
Secuestro, tortura y detención: la trágica historia de Héctor Oesterheld, el autor de El Eternauta
El autor de la serie, llevada a la pantalla en Netflix, tuvo una aventurada existencia. Desarrolló su afamada obra a partir de varias influencias, pero en particular destacó la novela de Daniel Defoe. Y en plenos sesenta, no escondió su admiración por el Che Guevara, por lo que terminó militando en Montoneros.

Apenas podía sostenerse en pie. El dolor era insoportable en cada miembro y un mínimo movimiento le suponía un pesado esfuerzo al escritor Héctor Germán Oesterheld. Pero en la nochebuena de 1977, mientras estaba detenido e incomunicado en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio El Vesubio, intentó levantarse.
Testigo del momento fue el psicólogo Eduardo Arias. Ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, recordó que el autor de El Eternauta estaba en un estado calamitoso. Pero ocurrió lo impensado. “Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar a todos, uno por uno. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos”.

Aunque estaba muy mal, aquella fue una de las últimas veces que se vio a Oesterheld con vida antes de ser asesinado en algún punto de 1978. Como sea, el hombre ya estaba suficientemente golpeado en el costado de la emoción; su familia ya había sido secuestrada por los organismos represivos de la dictadura militar que se había hecho con el poder el año anterior, y desplegaba el “proceso” con brutalidad.
La familia de Oesterheld se fue desangrando a pedazos. Su hija Beatriz Marta Oesterheld, fue detenida el 19 de junio de 1976, a los 19 años. Su cuerpo apareció días después. Dos meses después fue secuestra Diana Irene. Tenía 23 años, un hijo de un año y estaba embarazada de cuatro meses. Luego, el 27 de noviembre de 1977, fue secuestrada Marina Oesterheld junto a su esposo, Alberto Seindlis. Y tampoco zafó Estela Inés, la hija mayor, quien fue secuestrada el 14 de diciembre de ese mismo año. Ella trató de escapar de sus captores, pero fue abatida a balazos.
La única que logró escapar del largo brazo de la represión fue la matriarca y esposa de Héctor Oesterheld, Elsa Sánchez. Una vez que perdió a toda su familia, decidió sumarse al grupo de las Abuelas de Plaza de Mayo, para colaborar en la búsqueda de verdad y justicia para los desaparecidos. Pero la muerte finalmente la alcanzó a los 90 años, en 2015.
Como sea, Héctor Oesterheld había forjado un particular universo. Tras publicar su obra en varias revistas hacia la década de los 50’, fundó la editorial Frontera. Fue el paso que le permitió fundar la revista Hora Cero. En sus páginas, presentó por primera vez, en 1957, a El Eternauta, una historia que situaba una invasión extraterrestre en Buenos Aires, y como un hombre común, Juan Salvo, debe saltar de una vida aburrida a ser un héroe improbable. Un tópico clásico, pero efectivo. Y ambientado entre la avenida General Paz y la cancha de River, y no entre los rascacielos de Nueva York, o la distópica Ciudad Gótica.

A la manera de Astérix, basado en la dupla de Goscinny y Uderzo, en El Eternauta, el guión estaba firmado por Oesterheld y los dibujos eran de Francisco Solano López (de mismo nombre que el trágico presidente paraguayo que debió padecer la Guerra de la Triple Alianza).
“El Eternauta se transformó en una larga historia, una suerte de adaptación del tema de Robinson Crusoe. Me fascinaba la idea de una familia que quedaba sola en el mundo, rodeada de muerte y de un enemigo ignorado e inalcanzable. Pensé en mí mismo, en mi familia, aislados en nuestro chalet y comencé a plantearme preguntas”, explicó el mismo Oesterheld.
Pero su obra se fue cruzando con su vida. De alguna formas en las páginas de la historia plasmaba su visión de la sociedad. “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, solo”, aseguró en alguna ocasión.
Durante los convulsos años sesenta, su obra comenzó a tomar un mayor compromiso político. En 1967, apenas unos meses de la muerte de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, Oesterheld coordinó un equipo que incluía a los dibujantes Alberto y Enrique Breccia, para trabajar en una colección de biografías en formato historieta. La lista de personas estaba cargada a la historia de Latinoamérica; Sandino, Fidel Castro, Pancho Villa, Simón Bolívar, Tupac Amaru, pero el primer título estaba claro: una biografía del “Che”.

El dibujante Enrique Breccia recordó a Infobae algunos momentos de ese trabajo, que tenía el guión de Héctor Oesterheld. “Héctor protestaba porque yo hacía demasiado feos a los campesinos bolivianos (embrutecidos era la palabra que usaba) y yo le respondía que no estaba dibujando un western donde todos son lindos. Pero además le dije que lo hacía deliberadamente después de enterarme que en 10 meses de campaña no se había sumado ni un solo campesino a su columna. ‘¡Estás volviéndote loco! ¿quién te creés que sos, el reclutador de Guevara?’, contestaba enfurecido”.
Como sea, Oesterheld tomó el camino del “Che”. Por esos años tomó una decisión radical y sumarse a los Montoneros. “Héctor había seguido a sus hijas en la militancia en Montoneros [grupo guerrillero peronista surgido a principios de los 70, en la anterior dictadura] (…).Desde esa posición, cuando le ofrecieron hacer la continuación de El Eternauta hizo un eternauta montonero”, contaba Solano López en una entrevista para la revista Caras y Caretas en 2008.
Esos años también se colaron en la historia de El Eternauta. “Todo el trabajo de la segunda parte lo hizo en forma clandestina. Y protesté, porque él se excedía en el contenido militante y subversivo. Yo no les tenía simpatía a los militares ni a su sistema, pero el mensaje de Montoneros tampoco era de mi agrado. Y el personaje se desvirtuó. Yo no lo sentía. Me molestaba hacerlo, porque el personaje, según el guión, se movía, hacía y decía cosas que no encajaban”, explicó Solano López.
Pero ese giro angustió a Elsa Sánchez, la esposa del autor, quien intuyó la tragedia. “En los primeros años de matrimonio sentí que alcanzábamos la felicidad y la plenitud, pero tuve la premonición de que algo espantoso iba a sucedernos. Primero se fracturó el grupo. Después, mis cuatro hijas… militantes de Montoneros. Y más tarde, las desapariciones”, comentó años después. No se equivocaba. Héctor fue secuestrado el 27 de abril de 1977 por un grupo de tareas en La Plata.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
4.
Contenido y experiencias todo el año🎁
Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE