El cuerpo del ruido

tecnología

La artista, ruidista, investigadora y música Alejandra Pérez Núñez se ha destacado por utilizar el ruido como medio performativo, y llevar adelante una investigación sobre los fenómenos electromagnéticos y el trabajo colectivo abordándolos desde la tecnología.




Nació en Punta Arenas y vivió por 20 años en la Patagonia. Alejandra Pérez Núñez tuvo ahí su primera forma de conocer. "Ahí desperté al mundo a los cinco años. Mi trabajo se sitúa desde la Antártica, el último confín", dice. Hoy su trabajo se expande por el mundo tratando sonoramente temas que hablan de condiciones geofísicas extremas y distintas maneras de expresión asociadas a ellas.

Estudió psicología y licenciatura en estética en la PUC, en Santiago, y luego de siete años obtuvo una beca que le permitió viajar a España, donde trabajó como asistente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Luego vino un máster en Diseño de Medios, de la Universidad de Rotterdam, en donde aprendió de software libre.

A fines de los 90 comenzaron sus primeros trabajos con tecnología en Barcelona, elaborando un mapeo psicogeográfico de la ciudad, junto al grupo Urbmedia, para descifrar las claves que formaban los ambientes sonoros. Pero fue su experiencia en Holanda la que la llevó a ahondar en el sonido. Allí comenzó a tocar más seguido, a construir máquinas y a trabajar con software libre, Unix, Linux y Pure Data.

Ha participado en numerosos festivales y residencias alrededor del mundo moviéndose entre Rotterdam, Ámsterdam, Bruselas, París y Londres, entre los que destacan el festival Piksel, en Noruega; una residencia en Okno, para el centro para el arte y tecnología de Bruselas; una en StudioXX, en Montreal, y otra en Moscú, en el Centro Theremin. "Ahí conocí el sintetizador ANS que usó el compositor ruso Eduard Artemiev para la película Solaris y comencé a usar el sensor theremin del artista y compositor Andrei Smirnov para mis aplicaciones interactivas", señala.

En 2008 estuvo en el festival Transmediale de Berlín, donde organizó una conversación sobre la 'proto internet' del gobierno de Salvador Allende, llamado Cybersyn, "con la investigadora Eden Miller y la activista feminista Alejandra Aravena, junto a Fernando Flores, Raúl Espejo y el fallecido cantautor Ángel Parra", cuenta.

Luego volvió a Chile, vivió en Valparaíso por siete años y viajó en 2009 a la Antártica, donde grabó sonidos de baja frecuencia, imperceptibles al oído humano, para construir un banco sonoro en línea, que permitiera cartografiar el territorio Antártico desde lo imperceptible. Luego de esto vino Londres, donde estudió un doctorado en prácticas creativas, con una beca de la Facultad de Media Arte y Diseño de la Universidad de Westminster, regresando hace solos nueve meses a Chile.

Hoy, desde Punta Arenas decanta los últimos cuatro años de investigación artística sobre el continente blanco e investiga sobre el arte polar local, al mismo tiempo que traduce su tesis y escribe artículos sobre geología, glaciología, paleobotánica y biodiversidad en la Antártica. "El futuro es la Antártica", sostiene.

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¿En que punto de tu trabajo unes la ciencia y el arte? y ¿con qué fin? Mi trabajo utiliza algunas tecnologías y conceptos asociados a la ciencia; sin embargo, el fin del trabajo no es explicativo sino heterogéneo, no-explicativo, perceptual, crítico, especulativo, etc. Mi arte es una crítica a la ciencia. Una crítica al poder que ejerce en nuestra cultura y sobre otras formas de conocer. Debido a que utilizo tecnologías e indago en procesos algorítmicos, geológicos y biológicos se me ubica en la conjunción arte-ciencia, no obstante mi trabajo utiliza formas no científicas relacionadas con la respuesta estética. El trabajo de arte como respuesta estética, es decir, indeterminado y heterogéneo, puede ser una fotografía de un hongo genérico como el moho expuesto a la Antártica o como un gráfico con datos y una sonificación de las variaciones de luminosidad. (http://soundcloud.com/elpueblodechina)

