Arte: Fuera de Lugar
Out of Sync. Es la traducción del título de esta obra de Fernando Casasempere que estará instalada en las afueras de La Moneda hasta fines de este mes. Diez mil narcisos, ni uno igual al otro, hechos con residuos de la minería, están ahí no solo para recordarnos la primavera.


“Señor, ¿podría por favor explicarme de qué se trata todo esto?”, pregunta un carabinero a Fernando Casasempere.
Los dos están parados dentro del jardín de narcisos, los mismos que el artista exhibió en el edifico de Somerset House en Londres a comienzos de este año. Evidentemente que esta ‘floración’ en el frontis de La Moneda no deja indiferente a quien pase por la Alameda. Mientras Fernando está ahí, los transeúntes no dejan de tomar fotografías con sus celulares y tampoco pierden la oportunidad de preguntar lo mismo, él se da el tiempo para contar la historia una y otra vez.
Según el carabinero que los custodia, la gente casi todo el tiempo atribuye esta obra a un homenaje a los Detenidos Desaparecidos. Fernando le explica que los narcisos son los primeros que florecen en primavera en Inglaterra, donde él vive. Que se llama Fuera de Lugar porque, así como ese día se esperaba lluvia y hay un sol radiante, “usted ve como han cambiado las estaciones… La idea es que algo tan hermoso y sublime nos haga reflexionar sobre lo que estamos haciendo con el planeta, porque estas flores están hechas de arcilla y desechos mineros”. El carabinero se sorprende al saber que las hizo una sola persona y es la misma que tiene al frente.
Dos años duró ese proceso, cuenta Casasempere, “fue casi un estado meditativo. Cada flor fue hecha por mí y es única, los fierros los diseñé y ayudé en su forja. Requirió mucho orden y, en un minuto, mucha fortaleza”. Confiesa que en un momento se sintió devastado, el taller se le venía encima invadido por los narcisos, los tallos y la fecha de entrega se acercaba. “Fue realmente estar desde dentro, en lo físico, con el trabajo. Fascinante pero muy intenso. Sin duda, en términos de superficie y monumentalidad es uno de los trabajos más grandes que he hecho y eso lo multiplica en todo: la felicidad, las agonías. Ahora estoy en la parte bonita, pero creo que el arte vive en el caos y el riesgo, en esa línea. El arte tiene que estar en un vértigo para que se mantenga vivo”.
Te gusta hacerlo todo tú mismo…
Sí, no digo que esa sea la única fórmula, pero es la mía. Me gusta estar involucrado, creo que a lo largo de mi vida va a haber menos obra, por lo mismo. Me gusta el trabajo en solitario, estar en el día a día e involucrarme 100% con la materia. Uno va descubriendo cosas respecto de la obra y eso no me lo quiero perder.
¿Cuál es la impresión que te deja todo lo que pasó en Londres, donde montaste por primera vez Out of Sync?
Creo que todavía estoy muy encima de todo lo que pasó y lo que implica haber mostrado en Somerset House. Ahí antes estuvo Ai Weiwei y para mí sigue siendo bien impresionante que mi trabajo esté en esas ligas. Me sirvió para constatar que hay un espacio importante para mi obra en Europa.
Cuando Fernando comenzó a trabajar en ella, inmediatamente le manifestó a la gente de Somerset House su intención de donarla a Chile “He sido muy afortunado y creo que llegó el momento de empezar a volver a mi país. Ahí empiezo a ver dónde puedo mostrar la obra”.
¿Te imaginabas lo que iba a pasar acá?
No, uno no se imagina hasta que ve la monumentalidad del espacio, la dimensión que cobra este trabajo. Uno sigue en el cotidiano y el trabajo toma un camino propio. Lo que me tiene impresionado es volver después de 15 años sin haber mostrado nada y estar en La Moneda.
Por otro lado, me doy cuenta de que fue muy acertado irme de Chile en los 90, al ver cómo ha evolucionado mi trabajo. Siento que uno puede quedarse pegado 30 años haciendo lo mismo y cuando veo todo lo que he logrado con el mismo material, cómo he hablado en diferentes lenguajes, tengo esa certeza. Me fui porque me fue muy bien en Chile y no quise tomar el camino fácil.
Desde esa época vienes haciendo una investigación sobre los desechos, ¿cómo surgió eso?
El año 90 me gané la beca de la Fundación Andes y postulé a ella con la idea de buscar nuevos minerales para incorporar en la cerámica. Recorrí todo el norte de Chile y de cordillera a mar, desde Santiago hasta Arica y me di cuenta de que había un posible uso de un mineral, que en ese momento se llama desecho y que deja de serlo cuando uno le encuentra una utilidad. Consideré que era más importante investigar eso más que buscar algo nuevo. Chile es un país minero y eso podía ayudar no solo a mi trabajo, en la búsqueda de texturas y colores, sino que además al ecosistema, que es una responsabilidad de todos.
Este tema es algo que se reitera en las explicaciones que le da a la gente sobre su obra, porque para él la preocupación por el medioambiente es parte de ser un hombre que vive en el siglo XXI, “esto implica tener una conciencia ecológica diaria. El ser consciente te hace parte del problema y ahí se avanza”.

Su conexión con la naturaleza es fuerte, cuando una persona que le pide explicaciones por su obra y luego le pregunta de dónde es, de inmediato responde “El Monte, campo, aquí muy cerca de Santiago”. Y también se aparece cuando cuenta lo que hace cuando necesita pensar en sus obras o buscar inspiración “Camino mucho. Tengo la gran suerte de vivir a minutos de uno de los parques más hermosos que hay en Londres, de unas 200 hectáreas con lagunas. Ahí logro una gran conexión con la naturaleza, aparecen las ideas, las soluciones a todo tipo de problemas, esa es mi forma. Me hace ponerme en silencio”.
La naturaleza es también para él uno de los tres pilares fundamentales de su trabajo “el paisaje, los colores; por ejemplo estas flores están pensadas para que cuando se queden en el norte sean parte del paisaje”, dice. El otro es “el arte precolombino, reconocer su grandeza y que tuvo que ver con la elección definitiva de la arcilla como material para mí. El lenguaje que estoy mostrando acá sería el tercero, el del Fernando que lleva 15 años en Londres, de ese exceso de información, del lenguaje de hoy del arte contemporáneo, tomo lo que me interesa para hacer el filtro”.
¿Y cómo se traduce todo eso en tu trabajo?
Lo que estoy haciendo ahora tiene que ver con la multiplicidad. Las flores es un lenguaje con el que yo quería hablar para reflexionar sobre el medioambiente, lo que estamos haciendo y cómo podemos buscar soluciones, pero también es la multiplicidad. En Ch.ACO mostré una serie de bloques que tienen que ver con trabajar con la repetición de un módulo, la escultura, pero con temas absolutamente cerámicos, trabajados contemporáneamente.
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