
El primer abrazo entre Venezuela y Chile: cuando Bernardo O’Higgins acompañó al ejército de Simón Bolívar en Perú
El encuentro de los próceres americanos ocurrió en 1824, cuando el chileno estaba en el exilio y el país vecino vivía días convulsos. Y aunque quiso tener un puesto en la campaña militar del venezolano, no lo consiguió. Esta es la historia.

Fue un largo viaje, entre las serranías andinas del centro del Perú, hasta llegar a la localidad de Huaraz, enclavada a 3.000 mts de altura. Allí, Bernardo O’Higgins bajó del caballo y caminó hasta encontrar a Simón Bolívar. Era el primer abrazo entre los dos próceres americanos. Un momento para la historia.
El ex Director Supremo compartió la suerte de otros líderes, forzados a dejar sus países debido a las tensiones internas propias de la era post independencia, que en algunos casos se extendieron hasta mediados del siglo XIX.
Por ello, tras su dramática abdicación en enero de 1823, partió al exilio en el Perú. Lo acompañaron su madre Isabel Riquelme, su media hermana Rosita, su hijo Pedro Demetrio, de poco más de 4 años, y dos mujeres mapuches que trabajaban para él, una de ellas, una hija natural llamada Petronila.

O’Higgins arribó al país andino en un momento convulso. Aún estaba en juego la liberación del país, con fuerzas del Virrey todavía actuando, a lo que se debía sumar las divisiones internas entre los patriotas peruanos, lo que mantenía toda la situación en caos.
Tras la retirada de José de San Martín, el ejército patriota se quedó a cargo de Simón Bolívar, caraqueño americano, quien trataba de obtener refuerzos como podía, incluso solicitando ayuda a Ramón Freire. Fue entonces que O’Higgins ofreció el auxilio de su espada.
“O’Higgins quiso participar en la campaña final con Bolívar y viajó con un edecán británico a buscar al caraqueño a Huaraz”, explica Natalia Sobrevilla Perea, historiadora peruana y catedrática de Historia Latinoamericana de la Universidad de Kent.
“Había salido con su familia de Lima a Trujillo en enero de 1824 cuando la ciudad estaba a punto de caer en manos de los realistas -agrega la académica-. De ahí fue a buscar a Bolívar, no recibió colocación en el ejército pero acompañó la campaña por todos Los Andes centrales hasta Vilcashuaman. Volvió a Lima con Bolívar antes de la Batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824)”.

Y aunque su ayuda no fue considerada en las alturas de Los Andes, O’Higgins, sí gozaba de prestigio. Por ello, Bolívar lo invitó a una elegante recepción para celebrar la victoria de Ayacucho. El chillanejo llegó asistió de civil. “Señor, la América está libre -le dijo al venezolano-. Desde hoy el general O’Higgins ya no existe; soy sólo el ciudadano particular Bernardo O’Higgins. Después de Ayacucho mi misión americana esta concluida”, señaló.
Y aunque entre O’Higgins y Bolívar hubo una relación cordial, no se extendió necesariamente a sus círculos. “La amistad gestada en Perú entre Bolívar y O’Higgins desencadenó, por una parte, un antagonismo frente al Libertador por parte del oficialismo chileno (acrecentado por el episodio de Chiloé, último reducto hispano en la faja andina, que Bolívar pretendió extinguir)”, detalla Luis Rubilar Solís en su artículo Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Bernardo O’Higgins, el libertador de Chile.
“Por otra, a partir de tal amistad, un buen concepto de Bolívar respecto de los chilenos. No sólo les mancomunaba el ideal mirandino [por el venezolano Francisco de Miranda, a quien O’Higgins había conocido en su juventud], las batallas libradas en pro de la liberación, sino, además, el ser ambos “agricultores” de tierra americana", agrega el mismo autor.
Además de intentar impedir el viaje de Andrés Bello a Chile, la historia dice que Bolívar tuvo en la mira una expedición a Chiloé, el bastión realista más austral. Aquella fue la razón que habría motivado a Freire a llevar a cabo la tercera y definitiva expedición en que se anexionó la isla a la soberanía nacional.
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