Editorial

Dura derrota electoral para Milei

La magnitud del retroceso en la provincia de Buenos Aires abre la duda de si Milei podrá seguir con su programa de reformas. La experiencia en Argentina muestra que optar por el gradualismo al final termina siendo más costoso.

El Presidente Javier Milei ofrece un discurso tras conocer los resultados. Foto. Archivo

Ha sido un duro golpe para Javier Milei y su partido, la Libertad Avanza, la fuerte derrota experimentada en las recientes elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo kirchnerista se impuso por una diferencia de 13 puntos sobre los libertarios. Estos resultados han provocado natural inquietud en los mercados, pues cunde la interrogante de si acaso este retroceso es un anticipo de que los argentinos ya están comenzando a darle la espalda al estricto programa de reformas estructurales impulsado por Milei.

La provincia de Buenos Aires representa aproximadamente el 40% del padrón total del país, de modo que es razonable preguntarse hasta dónde estos resultados podrían ser un predictor de los comicios legislativos que tendrán lugar en el resto del país el próximo 26 de octubre. La historia electoral muestra que lo que ocurra en dicha provincia no necesariamente es un predictor de lo que electoralmente suceda en el resto de las provincias, y es un hecho que el peronismo tradicionalmente ha sido fuerte en esta provincia; de allí que no sorprenda tanto la derrota misma, pero en cambio sí su magnitud.

A la hora de explicar este retroceso no cabe descartar que exista fatiga en una parte de la población con la dura austeridad fiscal decretada por Milei, pero también cabría considerar otros factores que en el último tiempo han afectado duramente a esta administración. Las denuncias por posibles casos de corrupción que han golpeado a la propia Casa Rosada y en particular a la hermana de Milei -personaje clave del gobierno y sobre quien se han levantado acusaciones de ser una presunta beneficiaria de coimas a través de la Agencia Nacional de Discapacidad- seguramente en parte han debilitado el relato de Milei en orden a terminar con los privilegios de “la casta”. La evidente incapacidad para construir alianzas políticas más amplias, en particular con sectores del PRO -se estima que dos millones de electores que antes lo hicieron por Juntos por el Cambio no fueron a votar en estos comicios- y los destemplados ataques y descrédito de Milei hacia otras fuerzas políticas es probable que también contribuyeran a profundizar la derrota.

Los comicios de octubre próximo darán una mejor idea de cómo han terminado impactando estos factores, pero sigue en pie la interrogante de si Milei se verá obligado a cambiar de rumbo. Es una duda latente, pero si algo enseña la experiencia de Argentina es que el camino de la gradualidad en el ámbito de las reformas al final termina diluyéndose, tal como le sucedió al gobierno de Macri.

Llevar a cabo reformas audaces como las que ha propuesto Milei inevitablemente supone estar dispuesto a pagar altos costos, y ahora que se están empezando a ver resultados concretos, con una enorme baja de la inflación -luego de haber estado entre los países con mayores tasas del mundo, el dato de agosto muestra un registro de 1,9%- y una notable recuperación del desastre fiscal en que el país estaba sumido, dejar la tarea a medias podría terminar siendo mucho más costoso para el país, porque dejaría abierta la puerta para que en el futuro exista un regreso a las mismas políticas que hundieron al país.

En ese orden de cosas, es una buena señal que Milei se haya comprometido a continuar con su plan de reformas pese a esta derrota, pero es claro que a la vez será necesario introducir profundas enmiendas en la conducción política.

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