecida a su mujer y sus pasos despiertan la curiosidad de un sacerdote (Christoph Waltz).

-¿Cuánto hablaban con Luc Besson de la novela de Bram Stoker? ¿O él estaba muy centrado en su interpretación del libro?

La novela es la novela, y todo el mundo la conoce. Y creo que la novela es muy familiar para la mayoría. Así que no hablamos mucho de ella. Hablamos sobre todo de la vida y de la vida del personaje. Y de nuestras vidas. De las cosas que nos gustaban, las cosas que nos entusiasmaban, las cosas que esperábamos con deseo, cómo hacer las cosas. Luc es muy inteligente y delicado al integrar al actor en el filme. Trabajas muy de cerca con él, pero también tienes espacio para crear algo. Y entonces, antes de que te des cuenta, estás en plena acción. Y realmente no hay tiempo. Lo hay en la preproducción, pero nunca más. Claro que sigues hablando, pero ahora te adaptas al ritmo del rodaje, así que es completamente diferente. Ahora hay muchas cosas que suceden a la vez, todo el tiempo, por lo que la conversación es más rápida y concisa.

-Ud. se mantuvo en personaje en todo momento, ¿verdad? ¿Cómo describiría su enfoque actoral en general y en esta película en particular?

Creo que algunas películas exigen cosas diferentes. Algunos filmes exigen personajes más amplios. Algunas exigen interpretaciones más realistas. Los actores siempre hacen referencia a interpretaciones tipo Kabuki, pero no sé a qué se refieren necesariamente con eso, salvo a que quizá sean grandilocuentes o algo así.

“Como siempre dice Luc, la película es la reina. Y la película realmente dicta cómo tendrás que trabajar. Para esta película, tendrás maquillaje. Y para esta película, habrá muchos decorados y muchos cambios de vestuario. Así que si eres un actor que necesita cinco horas solo en una silla sin hablar, es perfecto. Porque lo tendrás durante el maquillaje. Si eres un actor que necesita correr cinco kilómetros antes de iniciar la jornada de rodaje, puede que no tengas tiempo a menos que te levantes muy, muy temprano. Estoy bromeando un poco. La película realmente dicta lo que vas a hacer y lo que te va a pedir. Pero me parece que con los dialectos y esas cosas, es más fácil para mí mantener el dialecto todo el tiempo si puedo. Porque es más difícil entrar y salir por mí mismo. Lo encuentro muy complicado. Así que es mejor... Y a veces eso genera que el personaje se integre un poco más que quizás con otros actores durante la cena o algo así. No lo sé. Pero la verdad es que no le doy demasiadas vueltas. Pero tampoco le estoy dando órdenes a la gente en el hotel como un príncipe”.

-En qué momento pensó que lo había logrado y había encontrado al personaje?

Nunca, hombre. En algún momento dejas de preocuparte de eso, porque es demasiado tarde y ya no puedes preocuparte de esa manera. Una de las mejores cosas del cine es que, por mucha preparación que hagas, llega un punto en que la bola empieza a rodar. Y simplemente rueda. Y realmente tienes que seguirle el ritmo y no quedarte atrás. A veces, cuando piensas en ello o te preocupas de esa manera, te das cuenta de que te quedas atrás y la bola está muy lejos. Así que simplemente intentas seguirle el ritmo y eso te deja sin tiempo para sobreanalizar las cosas. Luc es muy dinámico en su forma de trabajar. Es muy extremo en muchos sentidos, aunque él no lo diga. Es muy rápido, dedicado y concentrado. Así que trabajas junto a una auténtica bestia en cuanto al ritmo y a lo que se espera de ti. Pero es bastante emocionante.

Bailes y pasos

Al principio del rodaje de Drácula, Caleb Landry Jones y Zoë Bleu bailaron. Fue una sugerencia de la actriz y cantante, quien interpreta a Elisabeta y a su versión del siglo XIX, Mina (misma tarea que asumió Winona Ryder en 1992).

“Pensé que era una forma muy agradable, apta para todos los públicos, de entender nuestra química. Especialmente físicamente, porque estaba un poco nerviosa”, plantea la hija de Rosanna Arquette. Luego profundiza en sus preocupaciones: “Nunca había besado a nadie frente a una cámara”.

Así que los protagonistas tomaron clases de butoh, una forma de danza japonesa nacida a mediados del siglo XX. “Le hice la sugerencia a Luc. Y él dijo: mmm, vale. Pensé que también podría ser útil para Caleb, porque muchos de los movimientos del butoh tienen vibras muy como de Drácula”, recuerda.

“Fue una idea maravillosa. A veces me doy cuenta de que mucho de tu trabajo, como algo de ese tipo, no se refleja en la pantalla. O quizás se refleja de una manera menos visual o física. Y ese fue un ejemplo de algo que hicimos que está en la pantalla, literalmente. Creo que siempre es muy emocionante cuando eso sucede”, sostiene Jones.

El trío compartió múltiples comidas antes de comenzar las filmaciones, instancias en las que el tema de conversación muchas veces excedía el trabajo. “Hablábamos de música y arte. Y ese fue el hilo conductor que seguimos todos juntos”, afirma la actriz. Y todos estaban en la misma sintonía respecto al reto que tenían enfrente: este sería un filme romántico, no un largometraje centrado en la tensión sexual o en cuestiones políticas.

Bleu, quien se considera “una romántica empedernida”, encontró en ese ángulo una gran motivación para unirse al proyecto. “Creo que hoy en día hay mucho odio en el mundo, mucha oscuridad. Y es bueno que no hayamos hecho una película de monstruos que promueva el miedo, el odio, la oscuridad, la crueldad y el asesinato. Este filme realmente promueve el amor. Y necesitamos más amor en este mundo. Así que es interesante tomar la historia clásica de Drácula y darle un giro”, opina.

Según expresa, la actriz visualiza al protagonista como “un hombre que se aferró a un sueño, un sueño de amor. A través de la oscuridad del tiempo, sostuvo el amor como una antorcha encendida (...) Creo que el amor verdadero implica mucho sacrificio. Amar a alguien y no poseerlo, sino dejarlo ir. Siempre hemos visto a Drácula como una criatura posesiva, malvada, egoísta y despiadada. Pero ese no es este Drácula. Eso es lo que más me gusta”.

Jones coincide con la visión de la actriz. “No es una película de monstruos. Sí, estoy totalmente de acuerdo con ella en eso. Vives 400 años y para los demás eso te convierte en una especie de monstruo”.

Bleu confirma algo que se puede apreciar en algunas entrevistas que su compañero realizó durante el rodaje de la cinta: seguía hablando como el Conde en todo momento. “24/7. No perdía ese acento. A veces eso me volvía un poco loca. No voy a mentir”, reconoce. “Pero cuando él se mete en el papel, está ahí y no lo puedes sacar. Creo que es como el Gary Oldman de nuestra generación. Creo que es un actor realmente espectacular”.

Jones prefiere restarle importancia a la profundidad o seriedad con la que se toma las cosas. Sin embargo, comparte un ejemplo que permite entender de mejor manera su estilo de trabajo, una aproximación que no admite respiros hasta que la tarea esté terminada. “Cuando eres un bebé y empiezas a aprender a caminar, luego caminas a todas partes sin pensar en ello. Simplemente caminas porque ahora puedes hacerlo. Así es como se siente una vez que las cámaras están encendidas. Hemos llegado a un punto en el que ahora podemos caminar. Pronto estaremos corriendo. En cuestión de minutos”.

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