Destrucción creativa: cómo la innovación ganó el Nobel de Economía
Anil Sadarangani, profesor de Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes, explica cómo Joel Mokyr (Países Bajos), Philippe Aghion (Francia) y Peter Howitt (Canadá) se ganaron el Nobel de Economía.

En 1992, los economistas Philippe Aghion y Peter Howitt estudiaron los mecanismos detrás del crecimiento sostenido. En un artículo científico, construyeron un modelo matemático para lo que se denomina destrucción creativa: cuando un producto nuevo y mejor entra al mercado, las empresas que venden los productos más antiguos salen perdiendo.
De diferentes maneras, los galardonados muestran cómo la destrucción creativa genera conflictos que deben gestionarse de manera constructiva. De lo contrario, la innovación se verá bloqueada por empresas consolidadas y grupos de interés que corren el riesgo de verse perjudicados.
Qué es la destrucción creativa y cómo la innovación se ganó el Nobel de Economía
Su tesis le valió ganar el Nobel de Economía 2025, “por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación”, según justificó la Real Academia Sueca de Ciencias
Junto a Aghion y Howitt, también fue galardonado Joel Mokyr, por sus aportes a la innovación. “La Academia recordó que durante los últimos dos siglos, por primera vez en la historia, “el mundo experimentó un crecimiento económico sostenido” que logró que “sacar un gran número de personas de la pobreza y sentó las bases de nuestra prosperidad”.

Según Anil Sadarangani, director de Innovación y profesor de Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes, la innovación permite crear nuevos productos, procesos y modelos de negocio que aumentan la productividad y generan valor agregado. “No solo mejora la competitividad de las empresas, sino que transforma industrias completas. En términos económicos, es el principal motor del crecimiento sostenido en el tiempo, ya que impulsa ciclos virtuosos de mejora continua, inversión y empleo de calidad”.
El académico aclara que la destrucción creativa es un concepto desarrollado por Joseph Schumpeter, pero formalizado por Aghion y Howitt, dos de los premiados. “Se refiere al proceso mediante el cual las nuevas tecnologías, empresas o ideas reemplazan a las existentes, generando crecimiento pero también transformación estructural. Es un equilibrio entre lo que se pierde y lo que se gana: se destruyen empleos y modelos antiguos, pero se crean nuevas oportunidades, industrias y formas de producir.
“No se trata solo de crear, sino de atreverse a reemplazar a los que actualmente está generando beneficios”, dice Sadarangani.

Según Sadarangani, este Nobel envía una señal potente: el crecimiento no se logra solo con estabilidad macroeconómica, sino con una apuesta decidida por el conocimiento y la innovación. “Reconocer la destrucción creativa como base del desarrollo es un llamado a reformular políticas públicas, aumentar la inversión en I+D y fomentar ecosistemas colaborativos. Para países como Chile, es una oportunidad para transformar el discurso en acción y dejar de ver la innovación como un lujo y asumirla como estrategia país”.
Dice que “es un llamado de atención”.
Refuerza la idea de que sin innovación no hay desarrollo posible. Para países como Chile, donde la inversión en I+D sigue muy por debajo del estándar OCDE, es una oportunidad para reactivar el debate sobre políticas públicas, inversión privada y educación en ciencia y tecnología. Además, entrega validación académica a quienes vienen promoviendo ecosistemas de innovación desde la academia, el Estado o el emprendimiento.
Nobel de Economía, un Nobel distinto
El Nobel de Economía no forma parte del legado de Alfred Nobel, ya que fue establecido en 1968 por el Riksbanken, el banco central sueco, coincidiendo con el 300 aniversario de la entidad, aunque es otorgado desde entonces por la Real Academia Sueca de Ciencias según los mismos principios que los Premios Nobel otorgados desde 1901.
Desde su creación, ha sido otorgado en 57 ocasiones a 99 galardonados entre 1969 y 2025. Fue concedido por primera vez en 1969, distinguiendo al noruego Ragnar Frisch y al holandés Jan Tinbergen, mientras que el premio del año pasado recayó en tres economistas -Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson- quienes estudiaron por qué algunos países son ricos y otros pobres y han documentado que las sociedades más libres y abiertas tienen mayores probabilidades de prosperar.
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