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Adiós al ilustrador

Fernando Krahn fue un gran artista. A cargo desde 1984 de la ilustración semanal del diario barcelonés La Vanguardia, más que un talentoso dibujante era mi tío y, aunque lejano, muy próximo en lo personal. Aquí un recuerdo íntimo sobre él.

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Crecí escuchando sobre este tío que vivía en Sitges, un pueblo cercano a Barcelona. Tuve la suerte de que mis papás me llevaran a menudo al departamento de su mamá, la tía Laura Parada, una gran mujer que en sus años mozos había sido cantante de ópera en Nueva York, un dato no menor, pues sólo se encargó de agrandar aun más el mito que había formado en mi cabeza hacia los Krahn. Fue ella quien me regaló en más de una ocasión libros ilustrados por Fernando y escritos por su señora, María de la Luz Uribe, hermana del poeta Armando Uribe. Cuentos que conservo hasta hoy y que ahora leen mis hijos. Uno de ellos, la Señorita Amelia, cuenta la historia de una viejecita muy pequeña y su amistad con tres niños. De alguna manera, estos son mis primos Fernanda, Santiago y Matías.

En 1985 vinieron de visita a Chile para una exposición individual de Fernando en una conocida galería de arte en Bellavista. Yo estaba feliz, porque no sólo era mi primera visita a una muestra en un horario de adultos, sino que además la ocasión de conocer a estos parientes de España. Todavía me acuerdo lo emocionada que estaba cuando Fernando me autografió uno de los afiches de su exposición: “Para Francisca, con cariño, Fernando”. Lo conservé durante años y puedo jurar que hasta hace poco tiempo aún colgaba de una pared en la casa de mis papás. Siempre me llamaron la atención su humor negro y sus fantásticas ilustraciones llenas de detalles e ironía.

Años más tarde conocería la famosa, casi mítica, casa de la calle San Gaudencio, en Sitges, localidad en la que en los años 70 Fernando coincidió con otros chilenos como el pintor Nemesio Antúnez. Para mí, que en esa época vivía en el sur de Alemania, dondemi papá hacía una beca comomédico, el viaje a España a reencontrarme con los Krahn Uribe era el equivalente a volver a ver a mis amigas del colegio en Santiago. Y hoy cada vez que vienen a Chile nos juntamos a conversar y a reír a carcajadas, porque si hay algo que heredaron sus hijos es justamente la ironía y el humor. Como la última vez que coincidimos en la casa de unos amigos en común a ver un video en el que participaba toda la familia, incluyendo a Fernando, y que se puede ver en YouTube como “El Código da Krahn”.

Recuerdo con gran nostalgia un recorrido que hice con Fernando por los antiguos barrios de Barcelona, luego, eso sí, de haber ido juntos a dejar unas ilustraciones a su otra casa, el diario La Vanguardia, por cierto en una era previa a internet y donde semanalmente creaba irónicas propuestas ilustrativas, siempre con su toque tan personal. Y es que Fernando era así, con la agudeza a flor de piel y la curiosidad siempre latente, reflejo de ello fue el episodio en el que en una reunión se le asignó la tarea de estar a cargo de hacer el pan de la casa en esas típicas máquinas donde con sólometer agua, harina y levadura se obtiene un producto calentito a la hora programada. Estaba chocho con su rol de panadero express.

Un rasgo marcado de su personalidad era lo aglutinador que era con sus hijos, sobre todo luego de la muerte de María de la Luz, en 1995. Cuando coincidían con la visita de Fernanda, quien vive hace años en Austria, se armaba un choclón de hijos y nietos y una curiosa mezcla idiomática entre el catalán, el español y el alemán. Un gran clan.

Es curioso, pero él nuncame pareció viejo. A pesar de sus años, tenía un look y una actitud joviales. Además, nunca se quedó atrás con la tecnología. La última vez que visité su casa en Sitges, en 2001, lo vi conectado a internet y enterado de las últimas técnicas que lo ayudarían en su trabajo como ilustrador. En el último tiempo lo seguía a través de Krahnology, una sección con animaciones digitales, las que se publicaban todos los miércoles en La Vanguardia online. La última de ellas fue El Sargento Numerario.

Ahora son sus hijos quienes seguirán las obras inconclusas de su padre a través de Krahnfactory.com, su emprendimiento para animar antiguos cuentos e ilustraciones que estaban en papel. Replicando la portada de Krahnfactory, sólo puedo decir: “Krahn no ha muerto. ¡Viva Krahn!

:¿quién era krahn?

Fernando Krahn nació en Chile en 1935. Fue el segundo hijo de un abogado alemán y una cantante de ópera chilena. Su veta artística lo llevó a dejar sus estudios de derecho y dedicarse a lo que le gustaba: el arte. Residió en Nueva York, donde colaboró con las revistas The New Yorker y Esquire. Vivió un tiempo en el barrio de Pedro de Valdivia Norte, en Santiago, con su señora y sus tres hijos. Se hizo conocido por sus Dramagramas, ilustraciones que aparecían periódicamente en la revista Ercilla. En 1973 se estableció en España. En 1984 comenzó a colaborar en el diario La Vanguardia. En 1995 el Museo Nacional de Bellas Artes organizó una retrospectiva con sus obras. Desde hace un año que publicaba semanalmente la serie animada Krahnology en lavanguardia.es.

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