Fragua, de Simón Soto (Ediciones UDP)

Antes de descubrir la literatura, Simón Soto se enamoró del cine y los dibujos animados. Ciertamente, su imaginación fue delineada por las películas y ello puede advertirse en la agilidad y visualidad de sus novelas y cuentos. Autor de Matadero Franklin, Soto es un escritor que piensa en la literatura, en sus materiales y en el oficio. “La literatura elige el camino de la duda, de la ambigüedad, del cuestionamiento”, afirma en este volumen que reúne notas y ensayos breves en torno a la escritura y la lectura, a la relación del escritor con el entorno o a la forma y los mecanismos del cuento. “En un mundo donde predomina la frase iluminada, al servicio de un entendimiento rápido para múltiples y veloces redes sociales,a mí, el acto de leer y escribir se me antoja inversamente proporcional a todo esto que acabo de anotar. Leer y escribir literatura es un acto anacrónico, alejado del hoy voraz e instantáneo”, observa. Aquí también sigue el rastro del wéstern chileno y se pregunta por la violencia en las obras creativas. Con un estilo magnético, en estas reflexiones desfilan desde Susan Sontag y Mario Vargas Llosa a Martin Scorsese y, desde luego, grandes series como The Sopranos, que definieron su imaginario.

Futrono, de Cecilia Alfaro Gómez (Hueders)

Poco después de cumplir 30, Paulina debe volver a la casa de sus padres, agobiada por las deudas. Endeudada con cinco bancos, ya no puede seguir bicicleteando. Sus padres la reciben pero la envían a Futrono, que es el nombre que su madre da a una bodega al fondo del patio. Debe ordenar su vida y tiene prohibidas las visitas de amigos. “Aquí no hay trufas bajo la tierra, tesoros escondidos en la humedad, el frío y la lluvia. Solo hay humedad, frío y lluvia. Frío en el alma. Lluvia oprimida: angustia”, escribe. Paulina creció en una familia disfuncional, en un entorno que confundió la felicidad con el consumo, mezclando alcohol, droga, ansiolíticos y mal sexo. La primera novela de Cecilia Alfaro es un relato fragmentario, estructurado en torno a las cuotas que la protagonista debe pagar, con una voz que transmite autenticidad y un humor a menudo triste. Novela de rasgos generacionales, en ella la autora se pregunta por la identidad, las emociones y la salud mental.

Absolución, de Alice McDermott (Libros del Asteroide)

“Se daban tantos cócteles en aquellos días… Y cuando se celebraban por la tarde los llamábamos ‘recepciones en el jardín’, pero seguían siendo cócteles”, recuerda Tricia. Entonces ella era una graduada universitaria de 23 años, pero en el Saigón de 1963 solo quería ser “la abnegada esposa de mi marido” y participar de las recepciones y cenas en la embajada americana. En esa época, en la antesala de la guerra de Vietnam, Tricia conoce a Charlene, madre de tres hijos que se dedica a organizar actividades de beneficencia para los huérfanos y necesitados. Muchos años después, en cartas con la hija de Charlene, Tricia recuerda ese tiempo, trata de entender la figura de Charlene y se pregunta si acaso esos actos de caridad no encerraban también una forma de dominación. Novela elegante, sensible e inteligente, explora y da voz a las mujeres durante la invasión norteamericana en Vietnam.