
Fabiana Cantilo: “Si fuera la cantante más importante del rock argentino, tendría más plata”
La cantante más significativa del rock argentino habla del show sinfónico que trae a Chile a fin de mes, de lo difícil que es dejar atrás los 80, de sus recuerdos de Charly García y de la filosofía que hoy la mueve: "La gente piensa que la vida se soluciona siendo artista rock. Eso es mentira. Sufrís como un hijo de puta".

Una entrevista con Fabiana Cantilo (66) no es sólo un diálogo. Es un desafío. Un tobogán impredecible. Una experiencia donde la artista que encarna por igual las virtudes y los excesos de la era dorada del rock argentino se muestra dispersa, caótica, graciosa, con respuestas que no concluyen, otras que se disparan hacia distintas direcciones, varias que rematan en historias de trama desconcertante.
Incluso por momentos acaricia el peligro: Fabiana Cantilo toma un cuchillo y lo apunta. “Esto te lo digo con un cuchillo en la mano”, advierte. Pero no hay nada que temer: la entrevista es por Zoom. Aún más: el cuchillo lo sacó para pelar un membrillo.

Pero hubo un momento en que entrevistar a Cantilo podía culminar en algo así como una estocada. En esta conversación con Culto, recuerda que hace muchos años en Chile se molestó en una entrevista televisiva porque la enfrentaron al dilema prohibido: ¿Charly o Fito?
“Me dio mucha bronca esa pregunta. ¿Cómo me vas a hacer esa pregunta tan machista? Entonces, no sé qué le dije, pero en la pausa nos echaron del canal. Y no volví a Chile por mucho tiempo. Pero, qué se yo, señor, me puse medio antipática. Pero es lo que hay”, enfatiza al rememorar cuando le consultaron por los dos artistas más influyentes en su trayectoria, con quienes estableció un vínculo personal y creativo perpetuado por series, libros y toneladas de notas periodísticas.
Y aunque no lo menciona -y habría que corroborar la verosimilitud del desenlace del relato-, la intérprete se refiere a su paso por la segunda temporada del espacio De pé a pá, de TVN, en 1996 y conducido por Pedro Carcuro.
Pero han pasado casi 30 años, hoy es 2025 y Cantilo ya puede venir a Chile sin que despierten su molestia. “Aunque sigo medio chapa”, admite al referirse al modismo con que los argentinos denominan a una persona chiflada.
La cantante estará por partida triple en el país presentando un show en formato sinfónico, donde parece despojarse del acento pop y rock que ha cubierto un catálogo de más de 40 años: el jueves 21 de agosto en el Club Amanda de Santiago; el viernes 22 en el Teatro Municipal de Viña del Mar; y el sábado 23 en el Club Chocolate, también en la capital (entradas en Passline).
Ahí desplegará un espectáculo secundado por Julieta Bril (violín), Male Medone (chelo), Tito Losavio (guitarra acústica), Cay Gutiérrez (pianista, y también director y arreglista del proyecto), y la propia Cantilo en voz, guitarra y hasta batería. “Y también hay bailes exóticos que hago en bolas”, bromea.
Un concierto más acotado
El show que trae al país es un formato reducido del septeto sinfónico con el que gira por su Argentina natal desde hace un tiempo. “Lo que llevamos a Chile es distinto, porque lamentablemente por falta de producción y dinero no podemos llevarlo todo, esa es la verdad. Es carísimo”, reconoce la cantautora a modo de justificación.
Pero su reconversión sinfónica también tiene otro argumento: es resultado de un minuto epifánico en que ya no se vio cantando más rock como lo había hecho casi siempre. ¿El lugar? Un concierto de Fito Páez con ensamble en el Teatro Colón, a fines de 2023, y en que Cantilo participó como invitada.
“Todo comenzó por casualidad esa noche cuando canté con Fito y dije a cámara… O no sé, a público o a micrófono. Bueno, a cámara de mentira. ¿Cómo se dice cuando uno mira a cámara y dice algo, pero no hay una cámara? Bueno, no importa, mire a cámara, pero no había nada. Pero era como si hubiera. Era como una cámara interior. Y me dije: ‘¿por qué tengo una banda de rock?’ Porque no me gusta gritar. No me gusta la música fuerte. Eso ustedes lo saben. Me corte el peló incluso. Entonces le dije a Cay, a quien conozco desde, no sé, el 87, ‘¿por qué no hacemos esto sinfónico?’”.

