El vecino Boric

La vida de Boric en el barrio Bellas Artes.

Antes de ganar la elección presidencial, el diputado por Magallanes había construido una rutina en Bellas Artes, el barrio que eligió para asentarse en Santiago. Solo que los bares, restaurantes y tiendas que frecuentaba, ya no podrán seguir teniéndolo como vecino. Por motivos de seguridad, Gabriel Boric deberá buscar una nueva residencia.


Cuentan en el restorán peruano Puerto Esmeralda, que Gabriel Boric, antes de la campaña, pasaba hasta dos veces a la semana a comer. En muchas oportunidades iba solo y, otras, acompañado por amigos, como el diputado Gonzalo Winter. Ahí le gusta probar los platos nuevos, pero también tenía sus menús favoritos: el lomo saltado, ceviche, risotto y pisco sour. Hoy, dicen los garzones, saben que Boric como presidente electo no podrá mantener esa rutina.

–Se sentaba solo con un libro y sus audífonos. De repente nos conversaba para saber cosas de la comida, pero en general estaba concentrado en su lectura. Era un espacio de tranquilidad para él y, por lo mismo, pensamos que cuando salió electo no iba a venir más–, detalla uno de los garzones del pequeño local ubicado cerca del departamento donde el líder de Apruebo Dignidad vivió hasta septiembre, cuando se mudó a José Miguel de la Barra.

El fin de semana pasado Boric se bajó de su auto y les pidió a sus escoltas que lo acompañaran a saludar al restorán. Ahí compartió y se fotografió con los trabajadores.

–Fue como una despedida, aunque esperamos que pueda aparecer de repente ahora que es Presidente. Quizás le podamos cocinar algo alguna vez–, dice uno de los meseros del local que ya lleva 13 años en el centro de Santiago.

Gabriel Boric ha insistido en que, tras ser electo, no quiere cambiar el estilo de vida que mantuvo desde que reside en el barrio Bellas Artes. Sobre todo desde que llegó a su último departamento en la calle Esmeralda, donde vivió desde finales de 2018. Un lugar pequeño, algo sombrío, repleto de libros. Antes ya había arrendado algunos departamentos en el mismo sector, mientras que en su época universitaria residió en Providencia y Las Condes.

Quienes lo conocen dicen que desde que estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en Pío Nono, le gustaba mucho el barrio. Por ese motivo le cuesta tanto abandonarlo.

–Le gusta caminar solo, leer y conocer esos locales chicos, y cafés, de dueños desconocidos con los que puede conversar. Está el Parque Forestal, el Museo de Arte Contemporáneo, hay mucha cultura en ese sector. Y esos espacios son los que no quiere perder–, cuenta un cercano al mandatario electo.

Por ejemplo, a fines de 2018, se tatuó en el estudio de Yumbel Góngora, que estaba ubicado en Virginia Subercaseux, en el barrio Lastarria.

–El último tatuaje que le hice, el faro que tiene en su brazo izquierdo, fue en el estudio que tenía en Lastarria. Llegó a pata, solo. Y generaba una sensación de cercanía que era diferente a lo que uno se espera de un diputado, alguien famoso. Y, al terminar, se fue solo–, cuenta Góngora.

También se las arreglaba para ir a jugar fútbol. Entre 2018 y 2019 llegaba al club Dominica, ubicado en Recoleta, cerca de su departamento. Ahí jugaba por el equipo Autonomistas FC, con sus amigos más cercanos del Frente Amplio, como Diego Pardow y Nicolás Grau.

En el comando están conscientes de que ese estilo de vida, de caminar tranquilo por el centro de Santiago, es difícil de mantener como Presidente de la República. De partida, porque ya no podrá pasear solo y siempre estará acompañado de los escoltas. Y también porque por motivos de espacio y seguridad, tendrá que abandonar el lugar donde hoy vive con su pareja.

Pablo, un médico que no quiso decir su apellido, extrañará a su nuevo vecino:

–No es ruidoso, porque en este edificio los ruidosos son los viejos. Es raro, porque no es como si un político viviera con nosotros. Él hace su vida tranquilo, se pasea con la camiseta de la UC, nos saluda, pero no hay nada diferente en su vida. Se pasea como si nada, siempre con un libro en la mano y con audífonos.

Boric asiste con frecuencia al restorán peruano Puerto Esmeralda Foto: Andrés Pérez.

Las rutas del presidente

Fue la tarde del 20 de diciembre de 2019, cuando Gabriel Boric estaba sentado en el Parque Forestal, junto a su exjefa de gabinete. De pronto fueron abordados por un grupo de manifestantes que le gritaban “vendiste al pueblo” por haber impulsado el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución.

