Para este número preparamos un especial sobre Ñuñoa, principalmente, porque consideramos que allí ocurren cosas interesantes y muchas de ellas no son del conocimiento general de nuestros lectores. Por ejemplo, esta comuna ha mejorado su conectividad -el metro generó un claro antes y después-, reúne además características inmobiliarias y urbanas que la están transformando en la favorita de muchos, lo cual por un lado es bueno, ya que trae nuevos residentes e inversionistas, pero por otro, pone en riesgo su carácter de comuna pacífica, residencial y de una calidad de vida bastante superior a otras. Por lo mismo, nos sumamos a aquellas voces que esperan que las políticas públicas, mejoras en infraestructura y permisos de construcción, vayan dos pasos adelante de las constructoras y no tres detrás, y así no repetir episodios como la triste desaparición de la residencia del ex presidente Gabriel González Videla, que entre gallos y medianoche fue demolida, borrando junto con la casa parte importante de nuestra identidad.

Para saber con más profundidad en qué está la comuna hoy, investigamos el lado histórico y patrimonial, caminando y descubriendo negocios que llevan toda una vida allí y han sido elegidos como favoritos por sus vecinos. También la experiencia de aquellos que optaron por recuperar y renovar, en vez de demoler y botar.

Tras conocer su programa de reciclaje de basuras -muy bien implementado- me surje la pregunta ¿por qué aún estamos en la era de piedra en el manejo de desechos en Chile? La tecnología está disponible y los ejemplos para copiar también, ¿tendremos que esperar tener la basura hasta el cuello para que las autoridades creen los programas adecuados? Me consta que, sobre todo entre la población más joven, existe el interés porque se realicen, y muchos estarían dispuestos a implementar ese pequeño extra para que fueran un éxito.