-¿Le aburrió el formato rock?
No, no me aburre. O sea, un poco me aburre, porque soy una artista que le gusta renovarse, pero es más por el tipo de voz que tengo. Es más tipo, no sé, Mercedes Sosa. Por eso una cantante de folclore que va a cantar en una banda de rock, no se escucha nada. Cuando grita, le sale mal. Yo durante años sufrí, me ensordecí, hasta que se inventaron (los audífonos) in-ear. No sabía cuán infeliz era hasta que se inventó el in-ear. Y además del in-ear, el volumen que se maneja no es sano para mí. No, no lo es. Yo lo que quiero siempre es promover, quiero dar.
“Yo si canto muy fuerte empiezo a desafinar. El piso es la batería y ya es un instrumento que suena fuerte de entrada. Entonces, si le sumás todos los demás instrumentos, rápidamente llegas a un volumen muy alto. Entonces, en ese show con Fito, fue cuando le dije: ‘quiero esto para lo que me queda de vida, ¿viste?’ Y lo pudimos hacer, es más caro, pero lo hice. Lo hicimos el otro día en el Teatro Don Bosco a 40 grados bajo cero porque hacía mucho frío. Porque no es tan fácil, muchachos, ser artista o ser rockero. Para nada fácil. Uno tiene que saber por qué lo hace. Y lo hace para sentirse mejor y hacer sentir mejor al otro. Porque cuando perdés ese norte, cagaste. Y entonces, qué sé yo, agradezco tener este trabajo y bla, bla, bla, pero no es tan fácil”.

-¿Qué es lo que no es tan fácil?
Y lo que te estoy diciendo. Y a veces la presión de salir a un escenario con condiciones que por ahí sentís cierto estrés, porque no está todo perfecto o porque pasó algo. Claro, yo no soy Fito Páez, ojalá lo fuera. No tengo el dinero que tiene Fito, por algo, por alguna razón que tiene que ver con mi responsabilidad. Entonces, me tengo que adaptar a ser como una artesana, que a veces no es tan fácil, pero también es valiente. Pero a veces te hincha los huevos, ¿viste? Ojo, es un sacrificio. Porque hay gente que cree que uno la pasa bárbaro. No, no siempre la pasas bárbaro.
-Pero en su carrera usted en general la ha pasado bien y ha hecho las cosas a su modo.
En general sí, la pasas bien. A veces no. Pero no quiero que idealicen a la persona equivocada. Porque, si no, piensan que la vida se soluciona siendo artista de rock. Eso es mentira. Eso quiero decir. Sufrís como un hijo de puta. Porque hay que controlar un montón de cosas. En el sinfónico, igual. No fue fácil. Hay que correr los velos de la mentira en este mundo y decir la verdad. Tal como lo dijo Jesús, que no sigo a la iglesia, pero sí la vida de él y otros maestros. Que la gente diga la verdad. Esto no es joda. Es un trabajo muy difícil.

-A usted igual siempre le ha gustado desafiarse en su carrera. Su último disco, Cuna de piedra, de 2019, es un álbum que incluso tiene música celta.
Claro, pero ese (disco) sólo lo conocés vos. Porque soy independiente. Y aparte de ponerle ahora ya mi sufrimiento, ahora la gente escucha reggaetón y no escucha esa música. Es música que hago y nadie sabe. La hago para vos. Pero en serio te lo digo. Pero ya no me importa eso. Me interesa trabajar con humildad. Y siempre quiero cambiar, porque o sino me aburro.
-¿Y es difícil renovarse para una artista tan vinculada a los 80 y los 90, cuando la gente la sigue asociando a un período tan específico?
Sí.
-¿Y eso qué le genera?
Me dan ganas de matarlos uno por uno (se ríe). Lo que pasa es que yo soy muy particular. Entonces, sí. Es medio un plomo todo esto. Cuando me dicen: ‘¡ay, Fabi, Fabi! Conozco todos tus temas’. ¿Cuál? ‘Mi enfermedad’. Y… tengo otros 15 discos. Entonces, me estoy amigando con el hecho de que es lo que hay. Aceptación. Por lo menos puedo cantar, puedo hacer música, tengo trabajo. Todo lo que se puede.
“Especialmente, soy independiente en esta modernidad en que está reinando el hip hop y el sa-ca-ta-ca-ra-ca-ta-ca, que me encanta en algunos artistas, como por ejemplo Paco Amoroso y Catriel, y somos fans de esos dos genios, porque además tienen humor. Son muy talentosos. Pero yo no voy a hacer más de eso porque ya hay mucho de eso. Me aburrí, ya. Entonces, lo que yo hago no se conoce mucho y tengo que convivir con eso. ¿Me molesta? Sí. Pero ahora me molestan más otras cosas. O sea que pasó a no molestarme tanto. Como el tema sinfónico, que hoy me encanta".
-La exploración sinfónica que hoy está haciendo parece muy a contracorriente de la actualidad, donde lo que domina es el ritmo, el baile, cierta simpleza.
Si, eso es lo bueno. No tiene nada que ver con lo que a la gente le dan, tipo máquina de hacer chorizos, para que sean todos como bobos. ¿Sabías que en Cuba prohibieron el reggaetón? Porque hacía mal al cerebro. Muy bueno. Es parte de una cosa espantosa, pero no lo voy a decir ahora. La gente no se da cuenta que la quieren como alienar para dominar. Y es lo único que voy a decir al respecto.
Una era dorada
-Con respecto a las eras musicales, ¿cree usted que pertenece a una etapa irrepetible en la historia de la música argentina?
Es difícil, yo no volvería a hacer Los Twist y Las Bay Biscuits. ¡Ojo con Las Bay Biscuits! Pienso que fui una vanguardista de avanzada, pero yo no me daba cuenta. Me siento muy orgullosa de haber pertenecido a esa época y todavía estar viva, por ejemplo. Es una cosa importante. Y viva y, digamos, con cerebro. Y, ¿qué se yo? No me importa mucho eso, en realidad. Tuve la suerte de que Charly me viese. Él me vio a mí. Yo ya me había visto a mí desde chiquita, ¿no? Porque toco la guitarra desde los seis años, y hago teatro y bailo y soy pintora y todo eso. Soy artista desde chiquita. Pude conocer a Charly en su máxima expresión. Tuve la suerte de conocer un genio y convivir con un genio, que no es tan fácil. Los genios no son buenos.
-¿No son buenos?
O sea, que seas un genio no quiere decir que seas una buena persona. O que seas un genio no quiere decir que estés bien de la cabeza. Hay que saber. No es que es un genio y es un amor. ¡Ojo! ¿Entendés? Y qué sé yo.
“Tengo eso que es un honor para mí ahora cantar las canciones de Charly y arregladas por él. Y que son una maravilla. Las canciones de Charly, las de Spinetta, las de Fito, mis canciones, canciones de Stevie Wonder, canciones de Aerosmith. Hacemos versiones de todos ellos. Valoro hacer canciones de otros”.

