El Deportivo

Con un fuerte contraste entre Valparaíso y Talca: los detalles de cómo se vivió el Mundial Sub 20 en las regiones

El certamen planetario tuvo un contraste en las tres ciudades de provincias donde se desarrolló.

Valparaíso, la sede más apagada; Talca, la más encendida: los detalles de cómo se vivió el Mundial Sub 20 en las regiones. JOSE ROBLES/PHOTOSPORT

Llega la hora de los balances tras el Mundial Sub 20. En Santiago, Marruecos se consagró como campeón de la cita tras vencer a Argentina. Sin embargo, la capital no fue la única subsede del certamen planetario. En regiones la fiesta se vivió de forma disímil.

Valparaíso, la sede más costera, fue también la más distante. “No hubo ambiente de Mundial”, resume Gina Dazarola, fanática porteña de toda la vida. “Esta ciudad se caracteriza por tener ambiente de Santiago Wanderers, pero no de Mundial. La experiencia mía fue pésima. Los voluntarios no tenían idea dónde estaban parados, no conocían los accesos, ni daban buenas explicaciones”, cuenta a El Deportivo.

Su relato no es aislado. En la antesala, tanto la FIFA como el Comité Organizador Local reconocían que la capital de la Quinta Región fue la sede que más se demoró en cumplir con las exigencias. A diferencia de Rancagua o Talca, donde las obras avanzaron sin contratiempos, el puerto tuvo dificultades logísticas que se notaron durante el torneo: accesos cerrados, señalización deficiente y una organización que, según varios asistentes, se sintió improvisada.

“Tuve que entrar por un lado y luego darme toda la vuelta, porque no abrieron la entrada de Pacífico Norte, siendo que el boleto decía eso”, cuenta Dazarola. “Cuando fui al segundo partido me explicaron mejor, pero faltó empatía con el público”, resume.

Más allá de la experiencia del espectador, en Valparaíso también quedó una sensación amarga respecto al legado. “Debería haber quedado un buen estadio, pero no fue así. Los baños siguen igual que antes, el agua no corre, estaban sucios. Siento que se preocuparon más de mejorar la experiencia VIP que de todo el estadio. La marquesina se veía bonita, pero las butacas estaban sucias. Uno se pregunta: ¿para eso cerraron todo el año el estadio?”, reflexiona la hincha.

Las cifras del puerto

Los números parecen acompañar esa percepción. El promedio de público en Valparaíso fue de 5.836 espectadores, lejos de llenar las tribunas del mítico recinto. Solo en los duelos de alta convocatoria, como el Argentina vs. Italia, con 11.671 asistentes, o el Chile vs. México, con 18.118, se repletó. El resto de los encuentros mostró una asistencia irregular.

En Valparaíso, el Mundial Sub 20 nunca logró el ambiente de las otras sedes. SEBASTIAN CISTERNAS/PHOTOSPORT

El contraste con la postal de Rancagua y Talca fue evidente. En el estadio Fiscal, por ejemplo, el promedio alcanzó los 6.793 espectadores, con partidos donde la cercanía del público dio otro aire. La ciudad se vistió de Mundial, con pancartas, banderines y un despliegue que, si bien no inundó las calles, sí marcó presencia en los alrededores del estadio y en la rutina diaria.

“Es un paso que no todo suceda en Santiago. Nosotros estamos en Talca, pero también está Rancagua y Valparaíso”, dice Lucas Vergara, trabajador del estadio talquino. “A la vista, en la sede sí hay ambiente mundialero, pero en las calles no, lo normal. La gente es aguerrida, a veces prepotente, pero hubo respeto por parte del público”, indica.

Su compañera Valeria Mujica, también parte del equipo de apoyo del recinto, pone el acento en el sentido de pertenencia que dejó el certamen: “Es importante que llegue a Talca, un hito deportivo y cultural, sobre todo para los niños. Aquí no se sintió tanto el ambiente en los meses previos, pero sí durante los partidos. Los colombianos, por ejemplo, se hicieron notar. Venían disfrazados, traían música, bailes, gritos. Le dieron vida al Mundial”.

Talca, un Mundial propio

En la capital del Maule, el Mundial fue más que una serie de partidos. Fue una postal de convivencia. Las delegaciones extranjeras se mezclaron con el público local, los bares transmitían los encuentros y la prensa regional cubría cada jornada como si fuera una final. Las reflexiones fueron positivas en la Séptima Región.

El Colombia vs. España del 11 de octubre, con 10.326 espectadores, fue uno de los momentos más recordados. La victoria cafetera convirtió al Fiscal en un hervidero amarillo, con niños en las graderías y familias completas agitando banderas improvisadas. “En Talca me gustaría que quede la pasión por el fútbol que hubo y que se transmita a otras disciplinas”, resume la trabajadora de la sede.

Rancagua, la sede equilibrada

A medio camino entre la prolijidad de Talca y la desorganización de Valparaíso, Rancagua ofreció un punto intermedio. El estadio El Teniente, remodelado hace menos de una década, se convirtió en un escenario cómodo y funcional. El público acompañó con promedio de 5.397 espectadores, con sus puntos más altos en el Estados Unidos ante Marruecos (10.742) y el Marruecos frente a Corea del Sur (8.375).

Si bien no hubo una marea de hinchas por las calles, la ciudad vivió con entusiasmo los días de partido. Quedó la postal inolvidable del apoyo a la humilde selección de Nueva Caledonia. Los hoteles se llenaron y el comercio local agradeció el movimiento. En los alrededores del estadio se escucharon acentos diversos: franceses, árabes, noruegos. Un Mundial silencioso, pero presente.

Los números globales del torneo dan cuenta de una participación desigual. Valparaíso, con su tradición futbolera, no logró conectar con el torneo. Talca, más modesta, sí lo abrazó. Y Rancagua, ordenada y eficiente, cumplió.

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