A cinco años del Brexit, británicos siguen divididos por salida de la Unión Europea

Banderas de la UE y Reino Unido en Londres. Foto: AFP

Estudios señalan que el 82% de los británicos votaría de la misma manera que lo hicieron en junio de 2016. Además, hallaron que si el referendo se volviera a realizar hoy, la opción de la permanencia en el bloque ganaría por 53% frente a un 47%.


Contradiciendo lo que decían las encuestas, el 23 de junio de 2016 los británicos impactaron al mundo con su decisión de abandonar la Unión Europea (UE). La consulta realizada ese día mostró una gran polarización en el electorado, con un 51,9% que se manifestó a favor del Brexit y un 48,1% que se mostró favorable a permanecer en el bloque. A cinco años del referendo, las divisiones aún persisten, según muestran recientes estudios.

La investigación realizada por el Centro Nacional de Investigación Social y llevada a cabo por el politólogo John Curtice se basó en 12 encuestas, con una muestra aleatoria de 2.000 adultos entre septiembre de 2016 y enero de 2021. Encontró que el 82% de las personas votarían de la misma manera que lo hicieron en junio de 2016. Además, reveló que si el referendo se volviera a realizar hoy, la opción de la permanencia en el bloque ganaría por 53% frente a un 47%. Pero si la pregunta se formulara en el sentido de querer volver a unirse a la UE, la opción de quedarse fuera se impondría por 52% contra 48%.

Los hallazgos, dice la agencia Bloomberg, muestran que el primer ministro Boris Johnson aún tiene mucho trabajo por hacer para convencer a los votantes que se inclinaron por la opción de permanecer en la Unión Europea de los méritos de renunciar al bloque, luego de un período revuelto desde el referendo, que sacudió los mercados financieros y el comercio.

Una persona camina cerca del Big Ben con un paraguas con la bandera británica. Foto: AFP

Las relaciones de Reino Unido con la UE se han vuelto cada vez más tensas, indica la agencia, desde que se completó el divorcio a fines del año pasado, marcadas por las tensiones sobre Irlanda del Norte, los derechos de pesca y el acceso a los servicios financieros. “Gran Bretaña está todavía más o menos dividida sobre el tema, al igual que hace cinco años”, dijo Curtice, académico de política en la Universidad de Strathclyde, en un comunicado. “Aunque pocos votantes del Leave se arrepienten de su decisión, igualmente pocos votantes de la permanencia han sido persuadidos de que el Brexit es una buena idea después de todo”, añadió.

Promesa de campaña

La consulta sobre la permanencia de Reino Unido en la UE fue una promesa de campaña del entonces primer ministro conservador David Cameron para las elecciones de mayo de 2015, en un intento de calmar a la creciente y cada vez más influyente ala euroescéptica de su partido.

Los buenos resultados que había tenido el partido antiinmigración y eurófobo UKIP, de Nigel Farage, en las elecciones europeas, había dado pistas del tenso panorama y esta colectividad, cuya esencia era la salida de Reino Unido del bloque, amenazaba con arrebatar votos a los conservadores en las generales de 2015.

La consulta que no solo dividió al país, sino que también al Partido Conservador: por el lado de la salida estaba Boris Johnson y Michael Gove, mientras que el estratega fue Dominic Cummings. Mientras que por el lado de la permanencia se encontraba el mismo Cameron. Tal fue el impacto de la votación, que el primer ministro renunció inmediatamente después de conocerse los resultados, ante lo cual se realizaron primarias en la colectividad, las que ganó Theresa May, quien prometió llevar adelante el Brexit, pese a haber abogado por la permanencia en el bloque durante la campaña.

El proceso fue largo y duro. May se tuvo que enfrentar a los brexistas de su partido y con los unionistas norirlandeses, socios de gobierno que se oponían al protocolo de la frontera norirlandesa en el Acuerdo de Retirada, que más tarde fue aceptado por Johnson. Las negociaciones de May para que se aprobara el acuerdo con el bloque fueron muy difíciles y finalmente fue obligada a renunciar (dejó el cargo en julio de 2019), mientras que Johnson se impuso en las primarias de la colectividad.

Camiones hacen fila para entrar al puerto de Dover, en Inglaterra. Foto: Reuters

Johnson llegó al poder con la tarea de llevar adelante el Brexit y para ello llevó hasta Downing Street a Dominic Cummings, el estratega de la campaña. La división era tal que incluso llegó a pedir a la Reina Isabell II que suspendiera el Parlamento, para así sortear el debate. Finalmente se realizaron unas elecciones anticipadas el 12 de diciembre de 2019, en las que el Partido Conservador consiguió una mayoría, gracias a los votantes del “Muro Rojo”, tradicionales laboristas del norte de Inglaterra.

De esta forma, Johnson se ganaba un mandato para aprobar el acuerdo con la UE y concluir el Brexit, lo que fue ratificado por el Parlamento. Finalmente, a las 23 horas del 31 de enero de 2020, Reino Unido dejó oficialmente de pertenecer al bloque.

Desafíos

En una columna publicada por el diario The Telegraph, cercano al primer ministro Boris Johnson, el periodista Matthew Lynn señala que luego de cinco años, el país ha experimentado cambios. El primero se refiere a un cambio histórico en los patrones comerciales. Esto considerando que quienes abogaban por la permanencia destacaban que Europa era el principal socio comercial de los británicos. “En el momento de salir representaba más de la mitad de las importaciones y el 45% de las exportaciones, aunque esa cifra había estado disminuyendo durante una década antes de que votáramos por irnos. Pero si retrocede más, el comercio con el resto de Europa fue mucho menos significativo”, indica.

Segundo, señala en su columna, los salarios están aumentando. Hubo una gran cantidad de modelos teóricos ingeniosos para tratar de demostrar que la libertad de movimiento no tuvo ningún impacto en los salarios. “Y, he aquí, ahora que hemos frenado la oferta ilimitada de trabajadores de la UE, los salarios están comenzando a acelerarse drásticamente. Están aumentando a una tasa anual del 8% y, en algunos sectores, más del 20%”, sostiene.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Bruselas. Foto: AP

No todos están de acuerdo con su visión optimista. Un estudio de la consultora Redfield & Wilton Strategies para el diario online Inews señaló que los británicos están ampliamente divididos sobre los efectos del Brexit. El 38% piensa que ha ayudado a la economía de Reino Unido y el 24% piensa que ha perjudicado. El 46% dijo que salir de la UE había dañado las relaciones con otros Estados miembros, y el 21% pensaba que las había impulsado.

Otra de las complicaciones existentes tiene que ver con los trabajadores europeos en Reino Unido y los británicos en la UE. Esto, porque poner fin a la libre circulación entre la isla y el continente fue una prioridad para muchos partidarios del Brexit, aunque cambiar el sistema para los futuros migrantes tuvo consecuencias para todos aquellos que habían utilizado la libre circulación para trasladarse a Reino Unido para vivir, trabajar o estudiar. Así, señala un reporte del centro de estudios UK In a Changing Europe, las promesas de que a los ciudadanos de la UE se les concedería automáticamente un permiso indefinido para permanecer en Reino Unido sin perder ninguno de sus derechos existentes no se han cumplido.

El Acuerdo de Retirada garantizó a los ciudadanos de la UE que llegaron antes del 1 de enero de 2021 la mayoría de sus derechos existentes para trabajar y acceder a los servicios públicos. Pero la falta en Reino Unido de un registro de población o de una base de datos consolidada de residentes extranjeros significa que las autoridades no saben quién tiene el derecho a quedarse y quién no.

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