¿Quién compró la U?

"Legalmente los nuevos dueños pueden mantener el nombre en reserva hasta que no se haga efectiva la OPA. Pero, como es un fondo de inversión estadounidense, esta elusiva identidad de los propietarios puede esconderse eternamente. Los fondos de inversión tienen la virtud de camuflar muy bien a sus controladores hasta diluirlos del todo".



No deja de ser curiosa la forma en que se ha manejado la información de la venta de las acciones de Azul & Azul (63,07 %) por parte de Carlos Heller. Si hace cinco meses decidió no vender porque “no le daban confianza” los compradores, ahora sí lo hizo… a la misma gente. Es decir, a los mismos intermediarios, Sartor Finance Group, que representan a un insondable fondo de inversión estadounidense llamado Tactical Sport. Hasta ahora, nombres de fantasía que suenan bien, pero que no dicen nada. La gente de Sartor se conoce, son gente destacada del mundo financiero y económico local, entre ellos, el ex director ejecutivo de TVN, el abogado Mauro Valdés.

Pero Sartor sólo hizo de puente para quienes realmente pusieron los quince millones de dólares que valen las acciones, por lo tanto, no son los reales compradores. Y ha sido un problema saber, con nombre y apellido, quiénes son. Es decir, quiénes van a manejar Azul & Azul, sus millones de hinchas, su rica historia deportiva y el hecho de que la marca sea una de las instituciones de la república de mayor prestigio, la Universidad de Chile.

La información, insisto, es confusa y deriva para cualquier lado. Por ejemplo, Michael Clark, quien llevó las negociaciones de Sartor y sindicado como el cerebro de la compra de las acciones, es también socio fundador de Redwood Capital.

¿Qué es Reedwood? Se autocalifican como una “boutique” de asesorías financieras y entre sus clientes figuran empresas como Safe Card, Agrícola Chiwi, Chilterra, Ñublense de Chillán y Nexus Chile Healt. Ñublense, como ya está visto, es un equipo que ascendió a Primera División en 2020 y es parte de consejo de presidentes a través de su dueño, Patrick Kiblisky. Es decir, Clark ya asesora financieramente a otro equipo profesional chileno a través de Redwood (y lidera la compra de Universidad de Chile en Sartor). Más curioso es lo de Nexus, que es propietaria de la Isapre Masvida (99,99% de las acciones), la misma que era controlada hasta hace muy poco por el polémico empresario, dueño de Huachipato y figura estelar de los consejos de presidentes de la ANFP, Victoriano Cerda.

Pucha, es que el mundo es un pañuelo y nos conocemos todos, podrán alegar. Pero estos dos cabos sueltos son indicadores de que falta mucha información sobre la mesa. La misma, que la rectoría de la Universidad de Chile está muy ansiosa en conseguir. En el breve y confuso comunicado con que Carlos Heller anunció la venta de sus acciones el lunes pasado, en el segundo párrafo escribió “la compradora ha garantizado que los inversionistas están ajenos a la actividad de representación de jugadores y que no tienen participación en la propiedad ni dirección o representación de algún otro club de fútbol profesional chileno”. Desde ya, Clark no está ajeno, trabaja con Ñublense. Pero más importante que eso, llama poderosamente la atención el hecho de ponerse el parche antes de la herida, salir a desmentir algo que todavía no ha sido afirmado.

Legalmente los nuevos dueños de Azul & Azul pueden mantener el nombre en reserva hasta que no se haga efectiva la OPA. Pero, como es un fondo de inversión estadounidense, esta elusiva identidad de los propietarios puede esconderse eternamente. Los fondos de inversión tienen la virtud de camuflar muy bien a sus controladores hasta diluirlos del todo.

Hay un periodista que lleva cuatro años intentando saber quiénes son los verdaderos propietarios de los equipos chilenos y ha chocado, una y otra vez, con un muro de empresas inescrutables, palos blancos, nombres de fantasía, asesores que asesoran a asesores… un laberinto. La enrevesada y poco clara venta de acciones de Carlos Heller sólo confirma la oscuridad con que se ha movido todo en el último tiempo, agravada por el peso histórico y simbólico de la institución. La pregunta es necesaria ¿Quién realmente compró Universidad de Chile?

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