
Drogas, prostitución y duras acusaciones: Charlie Sheen reflexiona sobre su espiral de excesos
A través de una autobiografía y una producción de dos partes para el streaming, el actor de 60 años revisa el espiral de excesos que acompañó su ascenso a la fama y el período anterior a su despido de Two and a Half Men. Sobrio desde 2018, logra que compartan sus testimonios viejos colegas, exesposas y dos de sus hijos.

En febrero de 2011 Charlie Sheen estaba iracundo: CBS acababa de suspender la octava temporada de Two and a half men, en respuesta a las incontables polémicas por sus excesos y a sus ácidos comentarios en contra de Chuck Lorre, creador de la sitcom.
“Estoy bajo los efectos de una droga, se llama ‘Charlie Sheen’. No está disponible porque si la pruebas una vez, mueres. Tu cara se desintegrará y tus hijos llorarán por tu cuerpo destrozado”, declaró a ABC News, junto con revelar que, lejos de darle la espalda, había recibido mensajes de Sean Penn, Mel Gibson y Colin Farrell. Unos días después, el 7 de marzo, la cadena anunció su despido definitivo. De pronto ya no eran sólo malos titulares y acusaciones a su alredeador, sino que consecuencias tangibles.

A 14 años de ese episodio que lo marginó de la popular producción y cambió su carrera para siempre, Sheen vuelve a la pantalla en un formato diferente y con una apariencia distinta. Estrenado este miércoles en Netflix, el documental Nombre artístico: Charlie Sheen (aka Charlie Sheen, su título original) propone un recorrido por los altibajos de su vida, incluyendo su infancia, su ascenso a la fama, sus divorcios y su espiral de excesos.
Sheen ya no luce maníaco como en 2011, sino que sereno y reflexivo. El motivo de ese cambio es que se ha mantenido sobrio desde diciembre de 2017. Una muestra de que se encuentra en una nueva etapa es que en el filme entregan sus testimonios amigos y familiares, pero también personas con los que se ha enfrentado públicamente en el pasado (Denise Richards y Brooke Mueller, sus dos exesposas; Chuck Lorre y la proxeneta Heidi Fleiss, quien lo llama “esa zorra llorona”).
Segmentado en tres grandes temas (presentados como Fiesta, Fiesta con problemas y Sólo problemas) pero dividido en dos partes, el documental de Andrew Renzi comienza describiendo su infancia en Malibú como el tercer hijo de Martin Sheen y Janet Templeton. Reconstruye ese momento con palabras de su hermano Ramon y de su amigo Sean Penn, y videos caseros de la familia. Eso incluye cuando todo el clan acompañó a su padre durante el demencial rodaje de Apocalipsis ahora (1979).

A medida que su carrera despegaba –con títulos como Pelotón (1986) y Wall Street (1987)– entró en un torbellino de excesos. Se volvió adicto a la cocaína tras probarla por primera vez y también abusó del crack, el tequila y la crema de testosterona. Acudió a innumerables centros de rehabilitación, pero sin éxito. Hasta que hace ocho años decidió alejarse de todas las sustancias. Uno de los motivos principales fueron sus cinco hijos (dos de ellos, Lola y Bob, también aparecen en la cinta).
El responsable de brindar algunas de las reflexiones más pertinentes es Jon Cryer, su dupla en Two and a half men. “Tenía cierta reticencia a participar en esto, en parte porque el ciclo de la vida de Charlie Sheen ha sido cometer errores gravísimos, llega al punto más bajo y luego vuelve a salir adelante; llena su vida de positividad, pero luego vuelve a caer en el mismo error. Simplemente no puede evitar autodestruirse”, expresa el actor que encarnó a Alan Harper en la sitcom.
En un segmento final, en que el director ordena que el set quede desocupado, Sheen responde una serie de preguntas peliagudas. Primero, la acusación del actor Corey Feldman, quien relató que el fallecido Corey Haim le había dicho que Sheen lo había violado en el rodaje de Lucas (1986). El actor niega ese episodio y asegura que es “una invención repugnante”, agregando que debería haber demandado a Feldman.

También refuta las acusaciones de su exnovia, Brett Rossi, y de otras personas, quienes afirman que expuso a mujeres al VIH sabiendo que estaba infectado. Aclara que, a pesar de haber llegado a acuerdos extrajudiciales en varios casos por su irresponsabilidad tras recibir el diagnóstico, nunca ha infectado a nadie. “Nadie se contagió a través de mí. Punto. Fin. Nada más”, señala tajante.
Existe consenso en torno a que lo más revelador del filme es que Sheen admite en cámara que también se ha acostado con hombres. Si bien entrega un motivo –lo atribuye a su adicción a la cocaína–, evita entrar en detalles y prefiere usar una curiosa metáfora: “Si estás mirando un menú, en algún momento vas a darlo vuelta”.
Este martes, un día antes del lanzamiento del documental, llegó a librerías The book of Sheen: A memoir, un libro en que “ofrece una narración sincera y reveladora de los altibajos de su vida, con humor, sinceridad y un estilo de escritura único, cautivador y vívido”. Aunque comparten tono y anécdotas, su autor ha sostenido que se trata de una idea que nació antes del proyecto de Netflix y su cercanía en fechas es mera casualidad.

Comentarios dispares
La crítica no ha quedado demasiado impresionada con la producción que acaba de aterrizar en el streaming. The Hollywood Reporter elaboró un análisis mixto. “Al igual que la trayectoria vital de Sheen, pero en miniatura, Nombre artístico: Charlie Sheen pasa de fascinante a aburrido, de aburrido a fascinante, de sensacionalista a insensibilizante, y no siempre de forma agradable”, opinó.
“El documental no es explotador, pero su valor podría ser más evidente dentro de cinco o diez años, cuando sepamos cómo encaja en la trayectoria de Sheen, algo que tras tres horas de visionado no queda del todo claro”, apuntó el medio.
A The Independent le resultó más convincente., “Una mirada fascinante a su caída en desgracia”, indicó, junto con destacar que “el documental de Netflix sobre el actor de Two and a half men podría ser una estrategia de relaciones públicas, pero resulta difícil apartar la mirada”.

En la otra vereda, Variety lo llamó un “proyecto extraño, frustrante y a veces intrigante, que rellena los escasos pero valiosos momentos de reflexión con preguntas tendenciosas y clips interminables”.
Bajo un prisma similar, The Guardian consignó que “Sheen no muestra suficiente autocrítica en este caso –y sus sonrisas nostálgicas al recordar sus días de fiesta son excesivas–, por lo que es difícil sentir más lástima por él que por quienes lo rodean. Quizá guarda todo eso para hablarlo con su terapeuta y sólo nos cuenta las cosas superficiales. Ojalá sea así. Sería la decisión más sensata que haya tomado en su vida”.
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