En las imágenes, que fueron viralizadas en las redes sociales, se ven los ataques que recibió el entonces diputado por Magallanes, que terminó choqueado y empapado por las cervezas que le derramaron.

En ese momento fueron los mismos vecinos los que lo ayudaron a salir del lugar para tranquilizarlo. Cuentan en el barrio, que una vecina lo recibió en su departamento para que pudiese estar seguro y calmarse.

–En el estallido muchos lo conocimos porque nos juntábamos afuera de su edificio para conversar sobre la contingencia. Ahí se generó una relación de confianza, él nos escuchaba y nosotros también–, dice Carolina, vecina de 55 años, que cuenta que en esos días lo veía frecuentemente en el bar Patio Esmeralda.

La cervecería a la que se refiere cuenta con un gran salón con mesas de madera, que normalmente está vacío. Por lo mismo, y porque le gustaba el rock que ponían en el bar, se convirtió en un lugar donde Boric logró generar lazos con los dueños y tener espacios de confianza con sus amistades. De hecho, ahí concertó varias reuniones sociales.

En el bar Patio Esmeralda Boric se reúne frecuentemente con amigos. Foto: Andrés Pérez.

No es el único lugar en donde generó vínculos con los propietarios en el barrio. En la librería Metales Pesados, en José Miguel de la Barra, acudía al menos una vez al mes antes de la campaña y siempre conversaba con los trabajadores del lugar.

–Es muy busquilla como lector y muy culto, siempre está pendiente de la contingencia y le gusta mucho la historia y la poesía. Cuando estaba con tiempo, venía solo y se quedaba 40 minutos sentado en el piso, en el pasillo del fondo, mirando los libros de historia–, cuenta el dueño de la librería, Sergio Parra.

Parra dice que le gustaría que Boric mantuviera su estilo de vida:

A la ciudad no hay que tenerle miedo, hay que vivirla y él ha demostrado ser parte de esa cultura. Siempre ha mostrado, desde su época de estudiante, su amor por el barrio y es muy empático con la gente que lo saluda en la librería. Quizás el leer es lo que le da soltura para relacionarse con la gente y eso no creo que sea un problema cuando sea presidente.

Entre lo que más lee el presidente electo, además de historia y poesía, está la literatura chilena reciente. En la librería cuentan que Boric está muy pendiente de la nueva generación de escritores nacionales y que goza con los libros de autores como Alejandro Zambra, Álvaro Bisama y Paulina Flores.

Boric pasaba hasta 40 minutos en el piso de la librería Metales Pesados. Foto: Andrés Pérez.

Otro local que Boric visita con frecuencia es la Tienda Nacional, en Merced, donde compra vinilos para su colección. Ahí recuerdan que los últimos que adquirió fueron los discos de Los Miserables y el concierto de Los Prisioneros en el Estadio Nacional.

–Le gusta porque hay muchos elementos de la cultura chilena, ese rock. Somos su tienda favorita–, aseguran en el negocio donde Boric apareció el 24 de diciembre, ya como presidente electo, para comprar regalos de Navidad, algunos libros y cosas chicas para su familia.

Boric compró sus regalos de navidad en La Tienda Nacional. Foto: Andrés Pérez.

Adiós, Bellas Artes

Las rutinas claramente ya no son las mismas. De hecho, en el nuevo departamento donde vive -remodelado para recibir al entonces candidato- llega prácticamente a dormir.

María Quevedo, una de sus vecinas, cree que Boric y Karamanos podrían quedarse ahí.

Se le veía poco durante la campaña. De repente, en el ascensor, donde saludaba con respeto: ‘buenos días, señora’, ‘buenas tardes, señora’. En las mañanas lo pasaba a buscar una mujer de pelo rojizo y corto, era su jefa de campaña. Después llegaron los escoltas, pero nunca pasó nada. Es que es un edificio muy tranquilo, con puros mayores de edad que viven solos y hacen poco ruido. Yo creo que podría vivir acá incluso como presidente–, dice Quevedo.

Pero no será así. El equipo del Mandatario busca una nueva casa que cumpla con las condiciones de seguridad, pero que quede cerca del Palacio de Gobierno.

Incluso, algunos postularon la idea de que viviera en La Moneda, cuestión que el propio Boric descartó:

“No, no están las condiciones para vivir en La Moneda. Hay que cuidar la cabeza, es importante separar el lugar de trabajo del lugar donde se duerme”, dijo en la semana.

En todo caso, ya se estaba mentalizando para cambiar su domicilio.

Quevedo recuerda que antes de la elección, una vecina mayor del edificio le dijo que podía ser problema que viviera con ellos. El presidente electo le respondió:

“No se preocupe, si gano la elección me voy a ir de acá”.

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