Culto

Crítica de discos: Dream Theater no convence, Cheap Trick sigue siendo mejor en vivo y Depeche Mode siempre brilla

Las novedades discográficas de la semana tienen dos momentos en vivo con Depeche Mode y Dream Theater. ¿Quién sale mejor parado? Cheap Trick, por su lado, intenta saldar deudas con su historia.

Crítica de discos: Dream Theater no convence, Cheap Trick sigue siendo mejor en vivo y Depeche Mode siempre brilla

*Depeche Mode - Memento Mori: Mexico city

Sobrevivientes en el más amplio sentido, Depeche Mode volvió con Memento Mori en 2023, una obra dialogante con el calendario tanto en reversa, el presente y el mañana, que asume el tiempo como una circunstancia creativamente a favor. Así, el animal sofisticado del estudio se libera cuando se trata de convertir las canciones en una experiencia en directo. David Gahan y Martin Gore reinan en las salas de grabación y en el escenario con resultados triunfales.

En este registro están algunas de las mejores canciones de Memento Mori, tan consistentes que son de la partida. My cosmos is mine, que abre fuegos en la última entrega, cumple la misma función acá, un canto fúnebre de dramático giro. Le sigue Wagging tongue y sus gloriosas salvas en honor a Kraftwerk con refuerzo melódico mientras Speak to me, también nueva, resuena como una triste plegaria que se eleva con propulsión sideral. No hay espacio para todos los hits pero figuran imprescindibles ochenteros como Enjoy the silence en una larga versión que incluye un solo de batería, imperdibles de los 90 -I feel you y Personal Jesus-, gemas de este siglo como Precious, y otras piezas más oscuras incluyendo Waiting for the night, reelaborada en una versión más desprovista que mantiene su carga emocional.

*Dream Theater - Quarantième: live à Paris

La banda neoyorquina continúa la saga solo accesible para los fieles a su culto mediante un nuevo álbum en vivo -décimo en su discografía- celebrando 40 años desde que John Petrucci, Mike Portnoy y John Myung, estudiantes de Berklee, abandonaron la institución musical de Boston para fusionar metal y progresivo con afán ingenieril.

Grabado en París el año pasado, Quarantième refleja el paso del tiempo particularmente con el cantante James LaBrie, blanco de críticas ante el capricho de fanáticos que demandan las mismas alturas tonales del canadiense en los 90. La banda ha bajado la afinación en sus últimos trabajos no solo para facilitar el exigente desempeño que la composición requiere del vocalista -es el responsable de la melodías en un entorno que no prioriza la veta-, sino también por la exploración de variables metálicas más densas y guturales en torno al djent.

Para los no conversos, sigue siendo una tarea cuesta arriba conectar con vías de acceso a un material que privilegia complejas intervenciones, por sobre una narrativa musical pródiga en enganches. Después de 40 años surge la duda si Dream Theater pudo abrazar algo parecido al mainstream de contar con un productor capaz de poner tijera y atajo a la compulsión por las escalas y las métricas irregulares. Una mano capaz de dosificar las piruetas individuales en pos del conjunto.

*Cheap Trick - All washed up

En 1980 Cheap Trick cumplió su sueño dorado al grabar All shook up junto a George Martin en la producción y George Emerick en la consola. No fue solo por darse el lujo de contar con los máximos colaboradores de The Beatles, sino porque necesitaban de una vez por todas equiparar en estudio el poder que irradiaban en directo como la mejor banda de rock estadounidense del periodo, pequeño gran detalle que Tom Werman (Blue Öyster Cult, REO Speedwagon), el productor de sus primeros trabajos, nunca pudo empalmar.

Sin embargo, All shook up tampoco logró su cometido y hacia fines de los 90 Steve Albini (Nirvana) también se vio frustrado intentando plasmar el sonido salvaje del cuarteto de Rockford al regrabar el clásico In color (1977), aventura que sigue inédita. Finalmente, Julian Raymond ha sido el responsable de encontrar el sonido de Cheap Trick durante este siglo.

Este quinto álbum es una demostración de rock clásico macizo y directo con material poderoso como el corte homónimo y The riff that won’t quit; el medio tiempo de Twelve gates que envuelve el amor por los Fab Four, y las baladas que los revivieron hacia fines de los 80 con inesperado éxito. All washed up no mueve la aguja en la eterna impresión de que esta banda siempre será mejor en vivo, pero acorta ligeramente las distancias.

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