Paul toca con Ringo: la historia de una relación que no muere

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Foto Instagram @paulmccartney

Anoche el baterista se sumó al show final del actual tramo de la gira de Paul McCartney, reviviendo no sólo por unos minutos la magia de The Beatles, sino que también un vínculo oscilante que hace años los enfrenta a lo inevitable: ser los únicos sobrevivientes que pueden contar la leyenda del mayor conjunto de la historia.


Por unos segundos, el tiempo se congeló en los 60. Cuando The Beatles era el mayor acorazado de la cultura popular y cualquier gesto, frase o sorpresa que lanzaran en escena tenía réplicas planetarias: se convertía en tendencia muchísimas décadas antes que algo como Twitter soñara siquiera con existir.

"Y creo que tenemos a alguien más aquí… ¡el siempre fantástico Ringo Starr!", presentó Paul McCartney anoche, en el O2 Arena de Londres, en el cierre del tramo 2018 de su gira Freshen up, a uno de sus compañeros de toda la vida, uno de los cuatro vértices con que levantó la leyenda del conjunto que lo cambió todo. Y de hecho, algo más: el único sobreviviente con que hoy puede dar testimonio y preservar la vigencia de esos días dorados de mediados del siglo XX.

Y así, como si el calendario marcará 1969, Starr se fue tras la batería y comenzó el pulso marcial y trepidante de Get Back, uno de los últimos hits de los Fab Four. Lógicamente en los videos que desde ayer circulan por la web hay lágrimas, aplausos, gritos de incredulidad, la sensación de que por un par de minutos The Beatles ha vuelto a la vida. Y todo ello acompañado de Ronnie Wood, guitarrista y estandarte absoluto de las últimas décadas de The Rolling Stones: si un Beatle + otro Beatle pueden conmocionar, la suma con un Stone simplemente es combustión eterna.

https://www.youtube.com/watch?v=HTIQ8y19mLM

Pero los fans saben que no es la primera vez que sucede tal alianza escénica entre Macca y Ringo. Aunque también han sido puntuales y esporádicas, bajo un contexto mayor: por años se han negado a impulsar una gira en conjunto, quizás para no levantar sospechas sobre una operación comercial anclada deliberadamente en la nostalgia, dejando que cada uno desarrolle sus propios proyectos.

La primera vez que se volvieron a abrazar en vivo fue en 1993, para la celebración del Día de la Tierra que se hizo en el Hollywood Bowl de Los Angeles. Ahí, el percusionista se unió a su excamarada para el coro final de Hey jude, momento que siempre propicia una suerte de hermandad colectiva.

Luego fue casi diez años más tarde, en 2002, en el Concert for George que se hizo en el Royal Albert Hall londinense en memoria de George Harrison. Ahí el recuerdo fue emoción pura, aunque Ringo quizás poseía más razones para mirar en reversa: tras el quiebre del cuarteto en 1970, Harrison siempre se alzó como su mejor amigo, hasta su muerte, una suerte de compadrazgo y complicidad profunda que los otros Beatles mostraron sólo a destellos.

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Las otras veces que el hombre de Yesterday volvió a abrazar a Starr fueron también muy específicas.

En 2009 estuvieron en el Radio City Music Hall de Nueva York para un concierto organizado por la fundación del cineasta David Lynch; un año después Ringo celebró su cumpleaños 70 en el mismo recinto, con Paul sumándose a las voces de la muy simbólica Birthday; en 2014 se produjo quizás la reunión más emblemática de todas, aquella que en los Grammy festejó los 50 años del arribo de The Beatles a Estados Unidos en el programa de Ed Sullivan, un hito mayúsculo en la cultura popular del último siglo. Y la última antes de este fin de semana fue en 2015, cuando Macca dio el discurso que precedió la inducción de su amigo al Salón de la Fama del rock and roll, para luego interpretar juntos With a little help from my friends y Hey Jude.

https://www.youtube.com/watch?v=2jAiBgw4K8c

Ahí, en el discurso del bajista, partió subrayando algo en común a casi todo los Beatles: Ringo había tenido una infancia difícil, marcada por enfermedades prematuras, pobreza, familiares ausentes… pero igual había logrado saltar a la banda más famosa de todos los tiempos. Esa alusión es casi simbólica: los Fab Four, en sus distintas fases, etapas o álbumes, siempre volvieron una y otra vez a Liverpool como el único momento de sus existencias en que fueron hijos de vecinos, personas normales y corrientes, un refugio fuera de la vorágine que los atrapó hasta hoy.

Y más allá de ser hoy los sobrevivientes de la leyenda, hay otro punto pretérito que conecta a Paul con Ringo.

https://www.youtube.com/watch?v=LE_8FwdbmLM

Desavenencias, flores y abrazos

1968 es para los beatlemaniacos el año de la fisura. Empiezan los quiebres detonados por la adultez, la independencia, la muerte del mánager Brian Epstein, las distintas direcciones estilísticas que impuso el Álbum Blanco, las turbulencias financieras que significó el sello Apple. Pero haciendo un foco mayor, hay otra grieta que también se empezó a abrir: la de McCartney, gran jefe de esos días al frente del cuarteto, con Starr, el integrante que la historia ha indicado como el de menos peso en las decisiones profesionales de la agrupación.

Hastiado de los tormentos personales de cada uno de sus compañeros, y sintiéndose cada vez más despreciado, Starr pensó por primera vez la opción de bajar la cortina y decir adiós. No tenía ganas, casi no se sentía importante. Sus camaradas intentaron de todo, desde flores para recibirlo hasta convencimientos de última hora.

Pero Paul no quería perder el tiempo. Prolífico durante esos días posteriores a Sgt. Pepper (1967), con apetito de vanguardia y una capacidad de compositor que se estaba abriendo a otras rutas, el bajista se encerró en el estudio para registrar las baterías de varios de algunos temas esenciales del White Album, partiendo por las dos que abrían el álbum doble: Back in the U.S.S.R. y Dear Prudence. En ambas, el querido Ringo no aparece en los créditos.

Quizás como vuelta de mano, Don't pass me by, de ese mismo título y que figura como una de las composiciones más destacadas del percusionista, sólo fue grabada por McCartney y Starr. John y George, esta vez, no se asoman en el registro final.

Pero no todo fue cortocircuito. El disco Ringo, de 1973, marca un hito: ha sido el único álbum donde los cuatro músicos, con la banda ya disuelta, aparecen en los créditos. Eso sí, todos grabaron por separado. Por ejemplo, Paul aparece como compositor de Six O'Clock.

Los 70 tuvieron también otras reuniones. Por ejemplo, en 1974 se ven las caras en la casa del cantautor Harry Nilsson en Los Angeles, en noches de grabación y borracheras donde también aparecen otras luminarias del pop inglés, como el propio Lennon.

Pero, ya está dicho, en los últimos años han vuelto a cruzarse, pero sin concretar de manera definitiva el soñado vínculo post Beatle de un tour en conjunto. En todas sus entrevistas, han recalcado que no quieren salir de gira. Que prefieren que todo siga así. Que la magia fue solo una vez y, tanto en la vida como en la música, es casi imposible repetirla.

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