-Usted en algún momento fue una suerte de punto de unión del rock argentino. En su disco debut Detectives (1985), aparecen canciones de Charly, de Fito, de Spinetta.
Estaban todos. No tengo ni idea porque yo era una chica joven y… pará que me voy a poner un suéter porque me dio frío, ahora vengo.
Cantilo se para del Zoom e interrumpe la entrevista para darle espacio a Cay Gutiérrez, quien la ha acompañado a su lado durante la conversación para especificar algunos detalles técnicos y escénicos de su concierto sinfónico. Se conocen desde los agitados 80 y él se ha convertido en su escudero de la última década, trabajando en, por ejemplo, el disco que significó su presentación para las nuevas generaciones en el actual siglo, Información celeste (2002). “Pasó de una artista típica de los 80, cruzó por los 90 cambiando el estilo y ya llegó a estos tiempos. Ha estado buenísimo, nos hemos divertido”, dice el productor.
Cuando se reintegra a la charla, la intérprete regala una frase de autosanación: “Lo único que hay que hacer en esta vida, chicos, es divertirse. Y tiene mala fama, eh. Nos enseñaron todo mal, hay que divertirse”.
-En su vida, ¿ha tenido costos divertirse?
No creas que me divertí tanto, no. Pero no importa, no importa. Ya fue, todo eso es mi vida personal, y ya fue. Me estoy tratando de divertir más ahora.
-¿Cómo es su vida hoy?
Vivo con mis gatos. Pero no voy a hablar tanto de mi vida personal. Me estoy buscando la felicidad como cualquier ser humano normal.
-¿Piensa en el futuro de su carrera?
No, no, no. Hay que vivir el presente. No, no pienso en el futuro. Ahora van a estrenar mi película. Por fin hice una película. Lágrimas de fuego. Un día, hace muchos años, dije voy a hacer una película porque nadie sabe que soy muy buena actriz. Entonces empecé a escribir una película con un amigo. Ahora hay un preestreno. La película trata de la vida misma. Es una trágica comedia de misterio. Si te digo de qué trata, la espoileo. Es la vida de una mujer, que soy yo, que tiene que encontrarse con el abuso y la vida misma, y cómo ella es fan de una cantante, que no soy yo, y nada, es todo lo que le pasa a esa mujer.
-¿Se siente la cantante femenina más importante y popular del rock argentino, como habitualmente es etiquetada?
No. No, porque si fuera tan importante tendría más plata, como para también llevar el sinfónico a Chile. Y no tengo. ¿De qué carajo me sirve? Yo preferiría ser no tan importante. Te rompe las bolas como si fueras Fito Páez, pero no lo sos. Esa es mi verdad.
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