¿De qué trató tu doctorado en la Facultad de Media Art and Design en la Universidad de Westminster, en Londres? Se llama Hackeando la Antártica, porque la forma más usual de representar a la Antártica es a través de la representación de lo sublime, así que me dedico a mover de sitio distintas variables con las que ha sido y está siendo estudiada, datos, estudios de campo, cultivos biológicos, sonificaciones y arte visual, bordados interactivos, instalaciones y performance. Digo 'las muevo' en el sentido de que la Antártica –que tradicionalmente es descrita como algo que está más allá de nuestra capacidad de comprender, dadas sus condiciones geofísicas extremas– es enfrentada con formas de no conocer. Es posible decir que podemos no-conocer la Antártica. El conocimiento estético que describe Kant en la "Crítica al juicio" es una forma de no acceso o no conocimiento de la naturaleza ya que se accede a ella a través de la experiencia estética de la magnitud en uno de los momentos de lo sublime. Ahí me apego a filosofías contemporáneas; por una parte, Jacques Rancière, que critica las jerarquías en la distribución de lo sensible, y la lectura de Karen Barad sobre Niels Bohr, que no absorbe el problema de la separación kantiana porque los fenómenos están entrelazados en su producción. Con esto elaboro obra consistente en combinaciones de acceso y no acceso a la Antártica y las enmarco en las ideas de prácticas discursivas de autoras como Donna Haraway.

La forma en que yo respondo a la Antártica es con formas de no conocimiento en el sentido que no explico sino que expreso información y cambios observados a través de la fotografía, el sonido, la espacialización de obras sonoras, bordados interactivos y textos yuxtapuestos. Un ejemplo de texto yuxtapuesto es esta pieza realizada para la radio online del Museo Reina Sofía. (http://radio.museoreinasofia.es/alejandra-perez)

Estás tratando de hacer una metodología que no separe el sujeto del objeto, cuéntame ¿cuál es el campo por el que te mueves y dónde terminas?

Sobre la metodología sujeto-objeto, el conocimiento a través de la pérdida de separación lo he practicado a través de la improvisación ruidista. Aquello de elaborar una experiencia en base a frecuencias crudas y presiones sonoras, estridencias y contrastes abruptos, sobreposición de texturas y tipos de ruido. Como el trance, la elaboración y puesta en juego en vivo de intensidades transitorias cambiantes estimula la pérdida de fronteras del yo.

Con tu trabajo buscas formas que han sido silenciadas, ¿cuáles han sido las que más has trabajado y por qué?¿Qué pasaría si yo denunciara hoy a un agresor de hace veinticinco años? Me encontraría en un tremendo problema; como muchas, quedaría expuesta sin ninguna seguridad de reparar el daño moral de la agresión y con muchas posibilidades de despertar la herida. Ese rumor inaudible acumulado de muchas es un posible origen del ruido.

Hace poco el festival de arte sonoro de Valparaíso me encargó una pieza para su programa de transmisiones de radio en ciudades en Chile y Argentina. Tomé la noción de secuestro permanente referida a la desaparición forzada de prisioneros políticos en la dictadura militar en Chile. Se llama Perturbación Permanente y es una historia yuxtapuesta sobre experimentos de entrelazamiento cuántico y la búsqueda de restos de osamentas de víctimas de secuestro permanente en las arenas del desierto de Atacama. Este es otro origen del ruido.

¿Cómo llegaste al 'noise', y cómo lo trabajas?, ¿qué lugar en el que has vivido ha sido clave para entenderlo y disfrutarlo? El año pasado me invitó la Bienal de Artes Mediales a tocar en el Teatro Municipal. Mi acto de ruidismo en vivo fue silenciado prácticamente a cero por alguien con poder sobre la mesa de sonido. Yo estaba a ocho metros de distancia y no podía hacer nada. La sensación sobre el escenario de ser silenciada fue contundente, yo creo que muchas de las que estuvimos ahí en aquella performance vivimos la experiencia de un tiempo incómodo, abierto, fuera del espectáculo. Fue otro tipo de ruidismo, de tipo ontológico.

¿Qué pasa con este género musical en Chile? El ruidismo es una práctica contemporánea de la música que se desmarca de las instituciones. Aun cuando pueda haber ocasiones en que se utilizan las infraestructuras de las instituciones, los momentos de mayor intensidad los he vivido en festivales y reuniones nómades al interior de centros ocupados o asociaciones culturales. Por ejemplo, en los eventos Devotas del Ruido en Valparaíso y el Salón Bruit en Berlín. En Chile probablemente el ruidismo se está practicando en regiones, conozco precedentes como la Asociación de Amigos de la Contaminación Sonora en Rancagua y Estudios Alpha en Punta Arenas. Probablemente tanto en Valparaíso como en Concepción hay ruidismo. elpueblodechina.org / soundcloud.com/elpueblodechina

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